Ms Puddle's Haven

El Amor Nunca Falla Capítulo 4: Sorpresa (Parte 1)

Disclaimer: Candy Candy y la mayoría de los personajes le pertenecen a Kyoko Mizuki, las imágenes a Yumiko Igarashi y el anime a Toei Animation.

Note: Los detalles del cumpleaños de Candy no se mostraron en la historia original, excepto cuando Stear le envía la máquina voladora desde Francia. Este capítulo es de mi propia imaginación, y se refiere a la manera en que sus amigos celebrarían con ella ese día especial.

En este momento ya se habrán dado cuenta de que mi historia se basa en la versión del manga. ¡Sus comentarios son más que bienvenidos! Nuevamente, gracias mi amiga, SweetCandyAndley!

Ms Puddle

Capítulo 4: Sorpresa (Parte 1)

El sol estaba descendiendo en el cielo, y mientras cargaba en las manos una bolsa pesada con abarrotes, las piernas de Candy se sentían como plomo y sus pasos eran lentos; regresaba a casa con preguntas perturbadoras en su mente. Así que Albert pasó por la tienda de Gibson más temprano, y probablemente record algo muy importante… ¿por qué otra razón saldría de la tienda sin comprar?

Además de eso, Candy sentía curiosidad acerca del regalo de despedida que Albert le había dado a Candy. ¿Qué le habrá dado que la hizo tan feliz? ¿Cómo se enteró de que se iba de Chicago?

En ese instante, un claxon sonó fuertemente, asustando a la rubia y sacándola de sus pensamientos; automáticamente giró el rostro para ver de dónde provenía el sonido. Fue entonces que vio a Archie, a Annie y a Patty en el convertible de Archie, sonriendo y saludándola. Además, sostenían en alto un letrero que decía “¡Feliz Cumpleaños Candy!”

Candy abrió la boca sorprendida, Annie y Patty bajaron del auto para darle un caluroso abrazo, diciéndole que festejarían su cumpleaños por adelantado. Archie se había acercado también y se ofreció a llevar la bolsa de abarrotes de Candy.

Sin más que decir, Candy se sintió inmensamente conmovida, y las lágrimas se acumularon en sus ojos en segundos. Sus queridos amigos no solo recordaban ese día importante, sino que habían organizado una fiesta sorpresa para ella.

“Candy, ¿ya llegó Albert?” preguntó Annie. “¿Tal vez podamos pedirle que nos ayude a bajar las cosas de la cajuela?

“Sí, es probable que ya esté en casa,” Candy afirmó inmediatamente, asintiendo al mismo tiempo.

“Empecemos, entonces,” sugirió Archie con una sonrisa alegre, así que regresaron al auto, tomando cada uno de ellos algo de la cajuela, antes de ingresar juntos en el edificio de apartamentos.

Sin embargo, cuando abrieron la puerta, para su asombro, Candy tuvo que encender la luz e iluminar la oscuridad; no había señales de Albert.

Archie se encogió de hombros y se dirigió a Annie diciendo, “Está bien. Yo me encargaré de traer todo, mientras tanto, Annie ¿por qué no empiezan tú y Patty a preparar los alimentos para la festejada?”

Annie asintió en respuesta, y Patty estuvo de acuerdo con su plan. Cuando Archie se dirigió hacia su auto, Annie y Patty empezaron a trabajar en la cocina inmediatamente. Aunque Candy quería ayudar, las chicas le dijeron, “Nosotras podemos arreglárnosla, Candy.”

“Está bien,” contestó Candy con un leve suspiro, comprendiendo que no estaba calificada, por lo que trajo la bolsa de abarrotes de la tienda de los Gibson a la alacena. Después, se fue directo a la habitación trayendo los retratos de Anna consigo.

Observó alrededor de la habitación, pensando dónde guardarlos. En ese momento no pudo evitar recorrer los exquisitos retratos que sostenía en las manos. Ciertamente estos son estupendos… ¿debería mostrárselos a Albert? Por cierto, ¿dónde estará? Normalmente a esta hora ya se encuentra en casa…

Entonces se decidió y guardó cuidadosamente los retratos en su cajón personal. Albert no tocaría su cajón, así que difícilmente los descubriría en su interior.

Entonces Candy verificó cómo iban sus amigas. Obviamente estaban concentradas en la preparación de la cena, por lo que Candy decidió ayudar a Archie a traer todo.

“Annie y Patty,” dijo Candy. Cuando ambas voltearon a verla les dijo, “Voy a ayudar a Archie.”

“Claro, gracias,” contestó Annie agradecida, y Patty asintió sonriendo.

Justo cuando Candy iba a girar la perilla de la puerta, alguien tocó. Preguntándose si Albert había olvidado su llave, Candy abrió lentamente la puerta, pero se trataba de Archie, quien cargaba una enorme caja con artículos de fiesta. “Aquí está, Candy. ¿Podrías ayudarme?”

“¡Por supuesto!” contestó efusivamente.

Mientras le ayudaba a desempacar los objetos de la caja, él aprovechó la oportunidad para preguntarle cómo le había ido últimamente. Después de una pequeña conversación, Archie comentó con remordimiento, haciendo algunas pausas, “Candy, te habíamos prometido venir una o dos veces a la semana… cuando tú y Albert empezaron a vivir juntos, pero desde que regresaste de Nueva York… y Stear se fue… hemos dejado de venir, y lo siento mucho.”

“¡No te preocupes Archie!”, Candy le respondió, con una sonrisa genuina en los labios. “Albert y yo ya no estamos tan ajustados económicamente como al principio.”

“Eso es genial, ¿pero cómo le han hecho?” preguntó, sonando un poco incrédulo.

Notando su preocupación, ella le aseguró con cierto orgullo en la voz, y aumentando su sonrisa, “Es porque Albert ha sido ascendido a aprendiz de Chef, y su salario es significativamente mejor que antes.”

“Eso es maravilloso,” Patty comentó volteando a verlos; aparentemente había escuchado su conversación. Entonces Annie se les unió, hablándole a su amiga de la infancia, “¡Estoy totalmente de acuerdo! Candy, Albert ya es un buen cocinero, eso significa ¡que será aún mejor!”

Candy asintió firmemente, sus ojos redondos brillaban con ternura. Durante los siguientes quince minutos, continuaron platicando entre ellos mientras se ocupaban de la cocina, pero la mente de Candy empezó a ausentarse, preocupándose cada vez más por Albert. No podía evitar observar el reloj de la pared o la puerta de entrada.

Albert, ¿dónde estás? ¿Qué te habrá hecho salir apresuradamente de la tienda de abarrotes? Ya es tarde, y es tan extraño que no hayas llegado a casa…

En ese momento, Annie la sacudió del brazo suavemente, sacando a Candy de sus pensamientos. “Candy, ¿estás con nosotros?”

Cuando la rubia reaccionó, se dio cuenta de que sus amigos la observaban con preocupación, por lo que rápidamente dijo, “¡Oh, lo siento mucho! No estaba poniendo atención en este momento. ¿Me estaban hablando?”

“Está bien, Candy,” dijo Annie, tocándola levemente en el hombro. “La cena ya está lista, y te estábamos preguntando si esperábamos a Albert o no.”

“Por favor, esperen un poco más,” contestó Candy, y agregó, “De hecho, normalmente llega a casa antes del atardecer.”

Dejó de hablar repentinamente cuando el pensamiento de que Albert pudiera estar involucrado en algún tipo de accidente asaltó su mente. Oh Dios… otra vez no… Cuando sus amigos se dieron cuenta, ella murmuraba algo entre dientes, y se dirigía a la puerta. “Debo ir a buscarlo.”

Pero la voz potente de Archie la detuvo en seco, “¡Candy, espera!”

Se giró renuentemente, con el ceño ligeramente fruncido. Sus amigos estaban estupefactos por su repentina reacción, pero Archie camino hacia ella, colocando ambas manos en sus hombros. Observó inquisitivamente su pálido semblante mientras intentaba hacerla entrar en razón. “Candy, ¿cómo lo vas a encontrar? ¿No te das cuenta de que está completamente obscuro ya?”

Sólo entonces se dio cuenta de que no tenía un plan en concreto, así que se mordió el labio inferior, sin poder contestar. Entonces Archie ofreció, “¿qué te parece si te llevo en el auto y recorremos el vecindario?”

Candy tragó saliva y asintió en agradecimiento. Archie se alegró de que ella hubiera aceptado su sugerencia, y se dio la vuelta para hablar con Annie y Patty, “Albert podría volver a casa en cualquier momento, por lo que ¿podrían ustedes quedarse y esperar?”

“Claro,” aceptó Annie, y rápidamente añadió en voz baja, “¡Ten cuidado Archie!”

El rio entre dientes, besando a su novia antes de abrir la puerta. Ninguno esperaba ver a una pequeña mofeta corriendo entre sus pies, cruzando el umbral de la puerta.

Al levantar la mirada, vieron a Albert, quien parecía estar visiblemente sorprendido. Estaba de pie, con la mano en el aire, sosteniendo la llave de la puerta. Al parecer, acababa de llegar a casa y estaba a punto de introducir la llave para abrir la puerta.

Una sensación de alivio los recorrió al verlo llegar a casa, especialmente a Candy. Inmediatamente lo envolvió fuertemente en un abrazo; Albert se sintió ligeramente avergonzado, sin embargo, le devolvió el abrazo tiernamente. Después de un largo e incómodo segundo de silencio, Archie logró meterlos y cerró la puerta detrás de ellos. En ese punto, Albert miró por encima del hombro a Archie mientras se liberaba del abrazo de Candy. Entonces Albert se enderezó y exclamó con alegría: “¡Archie, lo sabía! Vi tu coche allá afuera. ¡Es un placer verlos a todos de nuevo!”

Inmediatamente, Archie le preguntó, mostrando una sonrisa en su atractivo rostro, “Entonces, Albert, ¿dónde has estado? Candy estaba muy ansiosa, estaba a punto de llevarla a recorrer el vecindario para buscarte.”

Antes de que Albert pudiera responder, Candy lo miró y se quejó conteniendo las lágrimas que brillaban en sus ojos, “Pensé que habías tenido otro accidente… Yo… ¡Yo tenía miedo!”

Él la tomó de los hombros e inclinándose hacia adelante para poder verla a los ojos le dijo, “Hasta hace un momento estaba en el parque, Candy, se me fue el tiempo. ¿Me perdonas? Por favor.” Explicó mientras la veía, con una mirada inquebrantable en su rostro.

Una pregunta cruzó los pensamientos de Candy, ¿estaba con Anna en el parque? Pero recordó que había estado con Anna afuera de la tienda Gibson, por lo que Albert habría estado solo en el parque, o ¿estaría con alguien más? En voz baja asintió comprendiendo.

En ese momento, Annie y Patty abrazaron a Candy, diciendo, “Vamos a comer antes de que la cene se enfríe.”

Candy supo que estuvo a punto de arruinar su propia fiesta de cumpleaños, así que haciendo un esfuerzo por sonreír admitió, “Lo lamento mucho, no era yo misma… Sé que vinieron a celebrar mi cumpleaños conmigo y estoy ciertamente agradecida de tenerlos aquí conmigo.”

Las damas se dieron un abrazo grupal después de eso. La atmósfera se tornó cálida durante la cena. Particularmente, Candy había regresado a su alegría natural ahora que Albert estaba en casa. Todos se divirtieron, recordando o poniéndose al día con los demás. Después de todo, no se habían reunido por algunos meses.

Poco sabían que la mente de Albert se encontraba a millas de distancia en ese momento. Él continuaba conmocionado por lo que había sucedido entre Anna y él.

(Inicio de flashback)

¿Qué? Anna está… ¡¿besándome…?!

El instante en que Albert sintió sus labios suaves y cálidos en los de él, su cabeza empezó a dar vueltas en conmoción y confusión, y pronto se dio cuenta de que había sido engañado. Anna debió planearlo antes de encontrarse con él, sabiendo que esta sería su última oportunidad. Siendo mucho más fuerte que ella, pudo haberla empujado, pero no tuvo el corazón para hacerlo, pues heriría sus sentimientos profundamente. Además, creyó que ella sólo quería un beso de él.

Ya que literalmente se había congelado sin responderle, ella pronto se desprendió de él. Entonces dijo algo acerca de no querer arrepentirse, pero él casi no la escuchó. O habló demasiado rápido, o su mente permanecía confundida. Antes de que pudiera siquiera contestar, ella ya había desaparecido de su línea de visión.

Aun entonces, Albert permaneció de pie en el mismo lugar durante unos minutos más. El acto atrevido de Anna lo había perturbado considerablemente, y debido a que no tenía recuerdos de su pasado, se preguntó si acaso ese sería su primer beso. En cualquier caso, en lugar de ir a casa, se obligó a hacer a un lado la conmoción y deambuló por el parque ausente en sus pensamientos durante casi una hora.

Debía admitir que la había subestimado. Ya tenía tiempo desde que se dio cuenta de que ella sentía algo por él; no había querido darle falsas esperanzas, y la había evitado desde entonces. Concluyó que ella había descubierto de alguna manera que él estaba enamorado de otra mujer.

En otras palabras, ambos sufrían el dolor de un amor no correspondido, pero era evidente que ella finalmente se había dado por vencido con respecto a él al mudarse a Nueva York. Sin embargo, eso no la había detenido de obtener lo que deseaba. Un beso seguía siendo un beso.

En cierto modo, Anna no tenía nada que perder, pero no había sido el caso para Albert. Él de ninguna manera quería dejar a Candy, y si hacía algún movimiento drástico, podría asustar a su “hermana”, lo que en realidad era lo último que quería.

Aun así, la acción de Anna lo había sacudido. ¿Estaba dispuesto a arriesgarse a revelar sus sentimientos? ¿Se arrepentiría si no lo intentaba? O ¿debería continuar con su relación platónica con Candy?

¿Y qué pasaría con Terry? Albert creía que Candy aun no lo había olvidado del todo, y era probable que aún lo amara mucho. Albert sabía que podía preguntárselo directamente a Candy o incluso podría mostrarle la pila de periódicos viejos y revistas que tenía ocultos bajo la cama para sondear su reacción. Sin embargo, de manera inconsciente, Albert había estado evadiéndolo día tras día.

Estando absorto en sus pensamientos, perdió la noción del tiempo. Se alegró de tener a Pouppe con él para recordárselo. ¡Oh, no! Ya es bastante tarde y Candy ha de estar ya bastante preocupada por mí. Será mejor que me apresure.

Era un corredor bastante rápido, así que no le tomó mucho tiempo llegar al edificio de apartamentos. Es más, incluso desde la distancia pudo reconocer el auto de Archie, inmediatamente sintió alivio, pensando, Candy tiene visitas, por lo que su mente debe estar preocupada…

Pero cuando Albert llegó a casa, estaba sorprendido e inmensamente conmovido al ver a Candy tan alterada a pesar de tener a sus queridos amigos con ella. Obviamente, ella en verdad se preocupaba por su compañero amnésico.

Al mismo tiempo, su intensa reacción lo había de algún modo alentado a no reprimir más sus sentimientos. Aun se preguntaba cómo podría proceder, recordándose a sí mismo que debía tomarlo con calma. Para probar las aguas, tal vez podría hacer algo para ella en su cumpleaños…

(Finaliza el flashback)

La pregunta de Archie interrumpió los pensamientos de Albert, “Albert, ¿entonces tuviste un accidente antes?”

Siendo el más sensible de todos, Archie alcanzó a escuchar a Candy cuando dijo “de nuevo”, unos instantes antes.

Albert les contó lo que había sucedido después del regreso de Candy de Nueva York. Mientras estuvo inconsciente en la Clínica Feliz, había tenido algunos recuerdos fugaces del accidente en el tren, pero no había recuperado su memoria desde entonces. Sin embargo, visitaría al Dr. Martin de manera regular de ahora en adelante.

Estaban complacidos de escuchar que el accidente automovilístico no lo había herido demasiado, y que incluso había conocido a un doctor amable. Sin duda era una bendición disfrazada.

“Ya fue suficiente de mí”, les dijo Albert, intentando cambiar de tema. “¡Es muy amable de su parte venir a celebrar el cumpleaños de Candy por adelantado! Estaba pensando en invitarlos chicos para que vinieran a cenar también.”

Candy amablemente agregó, “Ha mejorado su cocina, y estoy consentida, no hay duda de eso. Ya ni siquiera me molesto en cocinar.”

Entonces sacó la lengua, viéndose tonta pero simpática. Patty y Annie no pudieron evitar reírse ya que sabían que su amiga no cocinaba. En ese instante, Archie se alegró de ver que Candy estaba feliz viviendo con Albert. Parecía que se estaba adaptando mejor después de su rompimiento con Terry hacía algunos meses.

Annie entonces sugirió con un guiño, “Saben, deberíamos reunirnos más seguido para que podamos probar tus platillos de nivel restaurantero, Albert.”

El rostro de Albert mostró una agradable sonrisa, y se ofreció para enseñarles algunos consejos y trucos la próxima vez que vinieran. “Para que ustedes señoritas puedan cuidar de Candy cuando no esté cerca,” bromeó.

Annie y Patty estaban visiblemente emocionadas al escucharlo, así ninguna se percató del sutil cambio en la expresión de Candy. Se había preparado desde hacía algún tiempo para su inminente partida, pero ahora que lo escuchó decirlo alto y fuerte, sus palabras la afectaron más de lo que esperaba. ¿Qué habrá querido decir con cuando no esté cerca? ¿Estará planeando partir?

Antes de que sus amigos notaran su cambio de humor, Candy se disculpó y se dirigió a la cocina, recordándose a sí misma, debo ser fuerte… él no va a quedarse conmigo para siempre… debo prepararme para eso.

Pero la manera en que su mirada se oscureció y sus labios se apretaron no pasó desapercibida para los ojos de Albert, así que tomando la tetera con él fue tras ella, diciendo, “déjenme traer más agua caliente.”

Sin embargo, Archie lo detuvo a medio camino y le preguntó confundido, su voz intencionalmente más baja, “¿Vas a dejar a Candy, Albert?”

Sólo entonces Albert entendió por qué Candy se veía molesta; había sonado como si en verdad él estuviera planeando irse. Albert se preguntó, Candy, ¿honestamente crees que quiero dejarte?

No obstante, el hombre más alto frunció el ceño y contestó en un tono pesaroso, “No… para nada quise decir eso.”

Entonces Archie suspiró aliviado, y dejó ir a Albert. A juzgar por el comportamiento anterior de Candy, Archie empezó a preocuparse acerca de lo que sucedería si ella estuviera de nuevo por su cuenta. Aunque, en el fondo, también comprendía que Albert era un adulto independiente y era libre de decidir lo que quería hacer en su vida.

Albert colocó la tetera sobre el mostrador de la cocina y encontró a Candy separando los abarrotes en la despensa, así que la llamó por su nombre suavemente, “¿Candy?”

Ella se giró y le mostró una débil sonrisa, fue entonces que él se percató de la bolsa de la Tienda de los Gibson. Instantáneamente, un ceño perplejo se materializó en su frente. Ella lo notó y explicó, “Estos son regalos de Anna para ti. Me vio de camino a casa, y me dijo que habías estado en su tienda brevemente pero que te habías marchado sin comprar…”

Su expresión se llenó de angustia mientras aún continuaba hablando; nunca pensó que Candy se había encontrado con Anna hace un momento. Cuando se preguntó qué más le había dicho Anna a Candy, su semblante desconcertó a su compañera de cuarto, por lo que ella dejó de hablar, lanzándole una mirada inquisitiva. ¿Le habrá ocurrido algo desagradable esta noche? ¿Tendrá que ver con Anna o qué?

Pero el semblante encantador del rostro de Anna resurgió en la mente de Candy, y continuó con su explicación, “No quería aceptarle estos artículos a Anna, pero ella insistió y me aseguró que le habías dado un gran regalo de despedida.”

Candy había hecho hincapié en la palabra “grande”, y por supuesto Albert sabía a lo que se refería Anna, pero no tenía intención de contarle el incidente a nadie, ni siquiera a Candy.

Cuando Albert desvió su mirada hacia los abarrotes gratuitos, aclaró su garganta como si necesitara tiempo para articular sus pensamientos, Candy se encogió de hombros con fingida indiferencia, imaginando posibles escenarios diferentes. Algunos segundos después, debido a que él no decía nada, ella lo presionó, “¿Sabías que se iba? ¿Qué le regalaste?”

Albert ocultó su alivio tras una sonrisa; Candy no tenía idea de lo que Anna le había hecho, por lo que le contestó con una pregunta provocadora, “¿Por qué quieres saber?”

Después de evadir el interrogatorio, se apresuró a verter agua caliente en la tetera, dejándola atónita. Luego llevó la tetera de nuevo a la mesa del comedor, para servirles a sus invitados. Candy, a pesar de estar confundida por el extraño comportamiento de Albert, decidió regresar y unirse a ellos. De lo contrario, sería extraño que se tardara demasiado tiempo.

Finalmente, el momento de cortar el elegante pastel que Patty y Annie habían horneado para Candy llegó. Antes de soplar las velas, Candy deseó sinceramente que Stear regresara a casa sano y salvo.

Mientras saboreaban el delicioso pastel, Archie les informó a todos acerca de su reciente plan, “El Sr. y la Sra. Brighton nos han invitado a pasar el fin de semana en su casa de Lakewood para el cumpleaños de Annie. De hecho, dijeron que podíamos invitar a nuestros amigos, así que Patty también nos acompañará. ¿Qué tal ustedes dos, Candy y Albert? ¿Les gustaría celebrar con nosotros?”

Candy negó lentamente con la cabeza y suspiró, “Sólo tengo un día libre esta semana, y lo cambié con otra enfermera para poder tener libre el día de mi cumpleaños. No creo que pueda pedir licencia con tan poco tiempo.”

Albert estaba encantado de saber que iba a estar libre en su cumpleaños. ¡Genial! ¡En el trabajo también he pedido ese día libre!

Candy entonces le dijo a Annie, “Por favor, saluda de mi parte al Sr. y la Sra. Brighton, Annie.”

Cuando Annie asintió, Candy le guiñó un ojo y agregó un comentario burlón, “¿Vas a presentarle a Archie a tus padres?”

Annie se sonrojó mientras negaba con la cabeza. “Ya se han reunido antes con Archie.”

Archie pasó un brazo de forma protectora alrededor de su novia y explicó: “Sí, me reuní con ellos cuando llegaron a Chicago hace unos meses.”

El momento jovial repentinamente se interrumpió con los sollozos apagados de Patty. Nadie se había dado cuenta de que ella llevaba un tiempo silenciosamente pensativa. Candy la abrazó cariñosamente, y Annie se les unió. Poco tiempo después Patty se recompuso y les comentó a sus amigos que extrañaba mucho a Stear. No podía evitar preguntarse si sus padres tendrían alguna vez la oportunidad de conocerlo.

Archie asintió comprensivamente; la terrible idea de que su valiente hermano podría no regresar, lo había estado preocupando últimamente, pero nunca se había atrevido a hablar de ello. Justo en ese momento, Albert posó su mano sobre el hombro de Archie con una mirada de apoyo, por lo que Archie le sonrió débilmente en respuesta.

Un incómodo silencio cayó sobre el grupo, y después de un largo rato, Archie decidió distraer a sus amigos retomando el tema anterior. Le preguntó a Albert, “Así que ¿supongo que tú tampoco nos acompañarás?”

El hombre de cabello rubio negó con la cabeza y se volvió hacia Annie, diciendo: “Estamos más ocupados en el restaurante durante los fines de semana, así que lo siento, Annie. Feliz cumpleaños por adelantado, y les deseo a todos una maravillosa escapada.”

Después de algunas conversaciones más informales, comenzaron a limpiar, y muchas manos hicieron el trabajo ligero. Cuando se iban, Candy les dio las gracias una vez más por su consideración. Las chicas se besaron y se abrazaron entre ellas para despedirse. Archie fue el último en salir, y tomó la mano de Candy para llevársela a los labios. Con su encantadora sonrisa de siempre le dijo con sinceridad: “Feliz cumpleaños, Candy. Me gustaría que otra vez encontraras un nuevo amor.”

Archie había aceptado desde hacía tiempo que Candy nunca lo vería de otra manera, y ahora que él era feliz con Annie, su deseo por la felicidad de Candy era genuino. Sin embargo, lo que había dicho tomó a Candy por sorpresa, y mientras la observaba amistosamente, se recompuso y respondió de buena gana, “Gracias, Archie”.

Así que él le soltó la mano, se despidió de Albert y volvió a salir.

Después de cerrar la puerta, Candy se dio la vuelta y vio a Albert mirándola con sus manos en los bolsillos. Se preguntó, ¿besará Albertmi mano comoArchie lo hizo?Nunca lo hace… ¿Tal vezsoy máscomo una hermanaoun amiga paraél…nouna dama?

Albert luego sonrió y dijo: “Feliz cumpleaños, Candy. Ya eres una niña grande.”

Sacudiendo la cabeza y sonriendo, ella ingeniosamente le respondió: “Todavía no, Albert.”

Una sonrisa divertida se formó en su rostro al tiempo en que continuó: “Hay que esperar dos días más para decir eso.”

“Es cierto,” respondió con brío, sus ojos azules fijos en el rostro de ella. Durante un tiempo después de eso, hubo un silencio pesado entre ellos cuando cada uno estaba debatiendo acerca de su próximo movimiento. Ninguno dijo una palabra mientras los minutos pasaban, lo que rara vez les pasaba. Más tarde, ella fue la que tomó la palabra en primer lugar, para hacerle la pregunta que rondaba en su mente, “¿Estabas solo en el parque o con alguien más?”

Él abrió y cerró la boca. Su largo silencio la llevó a creer que había estado con alguien. En ese momento, él comentó con un suspiro, “Candy, yo no tenía la intención de hacer que te preocuparas esta noche.”

Sonaba sincero a pesar de que había eludido responderle. Ella desvió la mirada, murmurando para sí misma: “Estaba muy preocupada por ti, tanto que me dolió el estómago…”

Cuando su voz se hizo inaudible, él se disculpó en tono triste, “Lo siento. Debería haber sido más cuidadoso.”

Entonces la vio encogerse de hombros con resignación. Ella comprendió que él no quería hacer hincapié en este tema nunca más, y sin embargo no pudo evitar decir: “Tengo la sensación de que me estás ocultando algo… ¿me equivoco?”

Él asintió una vez con la cabeza, y reconoció, “Sí, tienes razón, pero no quiero hablar de ello… porque… porque…”

Hizo una pausa, mirando en dirección a ella. A la espera de su explicación, ella levantó una ceja en anticipación, y su pulso se aceleró.

“Es privado”, terminó por fin, con un suspiro cansado después de eso.

Candy sabía que lo decía en serio, y su corazón se contrajo. Mientras seguían mirándose el uno al otro sin decir una palabra, ella tristemente llegó a una conclusión, juntando todas las piezas del rompecabezas:

Según Anna, Albertestá enamorado dealguien, yes por eso que ella se va,tratando de olvidarlo. Supongoque él planeabareunirse consu amadaen Gibsonesta noche.Después de dejarle el gran regaloaAnna, se fue conlaseñoritasin comprar nada. Luego se fueronjuntosal parquehasta que oscureció… sídebe ser eso… porque él les dijo a Patty y a Annie que cuidaran demí cuandoél no estuviera cerca… seguramente me dejará más pronto de lo que pensaba.

Se odiaba a sí misma por sentir celos de nuevo hacia esa persona imaginaria. Al mismo tiempo, sabía que no tenía absolutamente ningún derecho de cuestionarlo más. Después de todo, él había dicho explícitamente que era privado, y ella sería intrusiva si continuaba investigando lo ocurrido esta tarde. Finalmente, decidió dejar el tema, aunque a regañadientes.

Albert no estaba al tanto de su especulación, pero él sabía que Candy estaba de mal humor. Sin embargo no la culpó, normalmente él era honesto con ella. Aunque, esta vez, no podía decidirse a hablar sobre el beso forzado, que era vergonzoso por decir lo menos. Por otra parte, se decidió a animarla, así que rompió el incómodo silencio, “Candy, ¿me darías la oportunidad de compensar mi mal comportamiento de esta noche?”

Ella lo miró con una expresión inquisitiva y él sugirió, sonriéndole, “¿Qué tal si vamos de picnic en el almuerzo el día de tu cumpleaños?”

Ella frunció el ceño con perplejidad, preguntando: “¿No tienes que trabajar?”

“Sí, pero he cambiado con-”

Ella lo interrumpió con los ojos brillando de alegría, “¿Así que es tu día libre también?”

Dando un gran paso hacia ella para acortar la distancia, él asintió enfáticamente, una sonrisa complaciente adornaba sus labios. “¿Recuerdas que originalmente planeaba invitar a tus amigos? Deduje que iba a necesitar mucho tiempo para preparar una cena para cinco personas, pero-”

Era evidente que estaba encantada de oír eso, porque ella saltó sobre él, abrazándolo, antes de que pudiera terminar de hablar. “Albert, ¡sí! Vamos de picnic en mi cumpleaños”, ella le respondió en serio.

Él asintió con una amplia sonrisa en su rostro. Ajeno a él, ella se esforzaba por retener las lágrimas en sus ojos, sin saber aún cuánto tiempo más podría tenerlo cerca. Él había estado actuando raro esa noche, y más de una vez había esquivado sus preguntas.

Albert, eres tan amable… Celebras mi cumpleañosconmigoen vez de pasar tu tiempo libre con la persona a quien amas…

Su apuesto compañero de piso estaba un poco preocupado porque ella se había quedado muda, por lo que él pronunció en voz baja: “¿Sabes, Candy?, está bien si prefieres pasar el día con otras personas… Yo sólo quiero hacer algo especial para ti en tu cumpleaños…”

Ella rápidamente negó con la cabeza, con la esperanza de que él no malinterpretara su comportamiento. Su idea de salir con ella la hizo darse cuenta de que él era la única persona con la que le gustaría celebrar su día especial, y en realidad no importaba lo que hicieran juntos. En voz alta, afirmó: “No, no… Vamos juntos. ¿Ya has elegido un lugar?”

Albert exhaló un suspiro de alivio, y luego dijo: “Estoy pensando en el Parque Natural de Chicago.”

Asintiendo con entusiasmo, lo rodeó con sus brazos alrededor de la cintura y hundió la cara en su pecho. “¡Suena muy bien!”, ella se emocionó.

Albert, me encanta ese lugar. Fuedonde acordamos vivir juntos… Por favor,te ruego que nome digas adiósen el mismo lugar…

Candy,espero que disfrutemos juntos de un tiempo maravillosoen tu cumpleaños… sólo nosotros dos…

Cuando sintió que su camisa se mojaba, se quedó asombrado. “¿Candy? ¿Qué sucede? ”
Ella lo abrazó con más fuerza, negando con la cabeza. “No pasa nada. Estoy muy feliz, y no puedo esperar.”

Ella ya no pudo reprimir las lágrimas, que fluían libremente, como si su corazón estuviera siendo oprimido. Ella había estado lidiando con sus altibajos emocionales desde que se encontró con Anna en su camino a casa, primero al preocuparse por Albert y ahora lidiando con la suposición de que él tenía la intención de dejarla. Por más que intentó sentirse feliz por él de que hubiera encontrado a alguien que amar, no podía dejar de sentirse triste de que pronto irían por caminos diferentes.

Él intuyó que ella no estaba diciendo toda la verdad, pero que no quería ahondar en el asunto. Después de todo, él mismo le estaba ocultando cosas a ella, así que simplemente apretó sus brazos alrededor de ella. De hecho, deseó que el momento durara, sosteniéndola así el mayor tiempo posible.

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El Amor Nunca Falla

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