Cuando salí del baño, vistiendo la pijama a juego con la de Albert y secándome el cabello con la toalla, me sorprendió verlo en el dormitorio leyendo el periódico mientras me esperaba.
“Pensé que dijiste que me esperarías en la antesala.”
El me hizo un guiño y bromeó con una sonrisa, “Ciertamente alguien pasó mucho tiempo en la ducha.”
“Siento haberte hecho esperar,” respondí avergonzada con una sonrisa.
Él asintió comprensivamente y comentó, “Está bien. De todos modos no iré a ninguna parte hoy.”
“Bueno, mientras me estaba duchando, mi mente simplemente divagó sin que me diera cuenta,” dije mientras me sentaba frente a la cómoda y tomaba mi cepillo para el cabello.
Albert se acercó a mí y estiró su mano, solicitando, “Por favor permíteme, Candy.”
A él le gustaba cepillar mi cabello, lo que absolutamente me encantaba, así que yo estaba más que dispuesta a permitirle cepillarlo porque él casi nunca tenía tiempo para hacerlo. Siendo un responsable hombre de negocios, casi siempre se marchaba temprano por las mañanas para ir a trabajar.
Entonces le escuché decir, “Candy, me encanta como se mira tu cabello mojado.”
“¿En serio?” le respondí con deleite. No era la primera vez que él decía esto. Ahora que ya era una mujer casada, se suponía que no debía dejar mi cabello suelto, pero él prefería verme así.
Mientras que me cepillaba el cabello con suavidad, de manera casual preguntó, “¿Entonces a donde te llevó tu mente, querida?”
Entonces le conté. A estas alturas, él había terminado de cepillarme el cabello y me hizo un gesto para que viera mi reflejo en el espejo, entonces le di una sonrisa de aprobación y empecé a atármelo con una cinta pero sin apretarla. Con sus manos sobre mis hombros, él se inclinó para darme un beso en la mejilla y dijo, “Una vez más, tengo que darte las gracias por cuidar de mi tía, Candy. Sin ti, no sé qué hubiera pasado con ella.”
“Ni lo menciones, Albert. Sinceramente le doy gracias a Dios por darme la fuerza y la perseverancia durante esa época difícil.”
De hecho, cerca de medio año atrás, la Tía Elroy pudo caminar finalmente de nuevo usando un bastón, pero quiso residir en Lakewood porque le encantaba la tranquilidad y calidez de aquel lugar.
Entonces él tomó mi mano y sugirió, “¿Abrimos los regalos ahora?”
Cuando caminábamos hacia la antesala, traje a colación el tema, “Albert, algunas veces no puedo evitar reflexionar sobre esto. ¿Qué hubiera pasado si la Tía Elroy nos hubiera prohibido casarnos en aquel entonces? ¿Nos hubiéramos fugado?”
Negando con la cabeza, él respondió mi pregunta en tono solemne, “Candy, no te olvides que yo soy la cabeza de la familia. Este molesto papel puede ser muy estresante en ocasiones, pero es muy útil especialmente cuando tengo que hacer las cosas a mi manera. Aunque mi tía era muy estricta conmigo cuando yo era menor de edad, ella ya no tiene poder sobre mí desde que me convertí en adulto. ¿Recuerdas que yo te adopté hace años bajo mí autoridad? Por mucho que a ella le haya disgustado la idea, no pudo revertir mi decisión, ¿Correcto?”
Le asentí estando de acuerdo, entonces comentó, “Además, cuando Archie quería casarse con Annie, ¿No fui yo quien les dio la autorización a pesar de que mi tía, los padres de Archie y los Leagan se habían opuesto fuertemente en contra de ellos? Entonces, ¿Por qué no podía casarme yo con alguien a quien amo?”
Hizo una pausa y detuvo sus pasos, dejando que sus palabras fueran asimiladas. Por un momento, me le quedé mirando en respuesta hasta que hablé más alto, “Cierto… quien en la familia realmente se te puede oponer…”
Su boca se curvó en una tierna sonrisa antes que él añadiera, mirándome a los ojos, “De hecho, cuando decidí revelarte que yo era tu Príncipe de la Colina, estaba preparado para comenzar una seria relación con la intención de casarme contigo. No hay duda de que podía prever obstáculos en nuestro camino, pero tenía la seguridad que podíamos vencer esos problemas juntos. Si hubiera sabido que no había forma en que pudiéramos casarnos, yo no me habría confesado ante ti en la Colina de Pony sino que hubiera preferido seguir guardando el secreto-“
Antes que él pudiera terminar de hablar, prácticamente me arrojé sobre él, haciéndolo retroceder un par de pasos. “¡Woohoo!” exclamó, rodeando mi espalda con sus brazos. “¿Qué es esto tan repentino?”
“Nada… solo sentí ganas de hacerlo,” le susurré y lo abracé con todas mis fuerzas. Él bajó su cabeza y apoyó su barbilla en la parte superior de mi cabeza por un minuto antes de comentar, “Mi única preocupación en ese entonces era que tú no me aceptaras.”
“¿Por qué no iba a aceptarte? Yo no podía encontrar las palabras para describir la euforia que sentí cuando supe que el hombre al que amaba era en realidad mi príncipe. No me di cuenta antes de eso, pero se sentía tan bien el que hubiera vuelto con mi primer amor.”
Continuamos abrazándonos por un tiempo hasta que decidimos ponernos manos a la obra, así que nos sentamos en un sofá frente a la mesa de centro de la antesala, en donde Albert había colocado los regalos. El regalo de la Tía Elroy venía con un letrero de advertencia ‘Manéjese con cuidado’ y era muy pesado y muy voluminoso, por lo que con cautela lo desenvolvimos. Cuando pudimos ver el contenido, nos quedamos boquiabiertos ya que ambos estábamos anonadados y sin palabras. Era un mundo en miniatura del bosque cerca de la cabaña del bosque en Lakewood, incluyendo la cabaña, las plantas, los animales, el bote en forma de cisne en el río y la cascada. El modelo parecía extraordinariamente realista y las bellísimas flores dispersas por el campo estaban hechas de varias piedras preciosas.
Mientras estábamos admirando los finos detalles del modelo, Albert tomó la palabra para romper el silencio, “Este es un regalo muy significativo para nosotros, y mejor deberíamos darle las gracias a la Tía Elroy tan pronto como sea posible.” Yo estuve de acuerdo con él de todo corazón, así que planificamos hacerle una llamada telefónica a Lakewood alrededor del mediodía cuando ella ya estuviera allí para el almuerzo.
Después que Albert puso el modelo en miniatura en un lugar seguro y procedimos a abrir los otros regalos. El segundo regalo era del orfanato Corazones Puros. Dado que la Sra. Thompson había fallecido, el Sr. Spencer ahora era el encargado. Yo también me involucré bastante en el funcionamiento del orfanato, haciendo trabajo voluntario como dar clases o recolectando fondos. Los chicos habían hecho a mano una embarcación con muchas formas de corazones y los dos corazones más grandes se superponían parcialmente con nuestros nombres impresos. El resto de corazones mostraba los nombres de los chicos.
“Candy, ¿Le informarás al Sr. Spencer que nos iremos de Chicago?”
“Si, lo haré. Seguramente voy a extrañar a los chicos, pero encima de todo, quiero estar contigo, Albert.”
“Necesito que me apoyes también, Candy,” dijo, acariciando con cariño algunos cabellos húmedos que estaban sobre mi rostro y presionó sus labios contra los míos. Fue un beso tierno y prolongado, que derritió mi interior.
Cuando de mala gana separamos nuestros labios, él bromeó sobre sí mismo, “Mejor debo detenerme ahora antes que vuelva a perder el control de nuevo.”
“Me encantaría eso, mi príncipe,” respondí apresuradamente con una pícara sonrisa. Él no dijo nada en respuesta pero la amplia sonrisa atravesando su rostro, indicaba que él estaba encantado con mi respuesta.
Justo cuando estábamos a punto de abrir el siguiente regalo, repentinamente me recordé de Lucy, quien también solía ayudar en Corazones Puros. “Albert, ¿Sabes que Lucy ahora está estudiando para ser enfermera en el Santa Juana? Ella me dijo que quería seguir mi camino,” Terminé la pregunta con orgullo.
Él se me miró fijamente por un momento antes de preguntarme, “Candy, ¿Te arrepientes de ya no trabajar más como enfermera? Desde que nos casamos-“
Rápidamente lo interrumpí dándole un gran abrazo, asegurándole, “¡Para nada! ¡Soy increíblemente feliz ahora por estar casada contigo, Albert! No cambiaría nada por eso.”
“Pero estudiaste muy duro para tus exámenes en ese entonces,” comentó con la voz apenada.
Me separé de él y lo miré directo a sus luceros azules, “Tienes razón… me esforcé mucho entonces e incluso saqué excelentes calificaciones, ¿Pero adivina qué? Yo estaba muy motivada porque el Dr. Leonard me dijo que no podía cuidar de ti en la habitación 0 a no ser que pudiera aprobar los exámenes.”
Él inmediatamente me tomó entre sus brazos y enterró su rostro en mi hombro, balbuceando con la voz apagada, “No sé qué más decir ahora, Candy.”
Yo suspiré de satisfacción y comenté en tono reconfortante, “Entonces no digas nada.”
Momentos después, fuimos a abrir el regalo del Hogar de Pony, que consistía en dibujos de los chicos del orfanato después de la renovación. La Señorita Pony y la Hermana María también nos escribieron una larga carta para felicitarnos y expresarnos su gratitud una vez más.
“Oh, no les he escrito a mis madres por algún tiempo ya. Albert, por favor recuérdamelo después, ¿De acuerdo? También les escribiré para hacerles saber acerca de nuestro traslado a Londres.”
“Claro, y por favor dales mis saludos. Ellas siempre han sido muy amables conmigo,” dijo sinceramente.
Yo asentí y comenté, “De hecho, una noche cuando estaba escribiéndote una larga carta, ellas me dijeron que estaban fascinadas por nuestra historia, de cómo nos habíamos conocido la primera vez por casualidad en la Colina de Pony y como terminamos enamorados a pesar de venir de mundos completamente diferentes.”
“Eso es verdad. ¿Quién podía haber pensado que una niña llorona, con el tiempo se convertiría en la mujer más importante de mi vida?”
Lo que él dijo hizo que a ambos nos diera otro ataque de risa. Después que nos calmamos, abrimos el regalo de Patty y Scott, quienes nos regalaron un par de relojes de pulsera a juego.
Entonces dije, “Albert, no creo que sepas esto. ¡Patty acaba de comprometerse!”
“¿Es eso cierto? ¡En verdad esas son estupendas noticias! ¡No puedo esperar para felicitar a Scott y a Patty!” exclamó Albert con alegría. Scott era un ingeniero mecánico de Massachusetts y alrededor de un año menor que Albert. Ellos se llevaban muy bien porque a ambos les gustaba construir y reparar cosas.
“Lo sé. ¿Puedes creer que la fecha de parto de Annie está programada para el mes siguiente? Así que fui a visitarla la semana pasada, y Scott y Patty estaban ahí también. No lo había visto antes tan feliz.”
Habíamos conocido a Scott por Archie. Un día, cuando el auto de Archie se había averiado cerca de la escuela de postgrado donde él estudiaba en Massachusetts, ocurrió que Scott se había detenido y lo había ayudado. A pesar de la diferencia de edades, Archie y Scott pronto se habían hecho buenos amigos porque por alguna razón Scott le recordaba Stear a Archie. Cuando Patty y Annie habían ido a visitar a Archie en Massachusetts, Archie le había presentado Scott a Patty, y él se enamoró de ella a primera vista. Sin embargo, Patty había estado muy renuente porque ella todavía no se sentía preparada para un nuevo amor en su vida. Por supuesto Scott no se había dado por vencido e incluso se trasladó a Chicago para continuar persiguiendo a Patty. Alrededor de medio año después, Patty de alguna manera había descubierto que la prometida de Scott había estado involucrada en un accidente automovilístico hace años y había muerto. Al igual que Patty, Scott había sentido que no podía amar de nuevo hasta que conoció a Patty, por lo que ella estuvo más dispuesta a una nueva relación. Fue entonces cuando empezó su noviazgo.
Annie y Archie nos regalaron un par de bellísimos cisnes de cristal junto a una breve nota: “Feliz Aniversario al Tío Abuelo William (solo estaba molestándote, Albert) y Candy! Los cisnes son considerados un símbolo de amor a causa de sus relaciones exclusivas de por vida. Ustedes realmente son el uno para el otro y ¡Esperamos escuchar buenas noticias de ustedes pronto!”
Después de leer la nota en voz alta, Albert preguntó fingiendo inocencia, “¿Qué quieren decir con buenas noticias, Candy?”
Con una sonrisa de vergüenza en el rostro, traté de distraerlo, “Olvidé contarte que Archie ya ha contratado a una niñera. Cuando él nos estaba mostrando en su casa la habitación del bebé ya decorada, nos contó que estaba ansioso por ser padre a pesar de que estaba muy nervioso.”
“Creo que entiendo cómo se siente. No es fácil ser padre. Es una lástima que nunca llegué a conocer a mi madre, y mi padre siempre estaba ocupado e incluso falleció estando en la flor de la vida,” dijo Albert melancólicamente.
Entonces sujeté sus manos con las mías, preparada para hacer cualquier cosa que lo hiciera sentirse mejor, y dije, “Albert, estoy segura que un día serás un estupendo padre.”
Contemplándome con ternura, sujetó mis manos en las suyas. “Tú definitivamente también serás una madre amorosa, Candy.”
Bajé la cabeza y evité su mirada, balbuceando, “Pero…”
“¿Pero qué?” rápidamente preguntó, frunciendo el ceño con preocupación debido a mi repentino cambio de humor.
Luego de luchar por un momento, decidí sacarlo de mi pecho. Después de todo, anoche le prometí a Albert que compartiría mis cargas con él. Temblando, dije, “Ha pasado un año y yo todavía… ¿Y si soy estéril, Albert?”
Mi pregunta lo tomó por sorpresa porque creí que esa idea nunca había pasado por su mente. De hecho, apenas y pude pronunciar la palabra por mi boca, tan terrible era el pensamiento, que me había estado molestando desde hace unos dos meses atrás. Fue entonces cuando la Caja de la Felicidad de Stear se había averiado. Yo estaba feliz porque Albert la había reparado sin problema antes de su viaje.
Entonces además agregué, “Estoy ansiosa porque tú eres el único varón-“. Sin demora, puso su dedo en mi boca para que me detuviera, atrayéndome amorosamente en su abrazo y colocando la palma de su mano sobre mi cabeza para consolarme. “Sé lo que tratas de decir, pero al preocuparte no se solucionará ningún problema. Además, eres muy joven y tenemos mucho tiempo por delante.”
“Pero ya pasó un año…” sollocé en sus brazos, enterrando mi cabeza en su cuello.
Entonces él me habló en un tono tranquilizador, “Candy, quise casarme contigo porque te amo y deseo pasar el resto de mi vida contigo, no para que me dieras hijos.”
Un gemido se escapó de mi boca antes de que pudiera darme cuenta, “Pero yo quiero tener un hijo tuyo, Albert.”
Por mi voz él pudo percibir que yo estaba desesperada, por lo que se estremeció un poco. Entonces sentí dos dedos levantar mi barbilla suavemente. Atrapó mis ojos con sus hermosos ojos azules y dijo, con evidente remordimiento en su voz, “Probablemente sea mi culpa porque a menudo estoy en viajes de negocios, pero definitivamente pasaremos más tiempo juntos de ahora en adelante.”
Habiendo dicho eso, se inclinó hacia adelante para poner su boca sobre la mía y darme un suave pero prolongado beso, acunando mi rostro en sus cálidas manos. Asombrosamente, me sentí tan amada y reconfortada; mis preocupaciones se desvanecieron y parecía que nada más importaba ahora.
Más tarde cuando él se apartó, le di mi regalo de aniversario, que era un retrato de nosotros dos. Comencé a tomar lecciones para aprender a dibujar poco tiempo después de nuestra boda, y esta vez estaba orgullosa de mostrarle mi dibujo a mi esposo como su regalo. Él me felicitó por mi progreso y planeó exhibirlo en su oficina junto a mi anterior dibujo infantil.
Un par de días después a nuestro aniversario, nos embarcamos en nuestro viaje a Londres. Albert había preseleccionado varias casas para que yo eligiera, y no me tomó mucho tiempo encontrar la que me encantó. Desde la terraza, no solamente podíamos ver el río a lo lejos, sino también se veía un pequeño jardín de rosas y muchos narcisos. Por lo tanto, Albert finalizó la compra y se hizo cargo de la mudanza.
Luego él pasó una semana conmigo en Escocia simplemente para relajarse justo como lo había prometido. Esta fue como nuestra segunda luna de miel, y prácticamente éramos inseparables, saboreando cada beso y cada roce. Ambos nos sentimos renovados disfrutando de maravilloso exterior, que el estado del tiempo nos permitió, y leyendo libros o charlando frente a la chimenea por las noches.
Después de estas breves y bien merecidas vacaciones, Albert me llevó por Europa, viajando de una ciudad a otra. Pero él tenía que trabajar durante el día con George, así que yo misma me fui a hacer turismo. Esta era la época de la posguerra después de todo, y todavía pude ver los escombros por aquí y por allá, pero las cosas estaban mejorando notablemente.
Pocos días antes que regresáramos a Chicago, Annie había dado a luz a una hermosa niña. Ellos la llamaron Ingrid, y Patty y Scott habían solicitado ser los padrinos, lo que ellos aceptaron sin ningún reparo. Cuando todos nos reunimos en su casa una semana después del nacimiento, nosotros unánimemente coincidimos en que Ingrid se parecía bastante a su padre, con el mismo color de cabello y los mismos brillantes ojos azules. Las lágrimas seguían llegando a mis ojos, y en todo el tiempo Albert nunca se apartó de mi lado.
Cuando la Tía Elroy estaba sosteniendo a la pequeña Ingrid en sus brazos, su alegría era tan evidente por sus constantes sonrisas. Todo mundo alrededor de ellos estaba arrullando a la bebé, y Archie bromeó con una amplia sonrisa, “No la vayan a mal criar, ¿De acuerdo?” Incluso Annie repitió lo mismo después de él.
Me pareció que Albert estaba preocupado por mis sentimientos, así que cuando él me llevó aparte en privado, le aseguré, “Albert, no me malinterpretes. No estaba llorando porque estuviera perturbada. De hecho, estoy más que feliz por Archie y Annie.”
Él negó con la cabeza y dijo, “Candy, no es por eso que te aparté de ellos. ¿Sabes que te ves muy pálida? Sé que no te estabas sintiendo bien esta mañana-“
Como si para probar que él tenía razón, sentí tanta náusea que tuve que salir corriendo al baño antes que él pudiera terminar la oración. Asustado, él corrió detrás de mí. Frotándome la espalda, preguntó, con la voz exudando ansiedad, “¿Debo llamar al doctor?”
Al igual que ocurrió esta mañana, realmente no vomité, pero solamente pude mover mis manos negando. De hecho, este era solo uno de los síntomas que había estado sintiendo desde ayer. Con mis conocimientos médicos, ya sospechaba lo que estaba sucediendo, pero no quería darle falsas esperanzas a nadie.
Cuando finalmente pude levantar la cabeza, un par de preocupados ojos azules me saludaron. “Candy, vayámonos a casa y descansemos, ¿Está bien?” dijo mientras protectoramente colocaba su brazo alrededor de mi hombro. Yo no quería causar conmoción, pero me dolió ver a Albert preocupado por mí, así que nos disculpamos y nos fuimos a casa después de eso.
Camino a casa, con dificultad podía esconder mi felicidad interna, pero decidí que la primera cosa que haría mañana sería ir a una revisión médica con el Dr. Leonard. Después de saber que tenía un retraso en mi período por una semana, y junto a mis otros síntomas, él pudo deducir de manera segura que yo estaba esperando. [1] En ese momento, casi sentí ganas de gritar de la felicidad. Dios había respondido a mis oraciones, y todo lo que necesitaba era informárselo a Albert en su oficina.
Cuando él escuchó las buenas nuevas que le estaba contando, estaba anonadado cuando menos. Por un momento pareció quedarse inmóvil por la incredulidad, y entonces de repente me estrechó en sus brazos y me besó con fuerza como si no quisiera dejarme ir. Después, cuando me acompañó todo el camino hacia el auto donde mi chofer me estaba esperando, él me rogó que me cuidara pero al mismo tiempo me dijo que no me presionara.
Aun así, yo no estaba completamente optimista porque sabía que un aborto involuntario podía suceder, pero Dios me otorgó paz y para el tiempo que estuvimos listos para trasladarnos a Londres, ya estaba cerca de los cinco meses de embarazo. Fue ahí cuando empecé a preocuparme por otras cosas.
La noche anterior a que nos trasladáramos a Londres, Albert y yo estuvimos paseando por última vez por la orilla del lago detrás de la gran mansión de los Ardlay, disfrutando juntos de la gloriosa puesta del sol. Sentándonos en una fina banca con vistas al lago, coloqué mi cabeza contra su hombro mientras sus brazos se cerraban alrededor de mí. Entonces le pregunté mientras me frotaba con suavidad el vientre, “Albert, ¿Deseas tener una hija o un hijo?”
Él me dio una tierna sonrisa, colocando sus manos amorosamente sobre las mías en mi abultado abdomen. “Realmente no me importa, Candy. De cualquier manera, el bebé será nuestro y voy a adorarlo o adorarla por igual.”
Exhale un largo suspiro y dije, “Yo deseo que el bebé sea un niño porque quiero cumplir con mi responsabilidad como la esposa del único descendiente varón de una prestigiosa familia.”
Él suavemente argumentó, “No seas tontita, Candy. Para ser honesto, prefiero tener una hija primero para que ella cuide de sus hermanos menores al igual que Rosemary lo hizo conmigo.”
“¿Pero y si es nuestro único hijo?” Pregunté, casi sollozando.
“Entonces que así sea. Por mí está bien, Candy,” respondió. La serenidad de su semblante ya me hacía sentir mejor. Entonces él se inclinó para besar mi vientre y le habló a nuestro hijo nonato, “Por favor dile a tu madre que soy muy afortunado por tenerlos a ambos, y no pediré nada más.”
Con su mano todavía en mi abdomen, él se enderezó para besarme en los labios. Justo entonces, ambos sentimos al bebé moverse por primera vez, como si él o ella estuviera respondiendo a nuestro amor. Inevitablemente, las lágrimas llenaron mis ojos, y Albert también estaba tan emocionado que quería sentirlo otra vez, pero esta vez no tuvo suerte. Decidió aún no darse por vencido, así que empezó a cantar una canción popular escocesa que era su favorita para nuestro bebé, extendiendo sus largos dedos sobre mi vientre. Siempre me gustó como cantaba porque él tenía una voz muy dulce y suave. Por lo tanto, me le uní para cantar el coro, y nuestro hijo nonato concedió nuestro deseo en poco tiempo. En ese momento, me sentí tan afortunada por tenerlos a ambos conmigo y pensé para mis adentros, Albert tiene razón, el sexo no es importante después de todo.
Abrazándome a él después de eso, discutimos los nombres para el bebé. Albert me dejó escoger el nombre de niña y él escogería el nombre de niño. Escogí Rosemary mientras que él escogió Anthony como si los dos tuviéramos la misma forma de pensar, así que rápidamente estuvimos de acuerdo dándonos una sonrisa.
“Albert, si nuestro bebé es un niño, él se llamará William Anthony Ardlay, ¿Correcto?”
Él afirmó, “El primer nombre siempre debe ser William ya que es una tradición familiar.”
Esa noche retirándonos a nuestro dormitorio, mientras estábamos acostados abrazándonos en la cama, dije, “Albert, no importa lo que sea, ruego para que nuestro bebé sea saludable y feliz, y que Dios le conceda a él o a ella un alma gemela en la vida, justo como pasó contigo y conmigo.”
Con el rostro serio, él asintió. “Es verdad. Dios nos ha bendecido al tenernos el uno al otro. La vida nunca es perfecta, pero tenerte a ti hace que mi vida valga la pena, Candy. Antes pasamos por algunos altibajos, pero estoy seguro que juntos podremos afrontar cualquier problema que se presente.”
Cuando las hojas estaban cayendo por todas partes, nuestro hijo Anthony nació en Londres. Él parecía ser exactamente como un mini Albert, perfecto y hermoso como un ángel, lo que trajo incontrolables lágrimas a mis ojos. Mi príncipe estaba rebosante de felicidad por ser padre, meciendo al bebé en sus brazos, incapaz de creer que el pequeño bulto era su hijo.
“Vamos a criar a nuestro hijo juntos, Candy,” dijo Albert con la voz llena de emoción y con un brillo en sus ojos. “No será fácil, pero debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para que Anthony crezca feliz con el amor de ambos padres.”
“Si, nuestro hijo Anthony nos verá envejecer juntos, y nosotros lo veremos casarse y tener una familia,” respondí fervientemente con los ojos llorosos.
Asintiendo con la cabeza, él instó, “Como la Señorita Pony había dicho, no sabemos qué es lo que nos espera a la vuelta de la esquina, pero vamos a enfrentar el futuro juntos, Candy.”
Entonces nos abrazamos y derramamos las lágrimas del agradecimiento.
FIN
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Nota de la Autora:
¡Este ciertamente es un largo capítulo y les doy las gracias por leerlo! Pude haber escrito algo más pero creo que es tiempo que pare. Similar al capítulo anterior, este capítulo es solo mi imaginación basada en mi interpretación del manga, los extractos de Candy Candy Final Story (CCFS) y de la antigua novela Candy Candy. Scott, Ingrid y Anthony son personajes míos. Sobre el kilt que Albert llevaba puesto para la boda, saqué las ideas de un sitio en internet que vende kilts.
Para mí, para el tiempo que Albert reveló que él era el Príncipe de la Colina, el día en que Candy regresó al Hogar de Pony, ella ya estaba enamorada de él. Una y otra vez en las cartas privadas que ella le escribió y que siguieron al reencuentro, ella se dirigió a él como su príncipe. Estaba claro que Candy tenía fuertes sentimientos románticos hacia Albert porque cualquier chica en sus cinco sentidos no continuaría llamando a un hombre ‘mi príncipe’ si esta no estuviera enamorada.
Además, el sentimiento de añoranza del uno por el otro era muy palpable en sus cartas. Por ejemplo, Candy pronto cumpliría años después que Albert había revelado que él era su príncipe, y ella abiertamente le pidió su día libre como regalo de cumpleaños de tal manera que su príncipe pudiera pasarla con ella y hablar mucho con ella, lo que es bastante típico en una muchacha enamorada. De otra manera, ¿Por qué otra razón ella querría tanto la compañía de él? Y no solo eso, Albert tampoco pareció estar sorprendido por la solicitud de ella, como si eso fuera la cosa más natural que ella pudiera pedirle, e incluso él ya había preparado sus regalos por adelantado para hacerla feliz.
En el prólogo de CCFS, dice que la vida de Candy cambió significativamente el día que Annie fue adoptada por los Brighton, que también fue el día que Candy conoció a su Príncipe de la Colina. Entonces la historia de Candy Candy inicia contándonos como la pequeña Candy conoció a su príncipe, el hombre importante de su vida,
Entonces, la señora Mizuki, la autora de Candy Candy, puso las cartas entre Albert y Candy después que ella regresa al Hogar de Pony en el epílogo de CCFS. Es como si la historia concluyera diciéndonos que Candy y su príncipe se habían enamorado el uno del otro.
Nota de pie de página:
[1] La prueba de embarazo aún no estaba disponible en ese tiempo. Por favor corríjanme si estoy equivocada.