Disclaimer: Candy Candy y todos los personajes pertenecen a Kyoko Mizuki, las imágenes a Yumiko Igarashi y el anime a Toei Animation.
Nota: Creo que los sentimientos de Albert hacia Candy estuvieron presentes todo el tiempo, incluso aunque él sabía que Candy amaba a Terry. Él se sentía contento con permanecer a su lado para apoyarla sin pedirle que lo correspondiera.
En el manga, Candy no se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos hacia Albert, sino hasta que él desapareció de su vida. Honestamente, ¿cómo pudo vivir con un hombre tan atractivo, que además era amable y cariñoso con ella, durante tanto tiempo sin sentir algo? Encuentro esa situación un tanto increíble.
Desearía que Candy hubiera podido abrir sus ojos y ver a su hermano mayor bajo una luz diferente antes. Este capítulo está basado en la versión manga, y espero que disfruten la lectura. Cualquier retroalimentación es bienvenida.
Mi más sincero agradecimiento a SweetCandyAndley por invertir su precioso tiempo en la traducción de esta historia al español. Ésta versión no habría existido sin su tremendo esfuerzo. ¡Gracias Amiga!
-Ms Puddle
Capítulo 3: Despertar (Parte 1)
Candy regresó a trabajar después de su ruptura con Terry. Para distraerse de pensar mucho en él, intencionalmente trabajaba más que antes, tanto en casa como en el trabajo. Incluso después de la cena en casa, pasaba su tiempo libre mejorando sus conocimientos médicos.
Una noche, mucho después de la cena Candy continuaba estudiando, y escuchó una dulce voz masculina, “Candy, ¡sigues despierta!”
Por supuesto, se trataba de su atractivo compañero de cuarto. La miró preocupado, mientras estaba parado en el marco de la puerta de la habitación.
“¡Sí! Pronto terminaré este”, le contestó la ocupada enfermera. Entonces, ella le preguntó. “Albert, ¿ya has ido a la Clínica Feliz? Ya pasó un tiempo desde tu accidente automovilístico”.
“Aún no, pero lo haré,” murmuró mientras cerraba la puerta de la habitación, aparentemente evadiendo la pregunta.
Candy bajó su libro, pensaba, Desearía que Albert pudiera recuperar su memoria pronto para que podamos platicar de nuestro pasado juntos…pero ¿por qué no ha ido a ver al Dr. Martin? Debo hablar con él…
Cuando estaba a punto de continuar leyendo el libro que sostenía en las manos, repentinamente pensó que una vez que Albert se recuperara, regresaría a su antigua forma de vida, lo que significaba que se llevaría a Pouppe con él en algún viaje.
En ese momento, las imágenes de Terry, Stear y Albert aparecieron en su mente. Los primeros dos ya se habían ido, y dentro de poco, sería el turno de Albert. El terrible pensamiento la atacó, estaré sola de nuevo…
En un segundo, sus manos empezaron a temblar involuntariamente, y su libro parecía más pesado de lo habitual. Tengo miedo… ¿Seré capaz de sobrevivir? ¡No! ¡Se supone que estoy muy ocupada! ¡No tengo tiempo de pensar en todo esto!
Tomó rápidamente su libro. A pesar de intentar concentrarse, su mente se encontraba a millas de distancia. Albert se irá algún día… regresará a su personalidad de espíritu libre…
El momento en que él le había dicho adiós después de haberlo rastreado hasta el Parque Natural de Chicago resurgió en su mente. Había dicho algo como “Candy, te encontraré una vez que me haya recuperado…”
Sin duda alguna todavía recordaba cómo le había rogado que se quedara con ella como su hermano mayor, para que ella pudiera cuidar de él como paciente y pagarle por su amabilidad hacia ella. Desde entonces, el simple hecho de que la estuviera esperando en casa diariamente le había dado consuelo y felicidad.
Entonces recordó, no mucho después de que habían empezado a vivir juntos, una noche, cuando regresaba del trabajo, el departamento estaba vacío. Asumiendo que Albert había desaparecido, se sintió tan sola y miserable que sencillamente no podía darse por vencida. Creyendo que no había ido demasiado lejos, la manera en que lo había buscado desesperadamente aún estaba presente en su memoria. Más tarde había descubierto que Albert había estado buscando empleo, lo que significaba que tenía pensado quedarse con ella. No podía describir lo aliviada y complacida que se sintió después.
Para ese momento ya no se sentía con ganas de estudiar, así que guardó sus libros y se levantó de la silla. Sin saber por qué, sólo quería verificar si Albert aún se encontraba en la habitación, así que se escabulló cuidadosamente, y en silencio se rio de su propia tontería. Por supuesto, él estaba profundamente dormido con Pouppe a su lado, así que sin hacer ruido cerró la puerta sin perturbarlos.
Entonces se dirigió al baño para prepararse antes de dormir. Observó a su alrededor y vio las pertenencias de Albert junto a las suyas. Su cepillo de dientes, sus toallas y su ropa se encontraban ahí. Pronto todo esto se irá junto con su dueño…
Repentinamente, una ola sombría de desaliento se apoderó de ella. Si se preguntaba honestamente si temía vivir sola o si deseaba que Albert se quedara, la respuesta sería la segunda opción. Se dio cuenta de cuán importante era él para ella, y en realidad era ella quien estaba siendo cuidada, en lugar de ser al revés, como se había propuesto inicialmente. Todos estos años él había sido su refugio, en él siempre podía confiar. Ahora que habían vivido juntos por meses, no sólo era su querido hermano, sino que también se había convertido en su mejor amigo.
Con el corazón oprimido, se arrastró de regreso a la habitación. Mientras se subía a su cama, no pudo evitar mirar nuevamente a Albert mientras dormía bajo la tenue luz de la luna, y pensó con una tierna sonrisa, él puede dormir tranquilamente.
Desde la primera vez en que se conocieron cerca de la cascada, aunque él había ido y venido algunas veces a lo largo de su vida, siempre había estado presente en su mente cuando estaban separados. Como si estuvieran unidos por algún lazo invisible, de alguna manera sus caminos se cruzaban, especialmente cuando ella se sentía triste o se encontraba en problemas.
Recostada en su cama, dejó escapar un suspiro, reflexionando acerca del día en que lo atropellaron. Acababa de terminar con Terry en ese entonces, y simplemente no podía soportar la idea de perder a Albert también. Pero, ¿había sido porque acababa de perder a Terry? No estaba completamente segura de eso, pero las lágrimas que había derramado mientras tenía aquella pesadilla en donde él moría, habían sido auténticas. Mientras tanto, al recordar aquel sueño tan vívido, las lágrimas se agolparon en sus ojos nuevamente.
Sin embargo, al conocer a Anna después del accidente había abierto los ojos definitivamente. Había confesado sentir celos de Anna, de quien había pensado que alejaría a Albert de ella, pero ahora estaba consciente de que Albert era un adulto independiente; él podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. ¿Quién era ella para interferir en su vida privada? Después de todo, ella sólo era su enfermera o por así decirlo su hermana pequeña.
Aunque fuera doloroso, llegó a la conclusión de que no tenía derecho alguno para mantenerlo a su lado para siempre. Ultimadamente, ella debía aceptar el hecho de que él se iría tarde o temprano, en busca de su propia felicidad.
Por esa razón, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Seguramente iba a extrañar mucho a Albert cuando él partiera, pero estaba determinada a no entrometerse en su vida privada otra vez. Después de todo, estaba en su naturaleza anteponer el bienestar de los demás al suyo propio, y como su enfermera y amiga, ella debía continuar apoyándolo hasta que él estuviera listo para continuar.
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Era un día frío y con un poco de viento, pero el cielo era de un azul brillante, y el aire era suave. Por lo tanto, Candy decidió tomar un descanso durante su almuerzo en el trabajo. Fue a un espacio abierto afuera del hospital donde podía ver los trenes que iban y venían. Luego pensó en sí misma y en Stear, cada uno tomando un tren por motivos diferentes. Lo que había sucedido en Nueva York aún estaba fresco en su memoria, y ella recordaba claramente sus lágrimas y el agotamiento que sentía cuando regresó a casa. Sin embargo, el tiempo tenía sin lugar a dudas un extraño poder, y ella parecía estar recuperándose poco a poco de las penas.
“¡No sucumbiré ante la desgracia!” se había levantado bruscamente y se daba ánimos a sí misma hablando lo más alto posible.
“¿Sucumbir a qué?” bromeó Archie, sobresaltándola, al tiempo en que también veía a Annie y a Patty con él.
Habían traído noticias de Stear. Él se dirigía a Europa, y para el momento en que recibieron esta carta, él ya debía estar en Francia. Stear también había enviado una carta sólo para Candy. Mientras Patty se la entregaba, Archie se la arrebató antes de que Candy pudiera tomarla.
“Permíteme leerla,” había dicho Archie, aclarándose la garganta en exageración, y comenzó a leer con una cara alegre. En la carta Stear creía que Candy debía estar muy feliz de reunirse con Terry en Nueva York.
Después de que Archie terminó de leer, se sorprendió al descubrir que Candy se veía profundamente afligida. Ellos no esperaban esa reacción en ella. Después de un silencio incómodo, a pesar de que Candy no quería hablar de Terry ya, por fin reunió fuerzas para darles la noticia. Después de todo, ella les debía una explicación, y les dijo lo suficiente como para hacerles entender el dilema de Terry y su consecuente decisión. Tenía miedo de que si les daba muchos detalles, no sería capaz de controlar más sus emociones.
Viendo que Annie y Patty estaban llorando, Archie se sintió indescriptiblemente terrible. Ese día, cuando él había traído de vuelta a Candy desde la estación de tren, ninguno de ellos se había dado cuenta de que algo malo le había ocurrido, y que sólo se habían centrado en lo deprimidos que habían estado con la inesperada partida de Stear. Más tarde, después de que Archie la había llevado a su casa, la forma en que se había derrumbado en los brazos de Albert regresó a su mente.
“Candy, ¿le has dicho a Albert?” preguntó Archie aunque ya sabía la respuesta.
“Sí…” Candy asintió. “Pudo darse cuenta de inmediato que algo había sucedido entre Terry y yo, y le conté todo.” Al recordar cómo había vertido sus sentimientos ese día, cerró los ojos para contener las lágrimas antes de que se derramaran. Entonces miró hacia abajo y continuó con agradecimiento en voz baja, “Si Albert no hubiera estado allí para consolarme, no puedo imaginar lo que me hubiera pasado.”
“Candy, pensé que éramos las mejores amigas,” le dijo Annie en medio del llanto porque se sentía un poco decepcionada con Candy. “¿Por qué no nos lo dijiste?”
En ese momento Candy levantó la cara con su sonrisa usual y los exhortó a que no se preocuparan más por ella. Ella había decidido centrarse en su carrera a partir de ahora. Entonces rápidamente se excusó y los dejó atrás.
Era obvio para los tres que Candy estaba penosamente intentando parecer fuerte. Archie no pudo evitar concluir con tristeza, que Albert definitivamente tiene un lugar especial en el corazón de Candy. Ella puede confiar en él acerca de casi cualquier cosa. Nunca podré tener un papel tan importante en su vida; nuestra amistad, simplemente no se puede comparar con el fuerte vínculo que existe entre ellos.
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El tiempo pasó rápidamente, y Albert había estado trabajando como aprendiz de chef desde hacía meses. Una tarde, cuando el sol se ponía y las sombras de los árboles crecían, Candy iba camino a casa desde el trabajo sintiéndose exhausta y hambrienta.
Esta mañana Albert me prometió que prepararía unos platillos nuevos y deliciosos que había aprendido en su trabajo, y no puedo esperar. Realmente me estoy muriendo de hambre en este momento…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por alguien que la llamaba por su nombre. Se dio la vuelta y se sorprendió al ver a Anna sonriéndole. Por alguna razón, al saber que no era más que una amiga de Albert, ahora podía mirar a Anna cara a cara, sin embargo, Candy debía admitir que la observación de Albert acerca de la apariencia de Anna como “por encima de la media” era sin duda subestimada. De hecho, era una belleza. Su largo y grueso cabello castaño, ondulado realmente sobresaltaba sus rasgos delicados, y tenía unos hermosos ojos azules como los de Albert, sólo un ligero tono azul más profundo. Su sonrisa también era encantadora, y por encima de todo, no tenía pecas. Candy no pudo evitar sentirse un poco inferior en su presencia.
“¡Señorita Candy! ¡Qué bueno verla de nuevo!” la saludó la castaña, agitando la mano. Candy notó que ella era alta y delgada también.
“Hola Anna, por favor llámame Candy”, respondió ella con una cálida sonrisa. Tal como te refieres a Albert.
“Claro, Candy,” dijo Anna, sin dejar de sonreír. “¡No puedo creer que no te vea muy seguido!”
Candy recordó que la última vez que se vieron fue justo después del accidente de Albert, pero salió con una excusa válida, “Eso se debe a que es mi hermano el que hace las compras la mayor parte del tiempo.”
“Creo que tienes razón,” Anna estuvo de acuerdo después de pensarlo un poco. “Candy, ¿te importaría si hablamos un poco? ¿Tienes prisa?”
Candy no estaba segura de querer hablar con Anna; difícilmente la conocía, pero sería una grosería decirle que no, así que le dijo, “mi hermano me está esperando en casa para la cena, así que no tengo mucho tiempo, Anna.”
“¡Lo entiendo! Yo debería ayudar a mi mama para preparar la cena también, así que te prometo que no será por mucho tiempo,” le aseguró Anna, con una sonrisa radiante adornando sus labios.
Encontraron una banca en el parque aledaño y se sentaron, pero ninguna de las dos habló, como si estuvieran disfrutando del sonido de la brisa al rozar las hojas verdes. Después de un tiempo, la castaña alta finalmente dijo, “Candy, tienes suerte de tener un hermano como Albert”.
“Sí, yo también lo creo,” reconoció la pequeña rubia.
“Y también cocina para ti, ¿verdad? ¡Es un buen chico!”
Candy asintió, sonriendo; estaba segura de que Anna quería hablarle de Albert, y debía ser algo mucho más importante que esto. Por otra parte, aunque Candy no había dicho nada en respuesta, Anna continuó, “Candy, tengo el presentimiento de que no te agrado…”
Aun así observó a Candy con una sonrisa amigable. La rubia pretendió sorprenderse, negando en desacuerdo inmediatamente. “¡Oh no Anna! Es sólo que estoy exhausta… tuve un turno realmente largo hoy”.
Anna parecía convencida. Asintiendo, dijo, “Sí, Albert me dijo que eres una excelente enfermera. Puedo decir que él verdaderamente aprecia a su hermana pequeña porque habla de ti casi todo el tiempo cuando nos encontramos. Tenía curiosidad de conocerte en persona.”
Candy inmediatamente bromeó, “¿Entonces, te has decepcionado?”
Agitando su cabeza violentamente, exclamó, “¡Por supuesto que no! Eres hermosa, tal como te imaginé. Con un hermano tan atractivo como Albert, uno esperaría que su hermana fuera una belleza también.”
La rubia se sonrojó de inmediato, y tartamudeando dijo. “Debes estar bromeando… Verás, tengo pecas en mi rostro… y en mi nariz…” Ciertamente recordaba como Terry siempre bromeaba acerca de sus características y le ponía apodos.
Pero Anna respondió con prontitud, “¡Eso no es nada comparado con tus brillantes ojos esmeralda!”
Candy no esperaba escuchar un cumplido así, viniendo de esta atractiva jovencita, pero se las arregló para responder: “Estás exagerando, Anna. Eres una chica hermosa, y mi hermano está de acuerdo con eso.” Por supuesto Albert nunca había dicho algo así, pero Candy sospechaba que probablemente él le había restado importancia por causa de ella.
La castaña le preguntó inmediatamente, con los ojos brillando y el rostro sonrosado, “¿De verdad?”
Candy no tenía intención de darle falsas esperanzas, sin saber qué decirle a Anna en este punto, estaba atrapada. Así que simplemente le devolvió una sonrisa, pero Anna dejó escapar un profundo suspiro después de eso, “Me alegra oír eso, aunque sé que su corazón le pertenece a otra persona.”
Candy fue tomada por sorpresa. Ella entendía que no era asunto suyo, aunque no podía evitar sentirse triste. Sin embargo, ocultó su mal humor con una sonrisa falsa, y preguntó sin sonar demasiado entusiasta, “¿Qué te hace pensar eso? Ni siquiera yo lo sé.”
Albert había hablado en serio cuando le dijo que no estaba saliendo con nadie, pero esa conversación había ocurrido hace meses. Por lo tanto no podía descartar que hubiera esa posibilidad en absoluto.
Anna le lanzó una rápida mirada antes de voltear hacia otro lado, observando el horizonte. Después de un tiempo, con una leve sonrisa, murmuró: “En realidad, es sólo mi instinto.”
Candy intentó disimular su impaciencia y le solicitó, “¿Te importaría explicarte?”
“Claro, Candy,” dijo Anna, suspirando suavemente. Enfocando nuevamente su atención en la rubia enfermera. “He ansiado hablar con alguien que conociera bien a Albert. En realidad, deseo que alguien me escuche,” dijo Anna, con los ojos llenos de anhelo.
Candy se ofreció rápidamente, curvando sus labios en una sonrisa alentadora, “Aquí me tienes. Puedes decir todo lo que quieras.”
Anna asintió apreciativamente, sin embargo, le tomó algún tiempo para poder ordenar sus pensamientos. “Candy, me encanta retratar a las personas, es mi pasión. He estado soñando con llegar a ser una artista algún día,” comenzó a decir Anna.
Candy creía que Anna le estaba dando vuelta a las cosas, pero decidió no interrumpirla, y Anna continuó, “Tiendo a estudiar los detalles del rostro de las personas, y he hecho numerosos retratos de las personas con las que estoy familiarizada. Un día, podría hacer uno tuyo. Como te dije, tienes un par de ojos encantadores, y no estoy segura de que mis habilidades puedan hacerte justicia, Candy”.
“¡No seas tan modesta, Anna! Me encantaría ser tu modelo”, respondió Candy con seriedad.
Una risa escapó de los labios de Anna. “Si de algo estoy orgullosa de mí, es que puedo dibujar sin un modelo.”
“¿En serio?” La rubia se preguntó si esto era posible.
“Sí… puedo hacerlo de memoria”, dijo Anna, apuntando con su dedo índice a su cabeza y mostrando una expresión encantadora en su rostro. “Para demostrarte mis palabras, pronto voy a hacer uno tuyo, y te lo mostraré cuando nos volvamos a encontrar.”
Candy no sólo creyó que era increíble, sino que estaba intrigada de ver cómo Anna la retrataría en el papel, por lo que expresó con entusiasmo, “¡Gracias, Anna! ¡No puedo esperar!”
Anna se echó a reír, pero en poco tiempo, su rostro se ensombreció. Suspiró largamente y le dijo: “Por lo tanto, me encanta todo lo relacionado con Albert.”
Candy pensó, ¡finalmente llegó al punto!
Así, Candy se enderezó y escuchó con atención cuando Anna comenzó a recordar, una sonrisa soñadora se instaló lentamente en las comisuras de su boca, “Desde que conocí a tu hermano el otoño pasado, supe de inmediato que era a quien yo había estado esperando. Es lo que la gente llama ‘amor-a-primera-vista’… ”
Anna se detuvo, mirando a Candy, quien le sonreía alentadoramente. La enfermera estaba más que interesada en saber cómo describiría Anna a su hermano mayor. Entonces Anna continuó, deteniéndose y jugueteando a veces, “Él es un hombre muy guapo. Con su exuberante cabello rubio ondulado que enmarca sus rasgos cincelados… su apariencia es casi impecable… “.
Terminó con un suspiro bajo. Un momento después, se colocó el cabello largo detrás de las orejas y continuó, con el rostro sonrojado y con cierta timidez, “Cada vez que veo sus tiernos ojos azules y su sonrisa radiante, siento que podría derretirme… Para calmar el anhelo de mi corazón, he dibujado numerosos retratos de él de memoria…”
Se detuvo bruscamente y observó a la enfermera a su lado, preguntándole: “¿Quieres ver mis obras, Candy?”
“¡Por supuesto! Me encantaría verlos.” No era simulado; la pequeña rubia realmente sentía curiosidad de ver sus retratos de Albert.
En respuesta, la castaña sonrió, aunque débilmente. Un rato más tarde, abrió la boca, con la mirada perdida en la distancia de nuevo, “Albert es tan alto y fuerte… y yo siempre he querido saber lo que se siente estar en sus brazos.”
Para entonces, su delicado rostro tenía un tono rojo carmesí, y ella desvió su mirada hacia su propio regazo. Poco sabía ella que la rubia se había sonrojado también; lo que Anna había dicho le recordó a Candy el comentario de Albert acerca de dejar que ella lo abrazara. Candy sabía muy bien lo que se sentía, al ser sostenida en sus brazos protectores, y la sensación de seguridad era innegable. Cada vez que el calor de su cuerpo la envolvía, ella podía relajarse y suavizarse contra él, sintiendo el latido constante de su corazón en su palma y sus grandes manos en la espalda. Si lo recordaba correctamente, su primer abrazo había ocurrido cuando ella había estado llorando por la muerte de Anthony. Albert, de hecho, la había consolado y le había dado la fuerza que necesitaba para seguir adelante con su vida.
Sin embargo, cuando el recuerdo del rostro de Albert cuando tenía barba llegó a su mente, Candy no pudo evitar comentar, “Anna, mi hermano es guapo, sí, pero créeme, ¡solía tener la barba completa! ¡En realidad parecía un pirata o un bandido!”
Anna se quedó desconcertada, pero sólo por un breve instante; la sonrisa pronto volvió a su rostro, y ella añadió: “Dicho esto, yo no soy una persona superficial. También me importa la personalidad, e incluso en ese aspecto no puedo encontrar nada malo en tu hermano, al menos no todavía. Él es un caballero, y en nuestro barrio no hay muchos.”
Cuando Anna vio a Candy asentir con la cabeza, estiró los brazos por encima de su cabeza y bostezó. “Lo siento, Candy, puedo continuar divagando. El sol ya se está poniendo, y he prometido mantener esto corto, así que realmente debería dejarte ir ya”.
En ese instante, Candy gruñó internamente, todavía no hasllegado al punto. Dijiste queel corazón deAlbertpertenecía a alguien… Por lo tanto, a pesar de estar insoportablemente hambrienta, Candy la instó, tratando de no sonar demasiado impaciente, “¡Oh, no, Anna! ¡No te preocupes!”
Anna se sintió aliviada; Candy parecía genuinamente interesada en escucharla, así que reanudó, “En cuanto a la elección de una pareja para toda la vida, en realidad, soy muy quisquillosa. He rechazado algunos pretendientes ya en el pasado, y eso fue incluso antes de conocer a Albert.”
Candy comentó con honestidad, “No me sorprende que los chicos estén interesados en ti, Anna.”
Casi de inmediato Anna susurró, “Pero no tu hermano…” No obstante, a pesar de estar sonriendo, la castaña parecía abatida.
Entendiendo que Albert trataba a Anna simplemente como a una amiga, Candy se quedó sin palabras. La castaña comprendió su silencio, lo que reforzó su determinación, así que continuó su relato: “Acabo de cumplir los dieciocho años el mes pasado, y mi padre estaba preocupado sobre por qué había rechazado a todos mis pretendientes. Al principio pensó que tenía muchas ganas de lograr mi sueño como artista, lo que en realidad, es una de las razones principales. Luego descubrió mis sentimientos ocultos. Desde entonces, él me ha estado animando a hablar. Por desgracia, yo no me atrevo a hacerlo, pero he hecho mi mejor esfuerzo para demostrar mi afecto…”
Su voz se apagó. Candy captó exactamente lo que quería decir; Candy lo había visto con sus propios ojos cuando se conocieron después del accidente que sufrió Albert.
Anna pareció leer su pensamiento, y sus labios se elevaron con diversión. “Sé que ya has visto cómo mi querido padre ha tratado de ayudar, lo que a menudo me avergüenza, pero me digo a mí misma que lo hace por amor a mí.”
Cuando Candy asintió firmemente, Anna continuó en tono abatido, y las lágrimas brillaron en sus ojos, “Sin embargo, aunque Albert me trata muy amablemente… siempre mantiene su distancia.”
La rubia no pudo evitar decir, con voz muy tierna, “Considérate afortunada de tener un padre amoroso. Mi hermano y yo somos huérfanos”.
Asintiendo con la cabeza, pensativa, la castaña se enjugó las lágrimas con el dorso de sus manos. “Sí, Albert ya me lo había dicho. Dijo que te atesoraba mucho porque eras su única familia en el mundo. También tengo un hermano mayor, pero nunca me ha cuidado de la misma manera. Supongo que tener a los padres cerca lo hace diferente”.
Candy meditó, verdaderamenteAlberthasido muyamable conmigo, y élni siquiera esmi hermano…
Entonces Anna continuó con su confesión, “Para ser honesta, estoy cansada de sufrir por un amor no correspondido. Por mucho que todavía admire a Albert y que quiera que corresponda a mis sentimientos, mi orgullo me indica que su corazón debe anhelar a alguien más”.
Luego miró a lo lejos, aparentemente perdida en sus pensamientos. Candy consideró que el análisis de Anna era totalmente lógico, pero su conclusión era cuestionable. Sin embargo, las mujeres continuaron sentadas allí por otro largo rato sin decir nada ninguna de ellas. Más tarde, Anna fue quien rompió el silencio: “De todos modos, ya se está haciendo de noche. Albert debe estar preocupado por ti, Candy.”
En ese momento, ambas se pusieron de pie, y Anna dijo con una sonrisa de agradecimiento: “Gracias por haberme escuchado. Te lo agradezco mucho, y ya me siento mejor acerca de mi decisión.”
“¿Qué decisión?”, preguntó Candy con visible desconcierto.
“Debido a que estoy bastante segura de que Albert está enamorado de alguien más, la única manera de que lo olvide es estar lejos de él”, dijo Anna, con un tono casi enfático. Antes de que Candy pudiera responder, dijo: “Por lo tanto, le he escrito a mi tío, que es un artista que trabaja en Nueva York. Él se ha comprometido a encontrar un trabajo para mí. Este es mi sueño hecho realidad, y estoy en el proceso de convencer a mis padres para que me dejen ir.”
Inevitablemente, un pensamiento se deslizó en la cabeza de Candy, ¿NuevaYork? Ahí es donde está Terry…
Sin embargo, con una mezcla de sentimientos, la enfermera se las arregló para preguntar: “¿Cuándo te vas? ¿Debo decirle a mi hermano?”
Sorprendentemente, Anna no estaba segura al respecto, pero pronto tomó una decisión. “No. Por favor, no le digas. Yo misma hablaré con él cuando esté todo listo, y te ruego que no le digas que hemos hablado.”
No podía verse más seria, por lo que la rubia se lo prometió, y Anna la tomó de sus manos con calidez. “Gracias de nuevo, Candy, por escucharme.”
Candy sonrió. “De nada. Me alegro de haber ayudado. Te deseo todo lo mejor en tu nuevo emprendimiento”.
Después se despidieron y tomaron caminos separados. Durante el trayecto a casa, la mente de Candy giró en torno a la confesión de Anna. Si Anna tenía razón, entonces Albert podría estar viendo a alguien últimamente. Tal vez se trataba de alguna dama que conoció en el restaurante. Sin embargo, Candy no podía evitar sentirse celosa de esta persona imaginaria, posiblemente porque él siempre estaba a su lado cuando ella más lo necesitaba. Por mucho que deseara saber quién era esa chica afortunada, ella sabía que no era apropiado que ella lo sondeara. ¡Pensé queya habíadecidido no volver a interferir ensu vida privadaotra vez!
Ella se reprendió a sí misma; él le informaría a su debido tiempo. Entonces, ella sacudió la cabeza vigorosamente para ahuyentar estos pensamientos. En cambio, ella meditaba cómo explicarle a él por qué llegaba tan tarde para la cena; le había prometido a Anna no hablarle de ella, pero ¿qué excusa podría usar?
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