Ms Puddle's Haven

El Amor Nunca Falla Capítulo 3: Despertar (Parte 3)

Mi más sincero agradecimiento a SweetCandyAndley por invertir su precioso tiempo en la traducción de esta historia al español. ¡Gracias Amiga!

-Ms Puddle

Capítulo 3: Despertar (Parte 3)

Después de pensarlo por un largo tiempo, Albert finalmente decidió ir la Clínica Feliz en su día libre.

“Jovencito, ¡pensé que nunca vendrías!” El Dr. Martin lo saludó en la Clínica, haciéndole una indicación para que se Sentara. “Te recuerdo. Eres Albert, ¿correcto?” le preguntó el Dr. Martin con una sonrisa.

“Qué Buena memoria, doctor,” le contestó Albert con una ceja levantada, visiblemente sorprendido.

“¿Cómo está tu encantadora hermanita? Se llama Candy, ¿verdad?” le preguntó el doctor, una mueca danzando en sus labios. ¿Cómo podría olvidarla a ella y su contundente crítica?

“Ella está muy bien, gracias, Dr. Martin,” le contestó Albert con una sonrisa gentil en su atractivo rostro. “No había venido antes porque no quería aprovecharme de usted. Ni siquiera nos cobró la última vez que estuvimos aquí.”

“No te preocupes. No le cobro a los huérfanos”, el amable doctor le contestó con orgullo. “Cuando tengan suficiente dinero, siempre podrán pagarme después.”

Albert estaba agradecido de haberlo conocido, así que decidió preguntarle directamente, “Entonces, Doctor Martin, qué podemos hacer con mi condición amnésica?”

El doctor le aconsejó, “Debería visitarme regularmente, para que pueda llevar un registro tuyo, y llevar un control de tu progreso. Puedes estar seguro de que la amnesia es rara vez permanente, y tarde o temprano tu memoria regresará. Sólo necesitas tener paciencia, y lo más importante, asegúrate de descansar.”

Conforme Albert aceptaba, el doctor agregó, “Podría ayudar si pudieras decirme lo que te ocurrió. ¿Estuviste involucrado en algún accidente?”

El joven asintió pero estaba un poco renuente de compartir mucho con el médico sin divulgar la verdadera relación con su enfermera. El Dr. Martin pudo darse cuenta de que Albert estaba dudando, así que simplemente le dijo, “Albert, si quieres que te ayude, tienes que ser honesto conmigo.”

“Sí, por supuesto, Dr. Martin,” Albert accedió. Después de pensarlo, le preguntó abiertamente, “¿Entonces, puede prometerme que esto quedará entre usted y yo? Esto también involucra la reputación de Candy.”

Las cejas del Dr. Martin se levantaron ligeramente pero pronto accedió, “Sí, lo prometo. Como tu doctor, debo mantener tu información personal de manera confidencial.”

“Gracias, Dr. Martin. Se lo agradezco,” le dijo el joven, su expresión preocupada sustituida por su usual gentileza. Decidió confiar en el amable médico, así que se armó de valor y le confió al doctor que viajaba en un tren cuando tuvo el accidente y que terminó viviendo con Candy, pretendiendo ser su hermano mayor.

Después de escuchar su historia, el Dr. Martin expresó pensativamente, “Ahora entiendo por qué ni siquiera ella sabía tu edad. En otras palabras, te conoce desde hace mucho tiempo, pero no sabe tu verdadera identidad ni tu pasado.”

El joven atractivo sin memoria afirmó, “Para ella, soy un huérfano sin apellido conocido como Albert. Aparecía y desaparecía de su vida en algunas ocasiones brindándole apoyo cuando lo necesitaba. Es por eso que ella insistió tanto en devolverme el favor.”

Recordando su comportamiento imprudente ese día, el doctor estuvo de acuerdo, “Sí, se preocupa profundamente por ti. Para los pacientes amnésicos, el apoyo amigable y amoroso de sus familiares es muy importante. Lo que ella hace contigo definitivamente te ayudará a recuperarte.”

Albert admitió con todo su corazón, y las esquinas de sus labios se curvaron en señal de gratitud, “Sí… Le debo la vida. Sin ella, no sé qué pudo haberme ocurrido. Cuando estaba abandonado en el hospital, mis pensamientos giraban varias veces en torno a la muerte.”

Para entonces, el Dr. Martin ya se había dado cuenta de que ese joven tenía sentimientos muy profundos hacia su enfermera, por lo que le preguntó, “Albert, ¿alguna vez has pensado en lo que harás cuando recuperes la memoria?”

Cuando Albert negó con la cabeza y levantó los hombros, el ceño de confusión regresó a su rostro. Esta era la pregunta que él mismo había estado evadiendo. En ese punto, el doctor concluyó amablemente, “Puedo ver que amas a Candy, ¿no es así?”

Él estaba más que sorprendido de que el doctor pudiera ver a través de él, y sin embargo, con una sonrisa tímida, le preguntó, “¿es tan obvio?”

Cuando el doctor asintió, Albert pasó una mano por su cabello rubio y expresó con tono impotente, “Sí, la amo.”

Observando su rostro sombrío, el doctor dedujo, “Entonces, ¿ella no lo sabe?” El doctor pensó que a Candy le agradaba mucho Albert, o de otro modo no se habría ofrecido a cuidar de él como un hermano.

El joven le explicó que la enfermera había terminado con su amor no hacía mucho tiempo, y que él creía que ella aún lo amaba mucho.

“Ya veo,” le dijo el doctor, ofreciéndole una mirada de comprensión. “Pero, ¿qué tal si también siente algo por ti?”

Negando con la cabeza, Albert estaba en desacuerdo y con una risa amarga dijo, “No, no lo creo. Ella me trata como a un verdadero hermano, y nunca ha sospechado de mis sentimientos.” Al mismo tiempo, pensó, aunque debo decir que últimamente ha estado actuando extrañamente tímida, después de aquel episodio de los pijamas.

Después de una breve pausa, el paciente agregó, “Tal vez yo también he sido muy bueno al ocultar mis sentimientos.”

El doctor inmediatamente lo reprendió suavemente. “Joven atribulado, no deberías atormentarte. Creo que al menos deberías decírselo, nunca se sabe.”

El joven enterró su rostro entre sus manos por un tiempo, probablemente perdido en sus pensamientos. Entonces miró hacia arriba y simplemente declaró, “No me pregunte por qué, pero estoy contento de permanecer a su lado para apoyarla y cuidarla. No espero que me corresponda. Si hablo, podría espantarla y alejarla, definitivamente eso es lo último que deseo.”

El doctor se quedó sin palabras, después de algunos segundos de silencio, aclaró su punto, “Esto es demasiado estresante para ti, lo que podría aletargar tu recuperación.”

El joven rubio se rio secamente. “Eso es grandioso. Entonces no necesito preocuparme por dejarla.”

En ese instante, el Dr. Martin descubrió algo. “¡Ajá! ¡Ahora entiendo por qué no habías venido a verme desde hace tanto tiempo!”

Albert no lo negó, a pesar de sentirse un poco mortificado. Entonces se levantó y saludó cordialmente al doctor, “Doctor Martin, estoy contento de haber venido hoy y de haber hablado con usted. Debo irme ya, tenga una buena tarde.” Se giró y se retiró.

Al ver su triste figura en la puerta, el médico pensó, aún recuerdo la manera en que irrumpió en la clínica aquel día, y cómo entró en pánico… ¡Creo que ella también guarda sentimientos profundos hacia ti… jovencito! Quizás algún día, ella los descubra.

Albert no tenía intención de permanecer tanto tiempo en la clínica, y el amable doctor ni siquiera le cobró hoy. Le pagaré cuando tenga suficiente dinero.

En la creciente obscuridad, tampoco tenía ganas de ir a casa. En lugar de eso, decidió tomar la oportunidad de reunirse con Candy, quien debería dirigirse a casa en ese momento. Después de hablar con el Dr. Martin, la extrañaba terriblemente, y prefería caminar con ella hacia su hogar.

Si pudiera encerrar el tiempo en una botella, lo primero que me gustaría hacer

Sería guardar cada día hasta que la eternidad pasara

Sólo para pasarlos contigo

Si pudiera hacer que los días duraran para siempre, si las palabras pudieras convertir los deseos en realidad

Guardaría cada día como un tesoro y entonces,

Nuevamente los pasaría contigo.

Pero parecería que nunca hay suficiente tiempo

Para hacer las cosas que deseas hacer una vez que las encuentras

He buscado lo suficiente para saber que eres tú con la que quiero ir

A través del tiempo [3]

Debido a que conocía la ruta que ella normalmente tomaba, encontró un poste de luz en una esquina. Ella debería verlo fácilmente desde la distancia. Como lo esperaba, pronto la vio comprando en el mercado. Se veía adorable con ese vestido y el lindo gorro en su cabeza. Por alguna razón, ese atuendo la hacía lucir un poco más madura de lo usual. No pasó mucho tiempo, cuando Albert la vio dejar el mercado, llevando una bolsa con algunos artículos. Pero espera un minuto, ¿por qué está tan molesta? ¡Incluso sus pies golpean el suelo al caminar!

Como lo había pensado, ella lo vio, y él estaba feliz de informarle que había visitado la Clínica Feliz. El alivio la inundó, y quería saber si la consulta había sido de ayuda. Entonces él le dijo que no había sucedido nada relevante, pero cambió el tema al comentar acerca de la manera en que había estado caminando.

Su rostro enrojeció, y le explicó que el hombre que le había vendido las naranjas la había llamado “Señora”, y que incluso había dicho que su esposo amaría estas naranjas. “Albert, ¿no crees que soy demasiado joven para ser la esposa de alguien? ¿Te parece que soy algo así como una pequeña esposa?” le preguntó Candy, aún exasperada.

Sus facciones se suavizaron, y sus labios se transformaron en una sonrisa de diversión. Como hombre, el no entendía la razón por la que ella estaba tan molesta solo porque alguien la había confundido con una mujer casada, pero respondió con la voz de alguien que sabe, “Me parece que estas personas se dirigen a las damas como Señoras para lograr que les compren sus productos.”

“¿En serio?” ella le preguntó, dudando visiblemente aunque algo aliviada.

“Por favor, permíteme,” se ofreció a llevar las naranjas por ella, y ella le entregó la bolsa que traía. “¡Gracias!” le dijo Candy. “Están pesadas, y solo quería comprar una para ti, pero me dijo que tenía que comprar cinco.”

“¿Para mí? ¿Por qué?” le preguntó Albert, quien se conmovió por el hecho de que Candy hubiera pensado en él.

“¡Sí! Las naranjas se veían increíbles, y la vitamina C es buena para ti, ¿sabías?” le explicó en un tono enfático. Entonces él le agradeció sinceramente. Como el Dr. Martin había mencionado, ella se preocupaba verdaderamente por él, e indudablemente él se sentía agradecido de haberla conocido.

Una vez que llegaron a casa, estaban ocupados preparando juntos la cena, pero Candy continuaba cometiendo errores aquí y allá, después ya había hecho un desastre en la cocina. Finalmente, Albert la instó a que se sentara en la mesa del comedor mientras él se encargaba del resto personalmente.

Entonces la escuchó hablar con Pouppe, sonando desalentada, “No creo que llegaré a ser una buena esposa, Pouppe.” Él pensó tiernamente, no lo creo, Candy. Estoy seguro de que serás una buena esposa algún día.

Recordó sus días en ese inolvidable Cuarto 0, siendo despreciado por el personal del hospital y maltratado como si fuera un criminal, y Candy siendo su ángel, la única que se había preocupado por él como persona. Tu dulzura y cariño ya son suficientes para mí.

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Unos días después, estaba cálido y soleado nuevamente. Debido a que el cumpleaños de Candy se aproximaba, cuando Albert entró a la tienda de abarrotes después del trabajo, estaba pensando cómo celebrar con ella. Entonces, Anna lo vio y se aproximó a él, “¡Hola Albert!”

Albert le regresó una sonrisa cordial. “Hola Anna. ¿Cómo estás?”

“¡No podría estar mejor! De hecho, quiero despedirme de ti,” le dijo Anna, su rostro iluminado.

Albert arqueó las cejas en señal de sorpresa, preguntando, “¿Por qué? ¿Vas a alguna parte?”

“¿Te molestaría si salimos y platicamos afuera?” sugirió Anna.

Albert estuvo de acuerdo y silenciosamente la siguió hasta llegar al parque que estaba cerca, donde no había mucha gente a esa hora del día. La mayoría de las personas estaba en casa probablemente preparando su cena.

“Entonces Anna, ¿a dónde vas?” le preguntó Albert, sonando algo preocupado mientras mantenía la distancia entre ellos.

Ella le explicó que debía perseguir su sueño en Nueva York, y que partiría esa semana. Él estaba sorprendido aunque fascinado. “Anna, nunca hubiera imaginado que eres una artista.”

Sin tiempo que perder, Anna le respondió bromeando, “Por supuesto… has estado evadiéndome como a la plaga.”

Sobra decir, que su comentario directo lo avergonzó de alguna manera, pero él se había preparado desde hace tiempo para momentos como este. Por lo tanto, él razonó, su voz firme pero gentil, “porque mereces a alguien mejor.”

Anna se había prometido a sí misma no llorar enfrente de Albert, pero después de escucharlo decirlo tan honestamente, las lágrimas inundaron sus ojos y se derramaron sobre sus mejillas. Él le ofreció su pañuelo y ella lo aceptó gustosamente. Un momento después, con las lágrimas brotando de sus ojos, murmuró, “¿Por qué? ¿Crees que me conoces mejor de lo que yo misma me conozco?”

Él sintió pena por ella; se vio a sí mismo en ella debido a que ambos sufrían por un amor no correspondido. Mirándola con simpatía, le dijo pacientemente, “Lo siento Anna. Simplemente no soy el hombre adecuado para ti.”

Por el momento, la hermosa castaña continuó llorando, y él estaba agradecido de que no hubiera muchas personas en el parque en ese momento. De otro modo, las personas pensarían que él le había hecho algo terrible. De cualquier modo, permaneció en silencio y esperó hasta que ella se tranquilizó. Después de un tiempo, ella le preguntó en un tono implorante, “Albert, te ruego que seas honesto conmigo.”

Él podía sentir la intensidad de su mirada, fija en la suya, pero se las arregló para responder, sonando perplejo, “¿Si?”

Ella lo pensó por un momento antes de preguntar con determinación, “¿estás enamorado de alguien?”

Su pregunta lo tomó desprevenido, pero permaneció mudo. Ella tomó su silencio como un sí, por lo que se limpió las lágrimas con su pañuelo y murmuró, “Entonces tenía razón…” Después de eso, exhaló un suspiro de alivio. “Debe ser muy hermosa.”

Albert no lo negó ni lo confirmó, y Anna se dijo a sí misma, “Por supuesto. No tienes que decírmelo.” Entonces, después de un silencio incómodo, ella se compuso y le sonrió levemente. “Albert, ¿puedo pedirte un favor?”

Finalmente, él abrió la boca y dijo con precaución, “Por favor dime antes de que se trata, y veré lo que puedo hacer.”

Sonrojándose, Anna dudó, pero brevemente. Entonces se armó de valor y solicitó, “Quiero que me des un beso de despedida.” Señaló su frente, sonriéndole castamente. Su solicitud atrevida lo tomó por sorpresa, y rompió el contacto visual con ella, manteniendo un debate interno consigo. Después la escuchó decir con un tono desafiante, “No es tan difícil, ¿o sí?”

Finalmente, él se decidió y asintió. Después de todo, este es sólo un beso de despedida entre amigos… y ella se va para siempre.

Por lo tanto,dio un paso hacia ella, hasta quedar cara a cara. Tratándose de una dama alta, aun tuvo que estirar su cuello para verlo a los ojos. Mientras él se inclinaba hacia adelante para besarla en la frente, de repente, ella se paró de puntillas, colocó sus brazos alrededor de su cuello y ¡presionó sus labios en los de él!

Literalmente él se congeló y permaneció inmóvil aun después de que ella rompió el beso. Sólo pudo mirarla en completa incredulidad, aparentemente sorprendido hasta la médula. Por otra parte, ella le sonrió con satisfacción. Su rostro estaba sonrojado y sus impactantes ojos azules completamente abiertos, ¡lo que hacía que se viera aún más atractivo!

Entonces ella se disculpó, aunque no tan sinceramente, “Albert, lamento haberte engañado. Tenía que hacerlo antes de partir para que no me arrepienta por el resto de mi vida. Adiós, y ¡te deseo lo mejor!” Habiendo dicho eso, se apresuró hacia la tienda, sin voltear, derramando lágrimas de alegría y alivio. ¡Lo hice! ¡Finalmente lo hice!

Desde la distancia, Anna pudo ver el exuberante cabello rubio y rizado de Candy, así que gritó, agitando su mano en lo alto, “¡Candy!” Sólo entonces se dio cuenta de que aún sostenía el pañuelo de Albert, así que con cuidado lo metió en su bolsillo.

Candy se volteó a mirarla. “¡Qué agradable sorpresa, Anna! ¿Hay alguna noticia acerca de tu nuevo emprendimiento?” le preguntó conforme se aproximaba a la castaña.

“¡Sí! ¡Parto esta semana!” Le contestó Anna, jadeando un poco, pero había un brillo en sus ojos. “Ya compré el boleto de ida en tren.”

Las palabras “boleto de ida” hicieron que Candy frunciera el ceño. Sus tristes recuerdos regresaron instantáneamente. Sin percatarse de sus pensamientos, Anna continuó, “Entremos en la tienda, Candy.” Te mostraré mis obras, y podrás elegir algunas de ellas si quieres.”

Mientras contemplaba los numerosos y asombrosos retratos a lápiz de Albert que Anna había hecho, Candy estaba llena de admiración. Anna había capturado perfectamente su atractivo rostro, así como varias expresiones faciales, considerando que los había hecho todos de memoria. Por alguna razón, desde el tonto episodio de los pijamas, Candy estaba más consciente de sí misma en la presencia de Albert. Aun así, al mirar esos retratos, no pudo negar los tiernos sentimientos de su corazón. Sin duda Albert es muy atractivo… no es de asombrarse que Anna haya perdido la cabeza por él. En voz alta la rubia declaró, “Anna, ¿qué puedo decirte? Todos me parecen excelentes, ¡no puedo decidirme!

Anna se rio pero aceptó su cumplido con alegría. Entonces eligió algunos de sus favoritos, que mostraban diferentes ángulos del rostro de Albert, y se los dio a Candy. Después de eso, Anna sacó un retrato diferente de otro montón.

Candy jadeó, “Anna, este es para mí, ¿verdad? ¡Wow! ¡Es maravilloso!”

“Estoy halagada, Candy”, le dijo Anna, sonriendo y sonrojándose. “Te diré qué, me siento mal de no haber podido capturar el resplandor de tus ojos. ¿Alguna vez te han dicho que tus ojos pueden hablar?”

Candy no podía quitar sus ojos del retrato que sostenía en las manos, pero las palabras de Anna la hicieron sonrojarse profundamente, miró hacia arriba, negando con la cabeza. “Ahora eres tú quien está exagerando, Anna.”

“Confía en mí, Candy,” le dijo Anna con una sonrisa alentadora. “Ningún hombre podrá dejar de sentirse afectado después de mirar tus brillantes ojos.”

La rubia parpadeó una y otra vez, notablemente dudando de su declaración, pero la castaña agregó, “Ante mis ojos, eres una chica hermosa, y deberías guardar este instante de tu vida en fotografías o retratos.”

Candy le agradeció a Anna con todo su corazón, “Gracias por todos estos regalos preciosos, ¡te prometo que los atesoraré por el resto de mi vida! De hecho, cumpliré diecisiete en un par de días.

“¿De verdad?” Exclamó Anna, levantando las cejas con sorpresa. Después de verificar la fecha, Anna le confirmó que partiría en día de su cumpleaños, por lo que Candy comentó, “Por lo tanto, Anna, ¡consideraré este retrato como un regalo de cumpleaños de tu parte! ¡Es uno de los mejores que tengo hasta ahora!” Las jóvenes se abrazaron cálidamente.

Recordando la máquina voladora que Stear le había enviado más temprano, Candy no pudo evitar volver a sonreír. Aunque había hecho un desastre en casa junto a Patty, había estado conmovida por el hecho de que Stear había recordado su cumpleaños aun estando en la guerra. Por supuesto, había otros dos regalos especiales que Candy había recibido durante todos estos años en torno a su cumpleaños: “La Dulce Candy” de Anthony hace mucho tiempo, los disfraces de Romeo y Julieta que le había enviado el Tío William, para el festival de Mayo. Ahora que recordaba estos disfraces, el corazón de Candy se hundió, reviviendo sus momentos con Terry en aquel tiempo. Entonces pensó en el Tío William, y se preguntó si George habría recibido ya su carta.

Pero las preguntas de Anna la trajeron a la realidad, “¿Y cómo vas a celebrar tu cumpleaños?”

“No estoy segura todavía,” contestó Candy, diciendo la verdad. Este era el primer cumpleaños desde que empezó a vivir con Albert, y se preguntaba si él celebraría con ella. Aparentemente él lo haría, y se le ocurrió una idea, “Mi hermano podría invitar a mis amigos a cenar. Es un buen cocinero, ¿sabes?” Incluso si no, creo que mis amigos no lo olvidarían, ¿o sí?

Al hablar de su hermano, Anna sonrió tontamente. “Oh, tu hermano estuvo aquí más temprano, quería comprar algo, pero se fue sin hacerlo.” Entonces se levantó de la silla y se apresuró al interior de la tienda, levantando una gran bolsa que contenía varios artículos y se la entregó a Candy. “He preparado un regalo de despedida para tu hermano también, Candy.”

“¿Por qué? No puedo simplemente recibir las cosas que me das, y ni mi hermano ni yo tenemos algo para ti.” Candy argumentó, no queriendo tomar ventaja de Anna.

“Oh, no. Créeme,” dijo Anna con una mirada soñadora, sus facciones se suavizaron repentinamente. El éxtasis que sentía por finalmente haber besado al hombre de sus sueños aún estaba más allá de lo que podía describir. “Acabo de recibir un enorme regalo de su parte. El mejor incluso.” Ya que Anna insistió, Candy aceptó a regañadientes su regalo con perplejidad. ¿Qué le dio Albert que la hizo tan feliz?

En ese momento, Anna sentía la fuerte necesidad de contarle a Candy acerca de su loco comportamiento en el parque, pero después de pensarlo dos veces, decidió escribirle mejor una carta, quizás después de haberse instalado en Nueva York.

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El Amor Nunca Falla

Notas:

[3] Las líricas de una gran canción de amor “Time in a Bottle” de Jim Croce (1973) que verdaderamente capturan los sentimientos de Albert hacia Candy.

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