Ms Puddle's Haven

El Diario Capítulo 3

Renuncia: Candy Candy y todos sus personajes pertenecen a Kyoko Mizuki, imágenes a Yumiko Igarashi y el ánime a Toei Animation.

Nota: Como algunas de ustedes deben saber, inicialmente no planeaba continuar esta historia porque creí que las cartas de Candy hacia Albert en el epílogo de CCFS nos dieron una ‘respuesta’ al capítulo anterior, en especial la última. Sin embargo, los comentarios que recibí de ustedes me hicieron cambiar de parecer. Hablando acerca del poder de la persuasión, esto prueba que acepto sus comentarios de todo corazón. Por lo tanto, he decidido complacer sus solicitudes.

Por favor noten que este historia es puramente mi imaginación y está basada en la correspondencia entre Albert y Candy en el epílogo de CCFS, particularmente la carta de Candy hacia Albert antes mencionada y la carta de ella hacia Anthony después de esto, en la cual habla mucho sobre Albert, como sí tratara de presentárselo a Anthony quien vagamente recordaba a su tío. Para aquellas que han leído mi otra historia “No sé si es amor”, quizás encuentren algunas coincidencias acá pero también observarán diferencias porque no quiero volver a repetir lo mismo. Después de todo, puede haber varios desenlaces para el mismo evento.

Como de costumbre, si encuentran algún error, por favor háganmelo saber. Si te gusto este capítulo, ¡Me encantaría escuchar algo de ti! ¿Quién sabe? Tu realimentación quizás pueda inspirarme. Por favor, siéntete en la libertad de escribir en tu propio idioma.

Y como último punto pero no menos importante, quisiera expresar mi más sentido aprecio a la fan devota de Albert, cuyas sus ideas me han motivado para escribir esta historia en primer lugar y quien estuvo dispuesta a revisar el borrador en un período corto de tiempo. ¡Muchas Gracias a tí, Amiga!

-Ms Puddle

Capítulo 3

Antes de llegar a la mansión de Lakewood, para mi sorpresa, Candy quiere que me detenga en la casa de los Leagan. Con mucho gusto la complazco, encojo mis hombros diciendo, “Como desees, Candy. En realidad no tengo ningún plan especial en mente excepto pasar tiempo contigo.”

Ella me da una tímida mirada por debajo de sus espesas pestañas, sus labios se curvan en una encantadora sonrisa la cual, siempre he amado. “Gracias.”

Una vez apago la ignición, bajo y camino alrededor del auto para abrirle la puerta. Ella me da su mano y sale del auto con elegancia. Con su expresión tornándose pensativa, suelta mi mano, aparentemente perdida en algún pensamiento. Mientras se pone el sombrero distraídamente, pregunto, “¿Puedo?”

Mi pregunta parece traerla de vuelta al presente, trata de recomponerse y me da una sonrisa de aprobación, por lo que procedo a ayudarle a sujetar los listones de su sombrero. Cuando he terminado, le ofrezco mi brazo izquierdo, diciendo, “Estoy listo para escoltarla, mi señora. ¿Hay algún lugar en particular al que desee ir?”

Ligeramente coloca su mano derecha en la parte superior de mi brazo y dice, señalando hacia la puerta principal de la mansión, “Sí, Albert. Por aquí.”

No hay nadie más en el lugar, excepto nosotros. Candy pasea alrededor de la mansión, se detiene por un momento en las habitaciones del personal de servicio, a continuación en el jardín y finalmente en los establos. Todo este tiempo no dice una sola palabra, como si estuviera absorta por lo que ve, y sigo en silencio para no perturbar sus profundos pensamientos. Creo que si quiere hablar, lo hará. Sí no, también está bien por mí.

En poco tiempo, su boca se eleva conforme su rostro se rompe en una débil sonrisa. “Albert, acepté venir aquí como compañera de juegos de Eliza y Neil porque estaba consiente que siendo la chica mayor en el orfanato, me había convertido en una carga para el Hogar de Pony. Cuanto hubiera deseado que una familia me adoptara, pero también pensaba que no estaba tan mal tener nuevas aventuras en la vida.”

“Sí, recuerdo que ya me habías mencionado eso,” murmuro, preguntándome que es lo que trata de decir.

“¿Quién habría pensado que los sufrimientos que soporté en aquel entonces me condujeron hacia Anthony y los demás, y con el tiempo hacia ti?”

Asiento pensativamente. “Candy, tienes razón. Como te he escrito en mi carta, te reconocí en la cascada como la pequeña niña a quien había conocido en la colina, y cuando me enteré de tu difícil situación con los Leagan, el primer pensamiento que vino a mi mente fue ayudarte. Yo quería que tú fueras feliz y sabía que tenía el poder para poder hacer algo.”

Ella da un profundo suspiro y comenta agradecida con una sonrisa, “Sí. Muchas cosas han sucedido desde entonces, pero gracias a ti, me fue dada una nueva vida, una nueva etapa para experimentar la vida con una familia diferente.”

Le doy una leve sonrisa y respondo, enlazando nuestras miradas, “Bueno, sin tu apoyo y bondad durante mi enfermedad, probablemente habría perdido mi incentivo para vivir… Así que te debo mi vida, Candy.”

Su rostro está tornándose rosa y asimilo las palabras “El destino es el que nos une”. Ellas estaban en la punta de mi lengua, pero todavía no creo sea el momento adecuado para decirlas. Entonces aparta su mirada hacia otro lado y se suelta de mi brazo. Mientras la veo caminar lejos de mí, quiero preguntarle si la he disgustado o he hecho algo pero de repente, extiende sus brazos a lo alto por encima de su cabeza y gira alrededor como si fuera una bailarina. Entonces se detiene para verme a la cara y exclama con entusiasmo, “Albert, ¡No sabes cuánto significa para mí que haya vuelto a venir aquí, contigo!”.

Lo que ha dicho es completamente inesperado, por lo que toca mi corazón más allá de las palabras. Me encuentro a mí mismo sonriendo de oreja a oreja cuando ella pregunta, “¿Ahora, vamos a visitar los tres portales?”

“Definitivamente, pero creo que probablemente primero deberíamos comer. La hora del almuerzo pasó hace mucho tiempo.”

“¡Qúe buena idea! Me estoy muriendo del hambre,” Dice sonriendo mientras regresamos al auto. Solo nos toma unos minutos llegar a la Mansión de Lakewood, y una vez que descendemos, le hago saber a Candy que he dado instrucciones esta mañana en la cocina, para nos preparen una cesta para ir de picnic y que podamos disfrutar del almuerzo donde gustemos. Candy dice que desea darle las gracias al personal de servicio, así que cuando nos aparecemos en la bulliciosa cocina, todo el personal está sorprendido, literalmente con sus bocas abiertas. Cesan de hacer lo que sea que estuvieran haciendo, excepto mi nana.

Estoy eufórico por ver a mi nana entre ellos. Hace mucho tiempo que se retiró y solía cuidar de mi padre, después de Rosemary y finalmente de mí. Viene a visitar a los otros sirvientes de vez en cuando, y yo la adoro. También está extasiada de verme y me da un amoroso abrazo. “Querido Señor William, ¡lo extraño tanto!”

Cuando sujeto su frágil cuerpo, me doy cuenta que ciertamente está envejeciendo. Después de todo, ahora es bendecida con muchos nietos. A continuación, cuando me suelta, ve a Candy. Entonces me pregunta, “¿No va a presentarme a esta notable jovencita?”

Así que comienzo, “Nana, ella es…”

Candy pone su mano sobre mi brazo para detenerme y dice, “Por favor, déjame presentarme yo misma.”

“Claro,” Respondo encogiendo los hombros. Entonces Candy le da la mano a mi nana diciendo, “Mucho gusto en conocerla, Sra. Blair. He oído hablar de usted en muchas ocasiones. Mi nombre es Candice White, y por favor, llámeme Candy como todos lo hacen.”

Mi nana responde, luciendo una sonrisa que llega hasta sus ojos, “El placer es todo mío. Que sonrisa tan adorable tiene, Señorita Candice.” Entonces la anciana dama hace una pausa y pronto murmura con una mueca burlona, “Pero su nombre me suena conocido…”

Creo que probablemente mi nana debe haber escuchado el nombre de Candy por los sirvientes. Aunque Candy no dijo nada sobre nuestra relación adoptiva, algún miembro del personal de la casa debe reconocerla como mi hija adoptiva. De cualquier forma, no deseo pasar mucho tiempo aquí, así que hablo en voz alta, “Gracias a todos por su arduo trabajo.”

Ellos entienden la indirecta y asienten hacia mí antes de volver a sus quehaceres. Le doy a mi nana otro abrazo antes de despedirme de ella. Ella comenta, “¡Disfrute su día con la Señorita Candice, Señor William!”

Tomo la cesta de picnic y le pregunto a Candy donde desea que disfrutemos del almuerzo. Ella escoge el portal del agua y explica, “Archie acostumbraba gustarle hacer la siesta cerca de ese portal, algunas veces también sobre el exuberante césped.”

Extiendo la manta de picnic sobre la hierba ligeramente seca y pongo sobre ella toda la comida de la cesta. Los sirvientes hicieron un estupendo trabajo dándonos una variedad de pequeños emparedados y frutas. Mientras disfrutamos nuestro suculento almuerzo y del agradable entorno, Candy empieza a darme los detalles sobre la primera vez que conoció a Archie en este lugar y como fue engañada después en el pueblo por Eliza y Neil pero tuvo la buena suerte de haber conocido a Stear, quien la saco de aprietos. A pesar de todo, terminaron mojados porque su auto no funcionaba como fue diseñado y cayó en el lago un poco más tarde.

Después del almuerzo, guardamos todo en la cesta y la dejamos en el suelo antes de proseguir hacia el portal de piedra. Candy tiene incontables historias que contar sobre sus días en Lakewood al lado de sus primos adoptivos, que por cierto son entretenidas. Sin embargo, al llegar al portal de piedra, ambos hacemos silencio en reverencia y remembranza de Stear, quien sacrificó su joven vida en la Gran Guerra.

Continuamos nuestro paseo hacia el portal de las rosas sin decir palabra, como si no quisiéramos interrumpir la tranquilidad que nos rodea. Paseando por los senderos que serpentean a través del cuidado jardín, los ojos expresivos de Candy parecen comunicar una especie de triste nostalgia. Mientras tanto, este lugar me trae de vuelta muchos tiernos y tristes recuerdos. Mi fallecida y amada hermana, Rosemary, acostumbraba jugar alegremente en este lugar con su querido hijo hasta que enfermó y se puso demasiado débil para salir de la cama. Pasé casi toda mi niñez estando encerrado con profesores privados y devotos sirvientes, pero algunas veces también me era permitido unírmeles a los juegos. El día que Rosemary falleció, apenas era yo un adolescente. Su muerte fue un gran golpe para mí porque en mi corazón, ella era mi única familia y me amaba por quien yo era.

Por lo que, entonces, derramé mi simpatía hacia mi sobrino; él no era más que un niño. Desafortunadamente, no llegué a conocerlo mucho porque mi Tía Elroy, juró mantenerme seguro a toda costa desde entonces. Nos trasladamos a Chicago y casi no pasó un día sin que mi tía me recordara que yo era el heredero y la única esperanza en la familia y esa fue una de las razones por las qué estuve oculto a la distancia de mis propios primos y sobrinos, incluyendo al pequeño Anthony. La Tía Elroy hizo eso para borrarme de sus recuerdos, como si nunca hubiese existido. Siendo joven, solo pude observarlos a la distancia, siendo conocido como el anciano Tío Abuelo William.

Por tanto, solo era un títere solitario, como se lo he dicho a Candy en mi carta. Crecí con adultos estoicos y herméticos, viviendo en total aislamiento sin compañeros de juegos. Odiaba mi asfixiante y distorsionada vida tanto que, finalmente opté por la ruta del escape un día durante una reunión especial con otros parientes en Lakewood, lo que me llevó a esa pequeña llorona en la Colina de Pony. Nunca he olvidado su sonrisa y su rostro aunque no tenía idea en ese entonces que ella con el tiempo, vendría a ser alguien muy querido en mi corazón—el ángel que me rescató, quien verdaderamente se preocupó de mi bienestar cuando estaba sin hogar y era despreciado por todos los demás.

“¿Albert? Parece que estás a miles de kilómetros de distancia,” Su dulce voz me saca de mis viejos recuerdos.

Poniendo una triste sonrisa, respondo, “Lo siento Candy, ¿Me estabas hablando?”

“Sí,” dice ella. “¿Está bien si te pido que me lleves al bosque?”

“¿Al bosque? ¿Qué parte del bosque?” Pregunto con confusión.

Aparta su mirada, su piel ruborizada y sus dedos jugueteando con algunos mechones de sus rizos. Su expresión es como aturdida y confundida, como me estoy sintiendo por el momento. Entonces caigo en cuenta en algo, por lo que pregunto con duda, “¿No te refieres a la parte del bosque donde fue la cacería del zorro…”

Ella levanta sus ojos hacia mí y asiente en seguida antes que yo pueda terminar la pregunta. Siento un nudo crecer en mi garganta y paso un difícil momento tratando de quitarlo. Toso y suelto una pregunta, “¿Estás segura?”

Cierra sus ojos por un instante mientras trata de recobrar su valentía. Entonces me mira directo a los ojos y asiente con un gran movimiento. “No he estado de vuelta desde ese día, así que tal vez es tiempo de volver a ese lugar… juntos, contigo…”

Estoy dudando porque tengo miedo que sea demasiado doloroso para ella ir allí de nuevo, pero tiene razón. Tal vez esto pueda ayudarla a sanar su herida si afronta el problema de frente en lugar de esconderlo bajo la alfombra. Entonces la siento tirar de mi brazo. Cuando pongo mi atención en ella, su rostro es solemne y hay una súplica en sus brillantes ojos.

Es posible que piense que mi presencia pueda darle la fuerza que necesita, así que me preparo y respondo, “Estoy más que dispuesto a acompañarte. Sin embargo, queda un poco distante para ir a pie si es que queremos regresar acá a tiempo para la cena. Todavía necesito llevarte de vuelta al Hogar de Pony esta noche, ¿Recuerdas?” Decido aun no mencionarle nada sobre su diario, el cual he planeado devolvérselo antes o después de la cena.

“Comprendo,” Murmura después de cierta consideración. “Entonces, ¿Qué te parece la idea?”

No tengo más alternativa que sugerir a manera de disculpa, “Siento decir que solo podemos llegar allí montando a caballo.”

Como esperaba, inhala profundamente, con su rostro torciéndose en una mueca de desaprobación. Tiempo atrás cuando vivíamos juntos en el apartamento Magnolia, la primera vez que me contó sobre el fatal accidente de Anthony, dijo que no había vuelto montar a caballo desde entonces. Aunque Terry había tratado de ayudarla a ahuyentar los perturbadores recuerdos de la traumática experiencia, arrastrándola a la fuerza a montar a caballo con él, realmente no alivió sus sentimientos negativos resultantes de aquel accidente que cobró la vida de su joven amor.

Pronto, ella deja salir un largo suspiro de pesadumbre y yo respondo, “Vamos a olvidarnos de eso Candy. ¿Qué tal si vamos—”

Pero ella interviene con una mirada determinante, “¡No! Ya he tomado una decisión.”

La conozco muy bien a estas alturas. Ella es una persona de carácter fuerte. En otras palabras, casi nadie puede influir en su opinión una vez se ha determinado a hacer algo. Eso me recuerda aquella noche en el Parque Central de Chicago cuando cuidadosamente insistió en persuadirme que la dejara cuidar de mí viviendo juntos. Oculto un suspiro y convengo, “Claro Candy. Por favor sígueme.”

Mientras nos dirigimos juntos hacia los establos, pregunta si tengo alguna idea donde exactamente quiere que la lleve. Contesto en tono melancólico, “Sí, lo sé. También estuve allí.”

“¿Estuviste?” Pregunta con sus ojos doblados en tamaño e incredulidad, extendiéndose por su rostro.

“Si… tú colapsaste y fui yo quien te levantó del suelo cuando el médico anunció la muerte…”

Mi voz se apaga mientras recuerdo ese terrible momento. No puedo decirlo en voz alta, ni siquiera ahora. George y yo les estábamos observando desde lejos ya que nos dimos cuenta que se habían apartado de la multitud a propósito, así que les seguimos por detrás. Cuando escuchamos un chillante relinchido, seguido poco después por un grito, nuestros rostros palidecieron. George inmediatamente montó su caballo para ir en busca del médico del lugar y en ese momento, oré con la esperanza que nada serio hubiera ocurrido, pero ya era demasiado tarde. Mientras momentos después desmontaba y di una mirada al rostro sin vida de Anthony, sentí que no podía respirar. Nunca olvidaré la pausa enfermiza durante la que mi corazón, cesó de latir por completo y el mundo parecía haber dejado de girar.

Parece que Candy está absorta en sus pensamientos cuando estoy poniendo la silla de montar en el lomo del caballo. “Esta yegua castaña tiene un temperamento manso, así que creo está bien para ti, Candy.”

Sorpresivamente, tiembla e incluso mueve su cabeza con una expresión de preocupación, como si el miedo estuviera brotando de su interior. Frunzo las cejas mientras pregunto, “¿Has cambiado de parecer?”

Mueve aún más su cabeza. Creo que comprendo que pasa por su mente, así que aclaro mi garganta y pregunto, “¿No quieres montar el caballo tú sola?”

Incluso bajo la tenue luz en los establos, la mirada de timidez que brilla a través de sus ojos es inconfundible. Así que sugiero, “Montemos entonces el mismo caballo.”

Sus facciones se alegran en seguida, y una sonrisa casta aparece en su rostro mientras ensortijo un poco su cabello. Entonces escojo un Mustang ya domado en vez de la yegua, que debe ser lo suficientemente fuerte para llevarnos a ambos. Después que la silla de montar está puesta en su lugar y el cincho está correctamente ajustado, primero monto a horcajadas sobre el caballo antes de tomar su mano para luego alzarla. Ella se sienta frente a mí, viendo hacia el frente con ambas piernas a un lado del caballo. Cuando está lista, tomo las riendas antes de dar una patada suave en el flanco del caballo.

La ilustración está hecha específicamente para la versión en español de ‘The Diary’ (El Diario), dedicada a mi amiga, ¡Quevivacandy!

 

Una vez el caballo empieza a trotar, Candy parece tensarse y se recuesta sobre mi pecho como buscando apoyo. Me siento ligeramente aturdido cuando un dulce aroma floral fluye hacia mí proveniente de sus cabellos dorados. Tiene un toque de lirios, tan diferente a los diversos tipos de perfume usados por las damas de la alta sociedad. Como deseo poder decirle en este momento que ella es única en el mundo, tan especial y diferente a las demás.

Aproximadamente unos diez o quince minutos después, nos estamos acercando hasta el lugar donde sucedió el accidente hace años. Con sentimientos encontrados, creo que ya es hora de desmontar y continuar a pie. Esta también es mi primera vez en regresar a éste lugar ya que yo mismo lo he evitado. Sin embargo, sé que no debo decepcionar a Candy. Si ella es lo suficientemente valiente para volver a visitar el lugar del accidente, entonces ¿Por qué yo no?

Mientras conduzco el caballo hacia un árbol de tronco delgado y ató las riendas alrededor de éste, Candy observa hacia arriba en dirección a los verdes árboles en pensativo silencio. El pasto es bordeado por coloridas rosas silvestres y jacintos completamente florecidos están por doquier. Las mariposas están revoloteando alrededor de nosotros, los pájaros están piando encima en lo alto y las ardillas están corriendo alrededor. El sol brillante de la tarde brilla sobre el despreocupado bosque, haciendo que toda el área se vea encantadora, como sí en este momento hadas podrían aparecer volando de la nada.

Cuando regreso a su lado, su rostro está contrayéndose en una serie de sentimientos que van desde el dolor a la tristeza. Yo mismo no puedo dejar de sentirme desanimado y triste. En poco tiempo, ella solloza, “Por mi culpa… por mi culpa Anthony se…”

Las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas; su cuerpo se estremece y sus labios tiemblan. Apenas puedo creer que ella se eche toda la culpa por la muerte de Anthony. En ese momento, estoy inundado por una marejada de emociones paralizantes, no es tu culpa Candy. Me gustaría volver atrás el reloj para repararlo todo…

El hecho que ella debe haber sufrido por dentro todo este tiempo, taladra mi cabeza y quiebra mi corazón en un millón de pedazos, así que doy un paso hacia delante para halarla cautelosamente hacia mis brazos, dándole toda la fuerza que me queda. Ella esconde su rostro en mi pecho sin ninguna vacilación. Entonces inclino mi cuello para asegurarme me escuche, “Candy, fui yo quien te adoptó… también fui yo quien ordenó la cacería del zorro.”

Ella permanece inmóvil al sonido de mi quebrantada voz y en segundos da rienda suelta a un torrente de sollozos ahogados. Unas cuantas lágrimas amargas escapan también de mis ojos y resbalan por mis mejillas. Me apresuro a cerrar los ojos para retener las lágrimas. Con mi brazo izquierdo la atraigo aún más cerca de mí, suavemente acaricio su espalda con mi mano derecha en un intento por consolarla. Me consuelo en saber que se siente lo suficientemente segura para liberar todas sus emociones internas, así que no puedo desmoronarme ahora. Tengo que ser fuerte por la mujer que amo desde lo más profundo de mi corazón.

Algunos momentos más tarde, su llanto disminuye y me aparto un poco de ella y le hablo de la manera más tierna posible, “Candy, nadie puede predecir qué es lo que nos espera a la vuelta de la esquina. El accidente no fue culpa de nadie.”

En respuesta, levanta sus ojos brillantes hacia mí y jadea, “L-Lo siento… He hecho un gran desastre… en tu camisa fina…”

Sí, la parte superior de mi camisa está empapada por sus lágrimas y se me adhiere como una segunda piel, pero no puede importarme menos. “Candy,” Murmuro su nombre con cariño. No puedo evitarlo. “Las heridas emocionales no pueden sanar si continuas luchando contra tus propios sentimientos. En realidad ha ayudado que hayas llorado sacando todo sentimiento que tenías dentro.”

Entonces extiendo la mano para limpiar con mis pulgares sus mejillas manchadas de lágrimas. Ella se sonroja pero sigue sosteniéndome la mirada, con los extremos de su boca tirando lentamente hacia arriba. En este instante, mi amor por ella se apodera de mí y me inclinó hacia abajo para darle un prolongado beso en la frente, después en la mejilla. Cuando me enderezo momentos después, ella me da una tímida sonrisa, que me encanta. Realmente tengo que hacer todos los esfuerzos posibles para reprimir el impulso de tomar sus labios con los míos. Así que me obligo a ver hacia otro lado y comento, “Candy, ¿Nos vamos?”

En el camino de regreso, dejo que el caballo camine en vez de trotar. El sol ya está poniendo en el cielo y el paseo a caballo es mucho más placentero, al menos para mí lo es. Siento como si un peso hubiera sido quitado de mis hombros. De la misma manera, Candy no se ve tan tensa esta vez a pesar de que todavía apoya su espalda contra mí. En medio de este cómodo silencio, reflexiono sobre qué ha pasado allá en el bosque y estoy más que feliz que hayamos ido allí hoy. Creo que es algo muy significativo para los dos, incluso un gran avance para mí. Sabiendo que ambos hemos estado desconsolados y en profunda agonía por el trágico accidente, pareciera haber disminuido la angustia dentro de mí. Me pregunto si ella tiene la misma sensación. Aunque Candy y yo no nos vemos más todos los días, el vínculo que tenemos va más allá de la amistad. Lo que hemos vivido juntos hace unos momentos ha hecho que nuestro vínculo sea aún más fuerte, al igual que nuestras almas están conectadas y nuestros corazones pueden comunicarse sin palabras.

‘… Tu dolor me llama.

Toca mi corazón.

Despierta algo dentro de mí

Y vengo a ser uno contigo en tu dolor.

Tal vez no sea capaz de aliviar tu dolor,

Pero el entenderlo, compartirlo,

Hace que sea posible para ti soportarlo…‘ [1]

Mientras una suave brisa sopla contra sus largos rizos, su cabello hace cosquillas en mi nariz. Entones gira su cabeza hacia un lado para mirarme, preguntando, “Albert, ¿Alguna vez te he dicho lo que Rosemary le dijo a Anthony poco antes de morir?”

Cuando muevo mi cabeza lentamente, ella recita, “Así como las flores se marchitan y vuelven a crecer más hermosas que antes, también las personas una vez muertas renacen todavía más hermosas en nuestro corazón…”

Las palabras me golpean fuertemente. Estoy aturdido sin palabras porque nunca había escuchado decir esto a Rosemary. Mientras mi mente trata de registrar lo que Rosemary quiso decir, Candy agrega sombríamente, “Cuando Anthony me dijo esto, no me percaté que lo iba a aplicar para él también.”

Suena deprimente, pero tiene sentido. Ellos son nuestros seres queridos, así que los recuerdos de ellos viven en nosotros. Mientras les recordemos, ellos nunca se desvanecerán, nunca se difuminarán y nunca desaparecerán. Medito por qué Rosemary dijo esto a su pequeño hijo en aquel momento. Posiblemente ya estaba muy enferma y su instinto le dijo que sus días estaban contados. Por lo que ella, utilizó estas palabras para consolar a Anthony, para prepararlo ante su inminente partida. Supongo que ella no esperaba que su hijo viviría poco tiempo. Recuerdo al pequeño Anthony y a mí llorando su muerte, y al mismo tiempo, con mis ojos nublados, vi a George y a Vincent derramar lágrimas. Desde entonces, mi cuñado se ha aparecido raramente en nuestras reuniones familiares. Esto me recuerda la fuerte oposición que tuvieron antes de su boda.

Así que le dejo saber a Candy sobre la historia de amor de Rosemary y Vincent. A pesar de pertenecer a una clase social inferior, Vincent nació y fue criado en una buena familia. Rosemary era normalmente una persona apacible y amable, pero fue muy obstinada e inflexible a la hora de pelear por su propia felicidad. “Candy, yo era muy joven para entender lo que estaba pasando en esos días, pero aún recuerdo lo que ella le dijo a la Tía Elroy.”

“¿Qúe le dijo?” Pregunta Candy, levantando su cabeza hacía mí.

“‘Vincent no tiene linaje ni dinero para ser recomendado, pero él es el hombre al que yo amo. No hay nada que me haga feliz sino pasar mi vida con él. Si esto no me es posible, estoy dispuesta a renunciar al apellido Andrew para siempre.'” [2]

Veo a Candy parpadear en desconcierto y agrego, “Eso indudablemente hizo que mi tía se pusiera furiosa. Estaba ardiendo de la ira. Tengo la impresión que si mi tía no hubiera querido a Rosemary como su propia hija, la habría abofeteado inconscientemente.”

Candy jadea suavemente. Después, comento “Lo creas o no, lo que Rosemary dijo se metió en mi mente y no me ha abandonado desde entonces. Al igual que ella, yo solamente me casaré por amor. Nadie y quiero decir nadie, puede forzarme en contra de mi voluntad a casarme con una mujer que ni siquiera conozco.”

Ella me mira con los ojos muy abiertos, estudiando mi rostro, como si con eso estuviera tratando de comprender el significado oculto detrás de mis palabras. Muy a pesar mío, no puedo apartar mis ojos de ella por el momento. Aunque sus ojos están un poco hinchados por las lágrimas, para mí se ve extraordinariamente hermosa. En segundos, se sonroja ante la intensidad de mi mirada y voltea a ver hacia otro lado. Sus párpados se mueven suavemente en medio de su rostro, enmarcados por sus suaves rizos rubios que se están tornando como oro pulido bajo el sol. Poco después de esto, estamos de regreso en los establos y siento que ya es hora de mi veredicto. No debo aplazarlo por más tiempo, así que trago saliva y cambio de tema, “Candy, ¿Estás interesada en ver algunos retratos de la familia Ardley?”

Ella mueve su cabeza de arriba hacia abajo, con su rostro todavía sonrosado. Mientras la llevo por el pasillo dentro de la mansión, reconoce los entornos y pregunta, “Esto nos lleva hacia el solárium, ¿No es así?”

“Correcto,” Respondo. “¿Recuerdas que esa es una de las habitaciones donde colocamos los retratos de los miembros de la familia que han fallecido?”

“Sí, por supuesto. Albert, ¿Cómo voy a olvidar ese día?” Pregunta con una significativa sonrisa.

Le devuelvo la sonrisa, conociendo que ella se refiere al día que había venido con la única misión de conocer a su tutor en el solárium. Al acercamos más a esa habitación, más aprehensivo me pongo. Estoy a punto de conocer su reacción al ver su antiguo diario.

El solárium da hacia el este y recibe una generosa cantidad de luz en las mañanas, por lo que naturalmente puede estar relativamente oscuro por las tardes. Sin embargo, desde que ésta habitación siempre ha sido mi escondite favorito, cuando estoy en la mansión, el mayordomo se asegura que esté iluminada lo suficiente para para que yo pueda venir a cualquier hora durante el día. Por lo que, mientras abro las puertas de vidrio de doble hoja, Candy está asombrada por la suave y tenue iluminación en el interior. Es un gran contraste con el día que vino aquí por primera vez por la mañana hace muchos meses. En la actualidad, se han puesto lámparas en lugares estratégicos cerca del suelo de la amplia habitación, logrando un ambiente ideal para la meditación o la reflexión.

Ella entra y se pasea alrededor de la habitación, haciendo una pausa de vez en cuando para admirar cada retrato. Camino después de ella en silencio y pacientemente espero a que descubra su diario, que lo he colocado en el centro del único escritorio del lugar. Hace preguntas de vez en cuando sobre mis ancestros, mis padres y Rosemary. Después, detiene sus pasos y se queda mirando un retrato que me muestra de adolescente vistiendo un Kilt. Me pregunto si puede reconocer que ese chico era yo y no Anthony, así que decido mantenerme en silencio. Entonces hace un comentario, sonando divertida, “¡Oye!, sin duda te pareces mucho a tu hermana y a Anthony…”

Así que la pintura no la ha engañado pero su voz se desvanece mientras sus ojos de alguna manera se posan sobre el objeto que descansa sobre el escritorio. Levanta la mirada bruscamente hacia mí por una fracción de segundo antes de colocar sus manos sobre el diario, levantándolo con mucho cuidado como si fuera muy delicado para tocarlo. Esto es suficiente para hacer que mi sangre hierva y que mi corazón lata como loco. Pensé me había preparado para esto, pero ahora que ha llegado el momento, el no saber qué es lo que seguirá casi me paraliza. Por lo que me doy vuelta viendo hacia la ventana y pongo la mirada a la distancia hacia la nada. Tomo un largo y profundo suspiro para obligarme a calmarme. Entonces comento, “Debería haberte devuelto tu diario antes… porque esto es… muy importante para tí.”

Para mi desgracia, mi voz suena apagada, como un murmullo. Pero de todos modos, cierro mis ojos por unos pocos segundos preparándome para enfrentar cualquier consecuencia. Después hablo en voz alta, “Así que me iré para darte algo de privacidad.”

Esta vez, mi voz es neutral. En el instante siguiente, doy grandes zancadas a través de la gran habitación, pero escucho un fuerte sonido sordo antes de que ella se apresure para detenerme. Fija sus ojos en los míos por un breve momento antes de decir en un tono agradable, “Albert, gracias. Por favor recuérdame llevarlo conmigo a casa.”

Noto que su diario está de vuelta en el lugar que estaba, sobre el escritorio. Imagino que está siendo cortés y considerada o quizás desea tomarse su tiempo para releer su diario más tarde. Consigo poner una sonrisa en mi rostro y comento, “Claro, de todos maneras es hora de la cena.”

Candy y yo amamos la naturaleza y las actividades al aire libre y me gustaría tener una cena íntima con ella en un ambiente relajado. Por lo que, paseamos despreocupadamente en el bote río abajo hacia la cabaña del bosque, una pequeña casa campestre donde Candy conoció al Sr. Pirata por primera vez. El bote no es otro que el bote en forma de cisne que Stear inventó hace años específicamente para Candy, el cual yo ya he reparado antes del día de hoy. Ella está eufórica al escuchar mi plan para la cena de hoy y una vez llegamos a la cocina dentro de la cabaña del bosque, nos ponemos a trabajar para preparar juntos una comida sencilla. Observo que ha mejorado mucho en sus habilidades culinarias y cuando elogio su desempeño, su rostro irradia de orgullo.

El aire está bastante fresco afuera. El haber cenado al aire libre ha elevado nuestros espíritus, especialmente con la magnífica puesta de sol como fondo, un inmenso mural hecho por Dios. Estamos maravillados con el entorno espectacular. No solo nosotros somos testigos de la transformación del cielo, donde un espectro de colores cálidos es mostrado, rosa, morado, rojo, oro y naranja, pero también disfrutamos las vistas y los sonidos de varias criaturas del bosque.

Mientras el sol se oculta detrás de las montañas, comento en tono flemático, “Candy, ya está siendo hora que te lleve a casa.”

Por una fracción de segundo, la tristeza se vislumbra a través de sus facciones, pero pronto se recupera y pone una cara alegre mientras asiente. Había ordenado que alguien nos recogiera cerca de la cabaña del bosque, así que mientras esperamos por el auto, hablo sobre otras cosas para aligerar mi estado de ánimo aunque ya extraño a Candy profundamente. Ella responde amablemente, sus ojos esmeralda reflejando el brillo de la complacencia.

Más tarde, la llevo de vuelta hacia el solárium para que tome su diario y digo “Tengo otro regalo para ti, Candy. También he comprado algunos recuerdos para los chicos del Hogar de Pony. Por favor espérame aquí.”

“No,” Se opone. “¿Puedo ir contigo en lugar de quedarme aquí?”

Encojo los hombros como respuesta y ella toma el diario sobre el escritorio y me sigue. Le muestro mi regalo envuelto en una caja grande con papel muy fino y un listón. Ella lo recibe con entusiasmo infantil y pregunta si puede abrirlo ya. Muevo mi cabeza y suelto una risa. “Candy, por favor se paciente.”

Frunce sus labios haciendo una mueca, la cual me hace reír. Ahora que la luna ha salido, está un poco frío, así que le ayudo a ponerse el abrigo de primavera que llevaba temprano. Entonces el mayordomo envía un par de miembros del personal doméstico para ayudarnos a llevar todos los regalos hacia el auto y cuando todo está listo, abro la puerta del copiloto y le digo con una ligera inclinación, “¿Está usted lista, mi señora?”

Estamos mucho más callados durante el viaje como sí ambos estuviéramos perdidos en nuestros propios pensamientos. En cuanto a mí, no sé cuándo voy a poder visitarla de nuevo y cuando lo haga, lo más probable es que ya habré conocido cuál es mi papel en su vida. Independientemente de lo que pase, necesito recordarme que su felicidad es todo lo que me importa. Sí, soy humano y tengo mis propias debilidades, pero no debo seguir evitando este asunto.

Al momento que llegamos al Hogar de Pony, los chicos ya se encuentran en sus camas. La Señorita Pony y la Hermana María vienen a ayudarnos para llevar todos los regalos hacia el orfanato y cuando hemos terminado, digo con gran pesar, “Necesito irme ahora.”

Candy inmediatamente ofrece, “Déjame que acompañarte afuera.”

Por lo tanto, me despido de la Señorita Pony y de la Hermana María antes que Candy y yo caminemos hacia el auto. Pongo una sonrisa forzada y coloco mis manos sobre sus hombros. “Candy, ha sido un largo día para ti, así que—”

Ella interrumpe mi oración arrojándose hacia mí. Mi corazón se derrite cuando envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y apoya su mejilla sobre mi pecho, aunque muy brevemente. Entonces se separa y dice con los ojos húmedos, “Buenas noches, Albert. Que tengas buen viaje a casa.”

Le doy un suave beso en la mejilla y respondo, “Buenas noches. Por favor escríbeme. ¿De acuerdo?”

Asintiendo, se despide de mí agitando su mano. En ese momento me doy la vuelta para arrastrarme de regreso hacia el auto. Una vez pongo en marcha la ignición, le digo, “Cuídate, Candy.”

Ella responde preguntando, “Tú también. ¿Te volveré a ver pronto?”

“Lo intentaré.” Es todo lo que puedo decir en este momento. Mientras conduzco alejándome, decido no ver hacia atrás.

Continuará…

Notas de pie de página:

[1] Extracto de “Dolor Espiritual” por Jean Varnier.

[2] Esta línea está tomada de la carta de Candy para Anthony en el epílogo de CCFS. La he parafraseado un poco para esta historia.

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4

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