Ms Puddle's Haven

No sé si es amor: Capítulo I “Memorias” (Parte 1)

“Damas y caballeros, por favor escuchen,” anuncié valientemente, dándole la cara a los invitados quienes estaban vestidos con sus mejores galas para la gran fiesta de compromiso. “Yo, Candice White, ¡no voy a comprometerme con Neil Leagan!”

Como era de esperarse, la Tía Abuela Elroy estaba completamente aturdida por este súbito cambio en el curso de los acontecimientos. Por un momento, no hubo ni un sonido o susurro por parte de los invitados porque nunca nadie en esta familia se atrevió a oponerse a la Señora Elroy en público. El lujoso salón de baile estaba tan silencioso que alguien podría escuchar la caída de una aguja, y todos podían ver que la Señora Elroy estaba echando humo en estos momentos a causa de mi insolente comportamiento.

Por fin, la Tía Abuela se levantó de la silla para confrontarme, su voz sonando enojada, “¿De qué estás hablando?”

Entendí que en su cabeza ella estaba gritando, ¡Discúlpate en este momento, jovencita!

Pero yo estaba resuelta a no retirar mis palabras. Justo cuando estaba por defenderme, escuché a alguien irrumpir a través de la puerta estilo francés, y una conocida voz masculina declaró fuertemente, “Lo que Candy dijo es cierto. Ella no va a comprometerse con Neil.”

Casi instantáneamente, la Tía Abuela Elroy se llevó una mano en su boca, con los ojos muy abiertos por el miedo. Ella balbuceó en voz baja, “William… se supone que debes estar en Lakewood…”

La expresión de pánico total en su rostro era simplemente sorprendente, por lo que todos los ojos en el salón naturalmente se desplazaron a la desconocida, alta e imponente figura con cabello rubio ondulado, que se miraba increíblemente apuesto en un impecable traje negro. Los invitados parecían estar cautivados por este joven porque se podría decir, que su sola presencia había perturbado significativamente a la Señora Elroy, lo que los hizo estar aún más curiosos por saber quién era él.

Yo sabía que Albert había prometido que él se haría cargo por mí de este compromiso forzado, pero nunca me había esperado que él iba a presentarse. Por otro lado, yo estaba simplemente estupefacta como todos los demás de que la Tía Abuela hubiera reaccionado de esta manera por su abrupta aparición.

“¿Qué estás haciendo aquí?” la fuerte y severa voz de Neil rompió el tenso silencio, capturando la atención de todos nosotros. A estas alturas, él estaba parado al lado de la Señora Elroy buscando apoyo, señalando desdeñosamente con su dedo a Albert.

En respuesta, Albert avanzó hacia su tía con absoluta confianza, ignorando la condescendiente pregunta de Neil. Neil no podía pasar este insulto y furiosamente rugió, tratando a Albert como a un vagabundo, “¡Vete a tu casa! ¡Este no es tu lugar!”

No hace falta decir, que Neil no tenía ni idea a quien le estaba gritando. No siendo Neil lo suficientemente observador para ver que la Tía Abuela Elroy se veía bastante mortificada ahora, prosiguió, tratando de destrozar la reputación de Albert, “¡Tía Abuela, este es el hombre de quien te había hablado. Él tenía amnesia y estuvo viviendo con Candy!”

Poco me esperaba que Neil revelaría el hecho frente a todos los invitados, que Albert y yo habíamos vivido juntos. Al instante los invitados empezaron a murmurar algo sobre lo que acababan de escuchar. Supe entonces que quizás no me había comportado apropiadamente viviendo con un hombre en el pasado, pero yo confiaba en que Albert sabría cómo manejar este lío ahora, así que permanecí parada en donde me encontraba y decidí dejar que el destino siguiera su curso.

Absolutamente asombrada por lo que Neil dijo, la Señora Elroy solamente pudo voltearse hacia Albert, tartamudeando, “Este es…”

“Si,” afirmó Albert con expresión seria, aparentemente no afectado por lo que otros pudieran pensar sobre él. “Eso es correcto. Antes sufrí de amnesia y Candy fue la persona que cuidó de mí cuando estuve enfermo.”

“¿Fue ella…?” entonó la Señora Elroy, cambiando su mirada de regreso a mí con una expresión de arrepentimiento formándose gradualmente en su rostro.

Sin embargo, Niel estaba muy disgustado que la Tía Abuela aún no había tomado ninguna medida sobre su acusación hacia Albert, así que impacientemente hizo una pregunta, “Tía Abuela, ¿Qué está haciendo él aquí?”

Cuando la Tía abuela se giró de lado para ver a Neil de frente sin decir una palabra, él continuó fuertemente, “Por favor, ¡Date prisa y échalo fuera!”

“¡Cállate Neil!” lo amonestó la Tía Abuela, hablando por fin. “Él es…”

Pero Albert la paró con su firme voz, “Déjame hacerlo a mí.”

Solamente entonces todos los murmullos cesaron, y los invitados se sentaron en silencio, esperando por Albert. Él se giró sobre sí galantemente y avanzó un poco hacia el frente, presentándose a él mismo de manera articulada, “Damas y caballeros, mi nombre es William Albert Ardley.”

Su auto-presentación como el patriarca de la familia sacó jadeos audibles de todas las personas presentes en el gran salón de baile, a excepción de la Tía Abuela y de mí. A juzgar por las expresiones faciales y gestos de los invitados, ahora podían entender el por qué la Señora Elroy estaba visiblemente humilde delante del joven. También noté una expresión de asombro en el rostro de Archie. Sus ojos estaban abiertos como platos, señalando a Albert con incredulidad. [1] Patty y Annie se veían también muy sorprendidas.

En pánico, Neil corrió hacia su madre, la Señora Leagan, quien parecía muerta de miedo y bastante asombrada como para hablar. Su plan fue descubierto y el verdadero Tío Abuelo William estaba allí para apoyarme. En ese momento, escuché a la Tía Abuela preguntarle a Albert en voz baja, “¿Por qué has venido sin avisar?”

Albert respondió plácidamente, lo suficientemente claro para que todos escucharan, “Porque nunca permitiré que mi importante hija adoptiva sea comprometida sin mi consentimiento.”

La Tía Abuela bajo la cabeza avergonzada y respondió con una voz apenas audible para las personas alrededor de ella, “Iba a informártelo inmediatamente después—“

Antes que ella pudiera terminar la oración, Albert replicó en voz alta y con la expresión bastante severa, “¡Inmediatamente después hubiera sido demasiado tarde!”

La Tía Abuela solamente pudo quedarse con la boca abierta y muda ante él, evidentemente sobresaltada por la fuerte reacción de Albert. Nunca había visto antes a Albert tan enfadado con alguien, y susurré su nombre sin pretenderlo, “Albert…”

Este era el Señor William, no el amable y gentil Albert con quien yo estaba más familiarizada. Fue evidente para todos ver que el Señor William quedó extremadamente ofendido de que la Señora Elroy hubiera evitado obtener a propósito su consentimiento antes de la fiesta de compromiso, pensando ella, que siempre podría informárselo después que esto sucediera. Su abierto reproche a la Señora Elroy no solo indicó para todos los invitados presentes su posición de autoridad en la familia Ardley, sino también mostró que él estaba dispuesto a dar la cara por mí de ser necesario, incluso ante su tía. Yo estaba profundamente conmovida por todo esto.

Sin esperar por la respuesta de su tía, Albert dirigió sus palabras hacia Neil y su familia, “Neil, lo siento, pero Candy será quien decida con quien quiere casarse.” Albert habló en tono autoritario, como si él simplemente estaba informándoles su decisión y los Leagan no tenían otra opción más que cumplir sus órdenes.

Neil estaba enrojecido de la rabia, completamente consciente que el Tío Abuelo William no era alguien con quien se puede jugar. A pesar de todo, Neil murmuró algo para sí mismo en lugar de responderle al Tío Abuelo William. Pronto, su cuerpo se comprimió y su semblante se agravó, con una expresión de repugnancia atravesando su rostro. Sin previo aviso, se apresuró a dejar el salón ya que no podía tolerar más ser humillado frente a todos los invitados. Eliza, quien estaba visiblemente mortificada por todo el incidente, me lanzó una feroz mirada asesina antes de salir también detrás de Neil. Me sentí mal por los Leagan, pero también estaba aliviada que mi compromiso con Neil, gracias a Albert, ahora conocido como el Señor William, quedaba anulado. Incluso la Tía Abuela ya no insistió más, y todo el drama había terminado.

A pesar que la fiesta de compromiso de alguna manera se había convertido en la fiesta de presentación del Señor William, a ninguno de los invitados pareció importarle sobre este drástico cambio. Ellos disfrutaron bastante con la exquisita comida que fue servida y con la bella música que estaba siendo interpretada por una orquesta en vivo. Cuando estaba tratando de encontrar a Archie, Annie y Patty entre la multitud después de la recepción del almuerzo, sin querer escuché algunas conversaciones a las espaldas de Albert, comentando acerca que la Señora Elroy se retiraría como la matriarca de la familia ya que el Señor William había hecho su aparición al fin. Algunos de ellos estaban bastante sorprendidos que él fuera bastante joven y guapo cuando todos solían pensar que él era un débil anciano.

Entonces inesperadamente Albert apareció a mi lado, hablándome al oído por la fuerte música, “Candy, ¿Me esperarías por el lago? Me reuniré contigo enseguida.”

No me esperaba que el Tío Abuelo William, siendo la cabeza de la familia, pudiera escaparse de la fiesta, así que felizmente me vi obligada e inmediatamente descarté la idea de encontrar a mis amigos. Mientras iba de camino para salir del salón de baile, le di un guiño a Albert y él me lo devolvió con una sonrisa permaneciendo en su lugar. Para ser sincera, estaba emocionada que él quisiera reunirse conmigo en privado. Desde el momento en que George había ido a recogerme ayer en la cabaña del bosque, había extrañado mucho a Albert y no podía sacarme su rostro de la mente, recordando hasta el más mínimo detalle de cómo yo había descubierto su verdadera identidad y el maravilloso tiempo que habíamos compartido después de eso.

En camino hacia el lago, mientras caminaba por el jardín bien cuidado detrás de la magnífica mansión, vi a Neil llorando en los brazos de su madre. Solamente estaba agradecida que ellos no me vieron. Entonces escuché sin querer a la Señora Leagan hablar acerca de ir a su mansión en Florida. Sonó como si ellos probablemente permanecerían allá por algún tiempo. Francamente, no podía concebir que pasaba por la mente de Neil, pero estaba más que aliviada ya que no iba a encontrarme con él por un buen tiempo.

Mientras estaba paseando por el sendero que conducía al lago, aún con el sol de la tarde en lo alto del cielo, no sentía calor para nada debido la suave brisa que mecía los árboles y arbustos alrededor de mí. Mientras disfrutaba de la belleza y serenidad del entorno, el pensamiento que yo estaba caminando en territorio propiedad del Señor William Albert Ardley cruzó por mi mente.

¿Quién podía haber imaginado que el joven despreocupado, llamado Albert, que amaba a los animales y disfrutaba viajando por todos lados por sí mismo era en verdad el enigmático Señor William disfrazado? Ahora que lo pienso, habíamos estado viviendo juntos pretendiendo ser hermano y hermana por poco más de un año antes que él desapareciera de mi vida en una noche nevada, y solamente entonces yo me había dado cuenta que él ya se había recuperado de la amnesia.

No había visto venir esto en absoluto porque sólo pocos meses antes de su desaparición, Albert había sugerido que deberíamos compartir todo el uno con el otro a partir de ese momento, incluyendo la angustia y la felicidad. Estando muy conmovida para hablar en ese entonces, con lágrimas en los ojos, había asentido sinceramente con la cabeza en señal de aprobación. Podía fácilmente hacer esta promesa con él ya que siempre había estado cómoda compartiendo con Albert mis pensamientos y sentimientos, incluyendo las cosas que no podía siquiera contarle a Annie. Había creído que él se había sentido de la misma manera, que él también podía compartir todo conmigo.

Aun así, ¿Qué había pasado? Él había decidido dejarme sin dejar rastro.

(Inicia el flashback)

Recordé como me desplomé en el suelo envuelta en lágrimas después de leer su carta de despedida, sintiéndome devastada ya que él había desaparecido sin dejar alguna información para contactarlo. Él solamente había dicho “Nos encontraremos de nuevo algún día.”

En la carta él decía, “Te he causado problemas”, y para mi sorpresa él había dejado una gran cantidad de dinero para mí como reconocimiento. Yo estaba bastante molesta que él había usado la palabra “problema”. ¿Era eso lo que él había sentido durante su estancia conmigo, que él me había dado problemas? ¿A caso no sabía él que era todo lo contrario?

A su partida, se había llevado inadvertidamente el sentimiento de hogar y bienestar con él. Después de aquella noche, no me volví a sentir la misma en ese lugar, el apartamento solía ser ocupado por Albert y por mí. Yo era reiteradamente afligida por la nostalgia, especialmente por las noches cuando me sentía más vulnerable. En particular, recordaba a menudo lo sucedido después de la noche que él había venido a casa más tarde de lo usual y me encontró tirada sobre periódicos dispersos en el suelo de nuestra habitación. Él me había recogido y llevado hasta la cama en sus brazos. Luego se había disculpado en tono arrepentido por haberme escondido esos viejos periódicos. Yo me había despertado, pero había mantenido los ojos cerrados fingiendo seguir dormida. Entonces, sorpresivamente, había sentido sus cálidos dedos sobre mi rostro y sobre mi rizado cabello, suavemente enjugando los restos de mis lágrimas y quitándome el cabello del rostro. También pude sentir el calor que su cuerpo irradiaba por la cercana proximidad, su aroma envolviendo todos mis sentidos. Todo el tiempo su toque había sido tan relajante y yo había tomado consuelo sabiendo lo mucho que se había preocupado por mí.

Cada vez que este incidente resurgía en mi mente, era casi imposible para mí el no derramar lágrimas. En todo caso, he perdido la cuenta de cuantas veces he pasado noches intranquilas y de insomnio anhelando que él vuelva, llorando hasta quedarme dormida, y acurrucándome en su almohada en la parte inferior de la litera – anteriormente su cama.

Incluso en mis horas de vigilia, cuando quiera que recuerdo los agradables momentos que compartí con él, a menudo evoqué una profunda ternura dentro de mí, recordando cuan fácilmente podíamos terminar la frase del otro e intuir el estado de ánimo del otro sin siquiera hablar.

Debo reconocer que nunca había compartido una conexión emocional tan profunda con nadie más en mi vida. Cuando me di cuenta que Albert era alguien especial y ya no solamente un hermano mayor para mí, deseaba fuertemente saber si él y yo teníamos los mismos sentimientos.

Esto me llevó de vuelta a la pregunta de cuándo exactamente se había recuperado. En su carta de despedida él escribió, “Gracias a ti he recuperado la memoria; sin embargo… nunca tuve el valor para confesarlo”, lo que implicaba que él podía habérmelo ocultado ya por bastante tiempo. En base a nuestro acuerdo original, viviríamos juntos hasta su recuperación, así que ¿Era creíble que él hubiera preferido quedarse a mi lado?

Cuando reflexioné sobre esto en los meses pasados, no podía creer que no hubiese sospechado nada en absoluto. Sin embargo después de considerar los evidentes cambios en el estilo de vida de Albert desde que renunció al trabajo de lavaplatos, tuve la certeza que él probablemente se había recuperado cuando me había informado de su nuevo trabajo en el zoológico como consultor de animales. Desde entonces, había estado tan ocupado que tenía que irse muy temprano a trabajar y comprar la cena casi todos los días, trabajando incluso los domingos. Cuando los rumores sobre él, que era un miembro de los pandilleros habían comenzado a circular, yo había descubierto que él me había mentido sobre su trabajo en el zoológico. Confundida, molesta y herida, con todo me había resuelto a confiar en él, a pesar de sentirme incomoda sobre dónde y cómo él obtenía el dinero extra de vez en cuando.

También recordé que cuando Albert había propuesto compartir la felicidad y angustia conmigo en el campo, acababa de comprar un viejo auto usado debido a su supuesto nuevo trabajo en el zoológico. Si mi suposición es correcta, para entonces su memoria ya había regresado. En los meses posteriores a ese día, estando tan ocupado, no había tenido muchas oportunidades de hablar con él como solíamos hacerlo. A pesar de todo en su tiempo libre, él siempre había sido muy atento y cariñoso conmigo. Por ejemplo, aún recuerdo vívidamente como me había consolado después de la trágica muerte de Stear, sentándonos juntos en lo alto de la copa del árbol, colocando su brazo alrededor mío y dejando que me recostara sobre él.

Poniendo todo esto en perspectiva, no podía dejar de creer que él también sentía algo especial por mí. Sin embargo, no podía comprender que fue lo que esencialmente hizo que él decidiera dejarme después de haber escuchado a escondidas la conversación con la casera. ¿No había escuchado también que yo iba a mudarme con él porque había confiado en él no importando lo que otros habían dicho sobre él? Sé que debió haberme escuchado decirlo ya que en su carta había apreciado mi confianza en él.

Estos pensamientos y preguntas sin respuesta me estaban volviendo loca. Sin embargo lo que más me exasperaba era que yo tenía la sensación que Albert se estaba escondiendo de mí deliberadamente.

Puede ser amor… pero no lo sé…

Sabe a besos mi almohada,
Madrugada y él no está
Solitaria en mi cama, si él me ama
Por qué se va.

Es amor o no es amor, no lo sé.

No sé si es amor, pero lo parece
Con el soy feliz, pero vivo sin él
No sé si es amor pero crece y crece
Tan dentro de mí, que se ve a flor de piel.

Qué curioso siempre juntos,
Él con nadie, yo con él
Y se me escapa de los dedos,
Medio ángel, medio cruel.

Eso es amor o no es amor, Yo no lo sé.
… 
No sé si es amor, pero lo parece
Y me temo que yo estoy loca por él
No sé si es amor todo puede ser,

Es algo cálido,
Es algo íntimo. [2]

Sin embargo, opté por no abrirme con nadie sobre la intensidad de mis sentimientos por Albert, pero creo que le Dr. Martin podía sentirlo. Un día cuando yo estaba desocupada en la clínica, me senté a dibujar un retrato de Albert. Después que el Dr. Martin se había reído de mi pésimo dibujo infantil, se ofreció a dibujar uno para mí, el cual era increíblemente realista. Después, mientras caminaba en la nieve rumbo a casa, comparé su dibujo con el mío cuidadosamente. Un sentimiento profundo de añoranza inundó rápidamente mi corazón e incluso consideré pedirle al Dr. Martin que dibujara muchos más para poder pegarlos por todos lados en el vecindario.

Desde que Albert se había marchado aquella noche de invierno, los días se habían convertido en semanas y las semanas en meses. Todavía no tenía ninguna noticia de él. Entonces, en un hermoso día de primavera, vi un paquete en la puerta del apartamento cuando regresaba del trabajo. Mientras lo levantaba, reconocí enseguida su caligrafía y con impaciencia revisé quien era el remitente para asegurarme. Me llené de alegría y de alivio al saber que por fin Albert se había puesto en contacto conmigo, dándome un precioso abrigo de primavera. En el momento en que leí su breve nota, “Candy, estás en mi mente donde quiera que vaya”, estaba más que encantada porque su nota insinuaba que él también me extrañaba. Así que me decidí a seguirle la pista simplemente basada en la dirección de envío, creyendo que era una pista por parte de él. No tenía ni idea donde quedaba Rockstown, pero deseaba sinceramente que él estuviera allí esperando mi llegada.

Debía admitir que estaba poniéndome desesperada por encontrar a Albert. Más allá del hecho que anhelaba verle de nuevo, estaba muriendo por encontrar las respuestas a las preguntas en mi mente. En consecuencia, compré un boleto de tren y me dirigí a Rockstown tan pronto como tuve el permiso del Dr. Martin. Desde que Albert había enviado el paquete desde allí, alguien en la oficina de correos debió haberle visto, así que traje su retrato conmigo, el que dibujó el Dr. Martin. Estaba llena de esperanza por reunirme con Albert de nuevo en Rockstown y me puse el abrigo de primavera porque quería que él me viera vistiendo su regalo.

Pero para mi gran sorpresa, rumbo a la oficina de correos, vi un gran letrero con el nombre de Terry afuera de una inmunda y miserable carpa, un teatro temporal. Presa por la incredulidad, mis pies me llevaron dentro de la carpa. ¡El penetrante olor a cigarro y alcohol era sofocante! Había esperado mucho tiempo antes que Terry hiciera su aparición, aparentemente ebrio. Era apenas capaz de permanecer de pie sobre la plataforma de madera y mucho menos podía actuar. Pude apenas creer lo que veía, y lágrimas estaban cayendo por mis mejillas sin detenerse. ¿Era este el mismo joven a quien una vez había amado? ¿Aquel que había actuado en los extravagantes teatros de Chicago y Nueva York?

Inevitablemente, el pensamiento que Terry estaba en negación porque no podía olvidar su amor por mí me vino a la mente. Cuando toda clase de recuerdos pasados con él me inundaron de nuevo, casi me desmayé. Pero al poco tiempo, firmemente me recordé a mí misma que había hecho lo correcto al romper con Terry, a pesar de haber sido una de las decisiones más difíciles de mi vida.

¿Cómo podría nunca olvidar aquella noche en la azotea del hospital? En medio de la tormenta de nieve, en el momento que había intentado detener a Susana de saltar de la azotea, la dolorosa verdad que ella había perdido la pierna por Terry, me había golpeado como un estallido en mi pecho.

Poco después de eso, había presenciado como Terry se había apresurado a regresar del estreno para ir con Susana y como la había llevado cuidadosamente en sus brazos de regreso a la habitación. Todo esto había confirmado mi pensamiento – Terry ya había elegido a Susana por encima de mí. Después de haberlo pensado seriamente a solas, me hice a la idea de renunciar a Terry completamente consciente que si yo hubiera insistido en continuar mi relación con él, le hubiera hecho pasar un tiempo difícil. Poniendo una falsa sonrisa en mi rostro, le había comunicado a Terry sobre mi decisión, y él lo había aceptado sin protesta alguna. Justo entonces, mi corazón se partió en miles de pedazos, incapaz de aceptar que él me estuviera dejando ir así nada más, aunque lloró al último instante mientras me abrazaba por detrás. Sus lágrimas me habían destrozado, sabiendo que este había sido el último abrazo que íbamos a compartir. Sus últimas palabras hacia mí fueron “prométeme que serás feliz.”

Desde la ruptura, ¿Cuánto dolor había yo pasado obligándome a olvidar a Terry? Doy gracias a Albert por haber permanecido conmigo durante esta dolorosa etapa. Sin su apoyo, no podría imaginarme que hubiera sido de mí durante aquellos difíciles momentos.

De repente, la fuerte y segura voz de Terry me sacó de mis viejos recuerdos, y era evidente que se le había pasado la borrachera por alguna razón. Cuando escuché el aplauso de la audiencia, fue más que confortante ver que Terry estaba de vuelta con su antigua seguridad en él, un actor nato en el escenario. Por lo tanto, consideré que era tiempo de irme porque no tenía la intención de quedarme y hablar con él. Después de todo, le había prometido a Susana no volver a verlo.

En lugar de quedarme, le hablé a Terry en mi mente diciéndole que él no pertenecía ahí, y que debería regresar a Broadway y a Susana. Ella era quien realmente lo necesitaba a su lado. Así que en silencio salí de la carpa, deseando genuinamente que ellos fueran felices, porque yo sería feliz si ellos lo eran.

Tan pronto como pude respirar el aire fresco del exterior, recordé mi propósito original en esta ciudad. Me limpié los ojos y me determiné a encontrar a Albert. Mientras iba rumbo a la oficina de correos, me sobresalté a causa de una mujer llamándome por detrás por mi nombre. Cuando cautelosamente me di la vuelta, me encontré a la madre de Terry, la Señorita Eleanor Baker.

No me esperaba que ella pudiera reconocerme e inclusive invitarme a ir a un restaurante con ella. Ella tuvo la confianza de decirme sobre la prolongada depresión de Terry y cuanto ella se había preocupado por él a causa de ello. Pude sentir su dolor y la angustia de estar viendo a su hijo sufrir, debió haber sido insoportable.

Curiosamente, la Señorita Baker estaba muy segura que Terry me había visto hace un momento incluso en aquellas condiciones de poca iluminación, y eso explicaba por qué de repente se le había pasado la borrachera. Yo honestamente no quería tomarme el crédito en absoluto, y no estaba muy segura sobre las intenciones de ella por hacerme saber todo esto. ¿Acaso no sabía ella que Terry ya se había comprometido con Susana? Tal vez la Señorita Baker había mal interpretado que yo hubiera llegado a Rockstown, buscando a Terry. Si era así, ella estaba completamente equivocada. Yo había llegado por alguien quien significaba mucho para mí. Aquel que me había ayudado mucho en el pasado y yo había deseado entrañablemente reencontrarme con él de nuevo.

Con todo, tenía una fuerte fe en que Terry eventualmente se despertaría de su pesadilla y regresaría a Broadway, persiguiendo el sueño de su vida. Por lo tanto, no mucho tiempo de después de eso, decidí que era hora de decirle adiós a la Señorita Baker y me fui del restaurante. Desafortunadamente, la oficina de correos ya había cerrado, así que empecé a buscar a Albert muy temprano a la mañana siguiente por toda la pequeña ciudad, empezando primeramente por la oficina de correos. Mostré su retrato a casi todas las personas con las que me encontraba en la calle, pero ninguna de ellas podía reconocer su rostro.

En el camino de regreso a mi casa en el tren, no habían palabras para poder describir mí decepción y frustración. Me seguía preguntando ¿A dónde podría haberse ido Albert? Y ¿Por qué él me había enviado ese paquete desde esa pequeña ciudad?

Entonces algo me golpeó. ¡Albert estaba tratando de hacerme regresar con Terry! En cierto sentido, ver a Terry de nuevo fue un paso muy importante para mí, como si pudiera cerrar este capítulo de mi vida. Sin embargo me sentí tremendamente triste contemplando por qué Albert había arreglado aquel encuentro. ¿Quería él que me reconciliara con Terry? ¿Por qué otra cosa había hecho esto?

Otro mes había pasado desde el viaje a Rockstown, y todavía no tenía noticias de Albert. Me sentí aún más sola que antes porque ya había renunciado a la esperanza que él alguna vez pudiera aparecerse de nuevo en mi vida. Simplemente no podía aceptar el por qué él parecía haber cortado todos los lazos conmigo. Odiaba estar viviendo sola en ese apartamento, donde fácilmente podía recordar el tiempo con Albert casi por todos lados.

Un día, sintiéndome desolada y con el corazón roto, vi un grupo de niños jugando fuera del edificio del apartamento, llevando algún equipo de pesca con ellos. En ese instante, me decidí a mudarme de vuelta al Hogar de Pony o a algún lugar cerca de allí para que poder visitar a mis madres con frecuencia. Justo entonces, escuché a alguien llamando a la puerta del apartamento.

Mi corazón dio un vuelco mientras me preguntaba si podría ser Albert al otro lado de la puerta—el momento que había estado esperando por meses. Contuve la respiración mientras abría la puerta. Desafortunadamente era George, quien vino a recogerme para ver a la Tía Abuela Elroy. Más tarde, me enteré sobre mi forzoso compromiso con Neil.

La Tía Abuela fríamente me informó que era una orden del Tío Abuelo William. Mis lágrimas y mi tergiversada visión de mi padre adoptivo debieron haber obligado a George a desobedecer al Señor William por primera vez en su vida, y fue lo suficientemente amable para indicarme con detalles sobre cómo encontrar al Tío Abuelo William en la Mansión de Lakewood sin ser notada por el personal de servicio.

Capítulo I “Memorias” (Parte 2)

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Notas de pie de página:

[1] Esto es un extracto de la carta de Candy para Archie en Candy Candy Final Story, que es diferente en la versión manga.

[2] Letra oficial en español de la canción “No sé si es amor” de Roxette (1989). No es la traducción al español de la letra en inglés “It Must Have Been Love”.

 

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