Ms Puddle's Haven

Relación Peculiar Capítulo 1

Disclaimer: Candy Candy y todos sus personajes pertenecen a Kyoko Mizuki, las imágenes a Yumiko Igarashi y el ánime a Toei Animation.

Introducción: No he escrito ninguna historia desde que terminé el año pasado “El amor nunca falla”, pero quedé tan inspirada después de leer uno de los capítulos de “Memorias de la Señora Andrew”, en donde mi amiga QuevivaCandy ha hecho un excelente trabajo uniendo los principales eventos de la segunda parte del Volumen 2 de Candy Candy Final Story (CCFS) y su epílogo.

Esta es una historia corta inspirada también en CCFS. Tengan en cuenta que en CCFS las personas se dirigen a Albert como Tío Abuelo William, así que yo seguí su ejemplo. Pueda que encuentren que algunas escenas o ideas específicas ya fueron expresadas en otras historias basadas en CCFS. Por favor tengan en mente que no tengo tiempo para leer el todas las historias, así que esto es pura coincidencia.

Mi profundo agradecimiento a todas ustedes por todos sus ánimos, ya que sin su apoyo, no hubiera empezado a escribir otra vez. Gracias y espero que disfruten la lectura.

Mi más sincero agradecimiento a QuevivaCandy por invertir su precioso tiempo en la traducción de esta historia al español. Ésta versión no habría existido sin su tremendo esfuerzo. ¡Gracias Amiga!

-Ms Puddle

 

Relación Peculiar

Capítulo 1

“¿Qué es lo que te pasa, Eliza?” la Sra. Leagan la reprendió, su tono de voz era bastante impaciente. Se soltó de la mano de su hija y dio un paso hacia atrás, negándose a avanzar más con Eliza.

Cruzando los brazos sobre el pecho, Eliza estaba evidentemente enfadada. Antes que pudiera responder, su madre añadió, “¿Es que no sabes que somos los anfitriones esta noche? ¿Qué es eso tan urgente para haberme arrastrado hasta aquí afuera, al jardín?”

La joven dejó escapar un largo suspiro de frustración. De hecho, había estado tomando profundas bocanadas de aire una tras otra desde el momento en que le había instado a su madre a abandonar el gran salón de baile con ella, ignorando la conmoción que les rodeaba. Eliza nunca antes se había sentido tan humillada en toda su vida y con el corazón ardiéndole de furia, simplemente tenía que alejarse de la multitud.

Sin embargo, la exuberante vista y el relajante sonido del agua fluyendo de la fuente de los deseos en el patio, de alguna manera habían ayudado a que Eliza se calmara y se dio cuenta que lo que sea que acababa de suceder en el salón, era solamente la segunda peor cosa que le había sucedido a ella y a su familia. El día más humillante para Eliza todavía seguía siendo el día en que el Tío Abuelo William había anulado abiertamente frente a todos sus parientes y socios comerciales, el compromiso de su hermano con esa huérfana. Incluso la Tía Abuela Elroy, la supuestamente poderosa matriarca, obedientemente se había hecho a un lado, no estando dispuesta a hacer nada más por Neil.

“Eliza, ¿No vas a decir algo?” La voz de su madre penetró el hilo de sus pensamientos. “No puedo esperarte para siempre. Tu padre ha puesto todo su esfuerzo para presentarles a todos el más lujoso de nuestros…”

Eliza finalmente habló en tono enojado, interrumpiendo a su madre, “¡Exactamente, Madre! ¡Esta es la gran fiesta de inauguración del mejor complejo de nuestra cadena!”

Habiendo dicho eso, Eliza rápidamente escaneó los alrededores para asegurarse que era seguro hablar en ese apartado rincón. Habían llegado a la pared de piedra, y una gran piscina se ubicaba entre ellas y el salón de baile. Cuando creyó que eran las únicas personas ahí, se quejó, “Cómo pudiste… Quiero decir, ¿Por qué tenías que hacer semejante aclaración esta noche?”

Le tomó algunos segundos a Sarah Leagan antes de comprender a lo que su hija se refería. “¡Oh mi querida Eliza!” Exclamó la Sra. Leagan, sonando exasperada. “¿Crees que tenía opción? ¡Fue una orden directa del Tío Abuelo William!”

Mientras los ojos de Eliza duplicaban su tamaño, la Sra. Leagan explicaba como el patriarca de la familia se había acercado a ella y al Sr. Leagan la noche anterior a la inauguración, para asegurarse que se limpiaría el nombre de Candy esa noche y que todos los invitados supieran que Candy nunca había sido una manos largas.

“El Tío Abuelo William fue muy serio al respecto que tu padre y yo, inmediatamente reconocimos la importancia que ella tiene para él. Por lo tanto, tu padre ni siquiera vaciló en estar de acuerdo con él sobre el plan. El Tío Abuelo William estaba complacido ya que esta era una de las más grandes reuniones del clan. Cuando se retiró del estudio, dijo que iba de camino a recoger a la chica para la fiesta y que nosotros no debíamos informarle nada a ella por anticipado. Sería una sorpresa.”

Luego, Sarah Leagan describió cuan mortificada se había sentido mientras llevaba a cabo esa orden a manera de arrepentimiento; ni siquiera pudo mirar a nadie a los ojos en caso ellos pudieran percibir que había aborrecido la sola idea de disculparse con la huérfana.

Cuando su madre terminó de hablar, Eliza zapateó y frunció el ceño. “¿Quién es esta chica? ¡Por todos los cielos es una simple huérfana! ¿A quién le importa? ¿Acaso no se encuentra de vuelta en dónde pertenece? ¿Trabajando como una don nadie de clase baja? ¿Por qué tuvimos que invitarla esta noche?”

Eliza anhelaba ventilar su rabia, así que habló con una voz tan apresurada que tuvo que hacer una pausa para recuperar el aliento, y fue ahí cuando su madre le respondió, “Tu padre tenía que invitar a cada persona del clan y a todos nuestros socios comerciales, Eliza. Si, a pesar que esa chica ha regresado al orfanato, no podíamos ignorar su existencia en la familia. Es lamentable que Madam Elroy y Archibald no pudieran asistir a la fiesta. Como resultado de eso, esa muchacha tuvo inmediatamente esta noche la atención de nuestros invitados ya que ella es la única que acompaña al jefe de la familia además de su asistente personal.”

Pareció como si Eliza acabara de caer en cuenta de algo y refunfuñó en voz alta, “¡Eso debe ser! Ya decía yo porqué Darren la ha invitado a bailar, ¡Y no solo una vez!”

Darren era el hijo mayor del Sr. McPherson, quien era uno de los socios comerciales de los Leagan en Miami, Florida. Poco después que el compromiso de Neil había sido anulado, los Leagan habían decidido mudarse a su villa en Miami para empezar de cero. Además de ampliar su negocio en la Florida, Sarah había presentado a sus hijos a varias familias de la alta sociedad, y una de ellas eran los McPherson. No hace falta decir que Eliza enseguida se había enamorado de Darren, quien no solamente era encantador y joven, sino era además el heredero de la gran herencia familiar. Darren tenía dos hermanas menores, y Eliza había animado a Neil a acercárseles a modo que se olvidara de la huérfana.

Sin embargo, aunque Darren había permanecido cordial con Eliza hasta ahora, casi nunca había bailado con ella. Para su consternación, este Darren aún no le había hablado esta noche pero había bailado con Candy por lo menos dos veces. Con furibundo recelo, Eliza le echó toda la culpa a la rubia. Esa bruja… puede engañar a cualquier hombre para que caiga en su hechizo… ¡Incluyendo a Neil! Se lo aturdido que estaba Neil sabiendo que ella iba a venir a la fiesta, pero Padre le tuvo que advertir estrictamente que se mantuviera alejado de ella…

En ese momento, la voz de su madre rompió el hilo de sus pensamientos, “No te preocupes, mi querida Eliza. A esta hora Darren ya debió haberse dado cuenta que Candy no es digna de él, ¿No te parece?”

El sonido de la presuntuosa voz de su madre hizo que en el rostro de Eliza apareciera una maliciosa sonrisa de triunfo. “¡Tienes toda la razón, Madre! Ella podrá tener el vestido más glamoroso y haber traído a una doncella personal que pudiera hacerla ver como si fuera una princesa de un cuento de hadas, pero en el fondo, ¡Sigue identificándose con los sirvientes!”

“Si, Eliza,” su madre aseveró con entusiasmo. “Creo que después de todo esa muchacha está acostumbrada a una vida de servidumbre.”

Entonces Eliza dijo con despreció, interviniendo, “¡Es verdad! ¡Imagínate sus feas y resecas manos ocultas debajo de esos largos guantes de satén!”

Las dos se echaron a reír. Su desdén por Candy se acrecentó aún más por la humilde pero absurda acción de la huérfana. Mientras estaban tomando las fotografías familiares, a pesar de estar vestida como una dama de clase alta, la huérfana prefirió estar de pie entre los sirvientes a pesar que el patriarca de la familia le había pedido que se parara a su lado.

Y no solo eso, poco después de la toma de fotografías, para obedecer la orden del Tío Abuelo William, la Sra. Leagan tuvo que desmentir abiertamente los rumores sobre Candy. Debido a eso, aquellos en la concurrencia que no habían escuchado de los orígenes de Candy, ahora sabían que solía trabajar como sirvienta para los Leagan antes de ser adoptada.

En retrospectiva, el amargo estado de ánimo de Eliza había dado un giro completo. Sentía que de alguna manera se había vengado aunque no podía parar de reproducir el momento en que Candy había hecho su entrada esa noche. Desde que llegó, Eliza había estado aparentemente desatendida.

(Inicio del Flashback)

Cuando una elegante dama entró en el gran salón con su mano colocada en el hueco del codo de un joven, los invitados alrededor de Eliza instantáneamente contuvieron el aliento. No hace falta decir que su atención, incluyendo la de Eliza, había sido capturada por la encantadora pareja. Ataviada en un largo vestido de satén color esmeralda, con cuello en V y sin mangas, revestido con una capa de pura gasa que llegaba hasta el suelo, la joven se miraba despampanante cuando menos. El cinto con diseño floral alrededor de su esbelta cintura acentuaba su menuda pero femenina figura, y su sedoso cabello rubio estaba peinado hacia arriba en un moño. Incluso a la distancia, Eliza podía ver el colgante alrededor del cuello de la dama que reflejaba las luces de la gran lámpara de araña por encima de la puertas dobles de la entrada.

El misterioso acompañante de la joven, un atractivo hombre de gran estatura, no podía haber parecido más orgulloso. Vestido impecablemente en un esmoquin, su pajarita y chaleco tenían la misma tonalidad verde que hacía juego con el vestido de la dama. En resumen, ambos se veían deslumbrantes como pareja, y por un largo momento Eliza no tuvo idea de quienes eran hasta que divisó a George detrás de ellos. En el instante en que Eliza se dio cuenta de las identidades de la joven y del hombre, casi se desmaya. ¿Cómo fue que no pudo reconocer sus rostros e incluso confundirlos con una pareja?

Quizás Eliza nunca había visto al hombre así de feliz en otras reuniones. Con Candy a su lado, su rostro literalmente brillaba y su sonrisa prácticamente se extendía de oreja a oreja.

¿Y qué pasaba con Candy? Sin las coletas y su conducta de marimacho, actuaba como si fuera una persona completamente diferente. ¿Desde hace cuánto había crecido tanto y se había transformado en una atractiva joven?

En cualquier caso, ahora que la familia patriarcal había llegado, la rubia pronto reemplazó a Eliza y se convirtió en el centro de atención de la fiesta. Atormentada por una mezcla de celos y de odio, desde ese momento Eliza se había quedado taciturna como si fuera una niña de tres años.

(Fin del flashback)

En ese momento, la pregunta de la Sra. Leagan trajo de vuelta a Eliza al presente, “¿Regresamos, mi querida hija?”

Eliza asintió en aceptación. En cuanto empezaron a caminar pausadamente a lo largo del sendero, Eliza dijo con una risita, “Sinceramente no entiendo a esa chica. Incluso Cenicienta no quería volver a su antigua vida sin embargo, cuando esta huérfana pudo tener fácilmente cualquier cosa que podría desear en esta vida, voluntariamente renunció a todo…”

Eliza hizo una pausa, negando con la cabeza y volvió a reír entre dientes, “¡Creo que con el tiempo el Tío Abuelo William tendrá que aceptar que su supuesta hija nunca será una verdadera dama como nosotras!”

“Si, querida Eliza. ¿Quién en su sano juicio en la alta sociedad querría a semejante muchacha? Ella traerá con seguridad deshonra a la familia. Un niño es abandonado por una razón así que, ¿Quién sabe si ella es una hija ilegítima?”

“También pienso lo mismo, Madre.” Dijo Eliza, con una sonrisa de satisfacción de sí misma materializándose en su rostro. “Incluso si a Darren le gustara… no, ¡A él no le gustaría! ¡Eso es imposible! De cualquier forma, le advertiré en privado que esa chica ha vivido con un hombre…”

“¡Calla!” la Sra. Leagan detuvo sus pasos en seco, mirando a su alrededor con nerviosismo. Ambas sabían muy bien quien era ese hombre. Había habido rumores sobre la naturaleza exacta de esta relación peculiar con la huérfana, pero nadie se atrevió a tocar el delicado tema, en especial los Leagan quienes no podían permitirse el lujo de volver a ofender al patriarca de la familia. Por lo tanto, tenían que ser más que precavidas aunque parecieran ser las únicas en el patio en ese momento. Entonces, inesperadamente, la profunda voz de un hombre hizo eco a través del jardín, “¿Candy?”

Las damas se sobresaltaron. A medida que entraban en pánico, preguntándose quien era y si había escuchado su conversación, escucharon detrás de ellas el sonido de unas pisadas que corrían. Cuando se dieron la vuelta, lo vieron y ambas jadearon al unísono con terror, pero él ignoró sus extrañas reacciones y las saludó, “Sra. Leagan, Eliza.”

El hombre siempre se había dirigido a Sarah como Sra. Leagan, manteniendo la cortesía y la distancia. Simplemente eran parientes políticos, no por consanguinidad.

Por otro lado, su presencia le envió un escalofrío de miedo por la columna a Sarah, pero ella logró hacer una reverencia y saludó, “Sir William.”

La mujer apenas podía ocultar el temblor en su voz, y codeó suavemente a su hija para que hiciera lo mismo, sin saber que las rodillas de Eliza se habían vuelto de gelatina. Sin embargo, el hombre no esperó a que Eliza respondiera y le preguntó a la madre, “¿Han visto a Candy? No puedo encontrarla por ninguna parte.”

Ambas negaron con la cabeza y Sarah argumentó, “Eliza se sentía cansada, así que salimos a tomar un poco de aire fresco. Sin embargo, no hemos visto a nadie más, Sir William.”

Mientras él asentía dándose por enterado, ellas se disculparon para regresar al salón. Él respondió, “Por supuesto. Creo que el Sr. Leagan la está buscando, Sra. Leagan.”

Inmediatamente él continuó la búsqueda, abriéndose camino alrededor de la fuente de los deseos. Cuando una suave brisa hizo crujir las hojas de los árboles, sus sensitivos oídos captaron un ruido a su izquierda. Alguien acababa de cruzar el sendero, aprovechando la brisa que soplaba por el jardín. Él movió rápidamente la cabeza en esa dirección y observó a una joven que llevaba sus zapatos de tacón por las correas y caminaba de puntillas. Reconoció la silueta en la penumbra. “¿Candy? ¿Eres tú?”

Ella dejó escapar un suspiro de resignación y se dio la vuelta para mirarlo. El alivio lo inundó y dio grandes zancadas hacia ella. Cuando ella estuvo a la distancia del alcance de sus brazos, él detuvo sus pasos. Estaba feliz de volver a estar a solas con ella y ahora podía ver su delicado rostro, brillando bajo la luz de la luna como si fuera un ángel. Al mismo tiempo, desde su altura podía ver el indicio de su escote debajo del colgante de esmeralda en forma de corazón, colgando en medio de los tirantes con lentejuelas sobre sus hombros. Apresuradamente desvió la mirada, plenamente consciente del deseo que estaba creciendo rápidamente en él, el deseo que le estaba prohibido mostrar debido a su relación legal. La encantadora enfermera que había conocido siendo un paciente que padecía de amnesia, indudablemente había crecido llegando a ser una verdadera belleza.

De hecho, a considerar por el número de personas que hicieron fila para bailar con ella, Albert no fue el único que encontró deseable a Candy esta noche. Albert simplemente no había tenido oportunidad. Desde que llegaron, el Sr. McPherson le había solicitado al Sr. Leagan que fueran presentados a sus hijos. Cuando los saludaron de uno en uno, su hijo Darren, un hombre de veintitantos años, le había pedido formalmente a Albert su permiso para bailar con su hermosa hija adoptiva, así que Albert tuvo que devolver el favor invitando a bailar a las hermanas de Darren, después de cumplir con su obligación de bailar con la esposa del alcalde y con la Sra. Leagan.

Desde entonces, siempre que Albert quería acercarse a Candy, alguien venía a su encuentro por diversas razones, ya sea para hablarle o para presentarle a sus amigos y a otras damas. Eso sin mencionar que durante el transcurso de la recepción, Candy misma había estado rodeada por una docena o más de jóvenes que representaban un buen partido.

No mucho tiempo después de la toma de fotografías, Albert le había dado a la Sra. Leagan la señal. Por lo tanto, la Sra. Leagan se paró frente a la enorme concurrencia y declaró que Candy no había hecho nada malo mientras fue sirvienta en su casa. A la distancia, Albert había notado que Candy se puso de pie, dirigiéndose hacia afuera del salón. Había decidido seguirla pero una vez más, alguien había llegado de la nada para hablarle sobre algunos asuntos apremiantes que necesitaban de su atención. En cuestión de minutos, la había perdido de vista.

“Albert, yo… yo creo…” Candy titubeó. Su ligeramente abatida voz sacudió a Albert fuera de su trance. Ella frunció los labios, bajando la cejas en consternación, como si algo la estuviera perturbando, así que él prontamente inquirió, con la preocupación goteando en su voz, “¿Te encuentras bien? Estoy preocupado por ti y te he estado buscando…”

Él se detuvo en seco cuando una inesperada sonrisa iluminó el rostro de ella, como si de pronto hubiera cambiado de parecer. Era la sonrisa que podía instantáneamente derretir su corazón, y luego alargó el cuello y levantó sus resplandecientes ojos para encontrarse con los de él, “Pensé que te gustaba jugar conmigo a las escondidas.”

Él solamente pudo quedarse mirándola boquiabierto como si fuera un pez dorado. Cómo podía su estado de ánimo cambiar tan dramáticamente en tan corto tiempo, estaba más allá de su compresión. ¿Tendrá esto que ver algo con Eliza y su madre? ¿Qué le han hecho a Candy? ¿O ellas estaban al tanto que Candy estaba escondiéndose en alguna parte?

Justo en ese momento, una cálida y agradable brisa agitó los árboles alrededor de ellos. Todavía sonriendo, Candy cerró los ojos y levantó la barbilla hacia el viento para dejarlo jugar con las hebras sueltas de su cabello. Mientras tanto, la luz de la luna resplandecía sobre su piel de porcelana y sobre su dorado cabello, iluminando su belleza aún más. Sin ser ella consciente, Albert aprovechó esta oportunidad para escudriñar sus exquisitas facciones de la manera en que un joyero examina una singular piedra preciosa con admiración. Como ansiaba halarla hacia él en estos momentos y dejarle saber que ella significaba todo para él.

Sin embargo, él tragó fuertemente y se forzó a cerrar la mandíbula, luchando contra su repentina necesidad de olvidarse de los buenos modales y simplemente huir con ella enseguida. Pronto cumpliría veintiún años, e impacientemente había estado contando los días de manera regresiva.

No obstante, finalmente notó las lágrimas que brillaban en sus pestañas, lo cual lo trajo de vuelta a la situación actual. ¿Por qué? ¿Había estado llorando?

(Continuará)

Relación Peculiar

Exit mobile version