No sé si es amor: Capítulo III “Brazos”
Miré por la ventana de la sala, a primera hora de la mañana de un sábado soleado, sosteniendo en mi mano la carta que respondieron del Hogar de Pony. Observé a algunos niños del vecindario persiguiéndose unos a otros con alegría, lo que me recordaba mi infancia, cuando era libre de preocupaciones, corriendo de arriba a abajo por la Colina de Pony con otros niños. Desdoblé la carta, la cual recibí ayer y la volví a leer.
‘…Las flores están floreciendo en la colina. Sería agradable si tú y Annie pudieran venir a visitarnos… estaremos esperándolas…’
La última vez que había visitado el Hogar de Pony, fue para pedirle a la Señorita Pony que cuidara por mí a la perra del Sr. McGregor, Mina. Desde que me trasladé a Chicago y más tarde me encontré con Albert en el Hospital Santa Juana, no les había escrito ni una sola carta y eso hacía ya más de un año. Así mismo, tampoco le había escrito al Tío Abuelo William porque honestamente no podía decirle que estaba viviendo con un paciente con amnesia a quien yo había conocido hace mucho tiempo en Lakewood. Y no solo eso, también le debía mi vida a este sospechoso hombre quien había invadido una de las propiedades de los Ardlay, la cabaña del bosque. Ahora que pienso en ello, en verdad es muy gracioso. Algunas veces me pregunto si le hubiera escrito a George o al Tío Abuelo William sobre mi vida con un paciente de sexo masculino, ¿Entonces que hubiera sucedido?
Me alejé de la ventana y verifiqué el calendario en la pared. Habían pasado casi dos semanas desde la última vez que vi a Albert. Después que él se había marchado aquella tarde, iba a escribirles a la Señorita Pony y a la Hermana María pero había estado tan exhausta y absolutamente no con el humor adecuado como para escribirle algo a alguien. Me había preparado un rápido bocado para saciar mi estómago y después de ello me fui directamente a la cama, pensando que dormir me ayudaría a olvidar mis sentimientos melancólicos.
Bueno, me había equivocado. Apenas pude dormir aquella noche, terminando acurrucada en la cama inferior de la litera, llorando por lo que había sucedido desde que me había vuelto a encontrar con Albert en Lakewood. Después de reunirme con la Tía Abuela Elroy aquella tarde, mi estado de ánimo alegre por reencontrarme con Albert había sido destrozado y la esperanza de estar junto a él se había desvanecido. Lo que sea que él me haya dicho después aquella tarde, también había enviado mensajes contradictorios a mi cerebro.
Al día siguiente, finalmente me las había arreglado para escribir una carta al Hogar de Pony. Pocos días después de eso, cuando había regresado del trabajo, había estado gratamente sorprendida por encontrar una carta de Albert en el buzón de correo y había memorizado ya cada palabra en aquella carta.
‘Querida Candy,
¿Cómo has estado? Siento no haber tenido tiempo para visitarte. Como te había dicho antes, mis días están llenos de reuniones, presentaciones, proyectos, cenas de negocios y mucho más.
Espero que las cosas bajen de ritmo la próxima semana para que pueda visitarte por la tarde. Mientras tanto, ¡Siéntete en la libertad de venir a visitarnos el fin de semana! Podrás encontrarme en mi estudio.
Por favor dale mis saludos al Dr. Martin. ¡Cuídate!
Atentamente,
Albert’
Desde entonces, he estado esperando a que él se aparezca. Había estado llegando expectante a casa de la Clínica Feliz solo para sentirme decepcionada días tras día. Justo ahora, regresé a la mesa del comedor y me senté para tratar de terminar mi desayuno, pero no tengo apetito. Suspirando profundamente, bajé los cubiertos y puse los codos sobre la mesa, apoyando la barbilla con las palmas de mis manos y mirando hacia la ventana con la mirada perdida.
No esperaba que Albert pudiera estar tan comprometido con el trabajo, pero ¿Por qué debería estar sorprendida? Él ahora estaba a cargo de una empresa de negocios. Me pregunté si me extrañaba algo, pero creo que su apretado horario puede que lo haya agotado todos los días tanto que él no ha tenido ningún problema para quedarse dormido por la noche, a diferencia mía.
Lo que sea que haya pasado después de la fiesta de compromiso, todavía me ha estado molestando y ha perturbado mi sueño últimamente. Las palabras de la Tía Abuela Elroy habían infundido dudas en mi mente acerca de Albert, y encima de eso, yo no podía parar de sentirme inferior, en especial, cuando reflexioné sobre la gran riqueza del clan Ardlay. Estaba casi convencida de que Albert merecía una bien educada y joven dama, criada en una respetable familia, relativamente de la misma condición social y posición económica.
Sin embargo, me rehusé a creer que él ya no sentía algo por mí a no ser que lo hubiera escuchado directamente de él. El hecho que él había querido mi dibujo infantil en lugar del otro que era mejor, en realidad me había dado un rayo de esperanza. La forma en que me había mirado después de descubrir que lo había buscado usando el dibujo del Dr. Martin y su extraña reacción después de eso, me dio a entender que él se había estado conteniendo a sí mismo. Yo tenía la fuerte sensación que eso no solo era mi ilusión o mi imaginación. Debe tener algo que ver con lo que él había dicho sobre que él no era más el mismo hombre. Además, estaba claro que él no quería arrastrarme a una vida que fuera a confinarme o presionarme para cumplir con valores y costumbres familiares pasadas de moda.
¿Cuál es la razón principal por la que él dudó en confesarme sus sentimientos por mí? Después de meditarlo un poco, creo que él quiso decir que si yo fuera su pareja, yo tendría muchas más obligaciones. Él no estaba seguro si yo podía soportar aquello ya que él mismo había estado intentando escapar de la realidad la mayor parte de su vida. De hecho, yo tampoco estaba segura pero quería apoyarlo y alentarlo como la compañera de su vida. Pero ¿Estaba yo lo suficientemente calificada para llenar esa clase de papel para él?
Por otro lado, podía ser que su propia conciencia le hubiera prohibido escuchar a su corazón dada nuestra relación adoptiva. De cualquier forma, estar enamorada de mi tutor legal me había hecho pasar por una confusión emocional por estos días. Lo que más me exasperaba era que esto no parecía terminar porque yo no veía en lo más mínimo que él quisiera revertir la adopción.
¿Por qué era nuestro amor tan complicado?
Me había dejado caer en un profundo ensueño hasta que el trance fue interrumpido por la alarma del reloj. Rápidamente termine mi desayuno y salí corriendo por la puerta. Camino a la Clínica Feliz, escuché un grito estridente ¡Ayuda! de algún lugar cercano. Sonaba como si fuera un niño y rápidamente traté de localizar su origen.
Pronto vi a una multitud agruparse en una calle y aceleré mis pasos avanzando hacia ellos. Cuando me asomé a través de la personas, noté a una muchacha de mirada triste que estaba principiando la adolescencia, quien se había derrumbado en el suelo, llorando y sosteniendo a un niño pequeño en sus brazos. El niño también se miraba bastante pálido. A esta altura, un hombre de mediana edad se inclinó hacia delante y se puso de cuclillas justo al lado de la muchacha, preguntando, “¿Qué pasa? ¿Qué puedo hacer para ayudar?”
Entre sollozos, ella respondió, “Mi hermano… ha estado enfermo… nosotros no tenemos dinero… para ver a un doctor…”
Me abrí paso entre la multitud y me acerqué a ella, diciendo, “Soy enfermera. Déjame llevar a tu hermano con un médico.”
El hombre de mediana edad ofreció, “Yo puedo llevarlo, ¿Señorita?”
Así que me presenté, “Puede llamarme simplemente Candy. Señor, por favor venga conmigo.”
“Spencer es mi nombre,” dijo el Sr. Spencer y rápidamente llevó al pequeño niño en sus brazos, siguiéndome a la Clínica Feliz, que estaba a solo dos cuadras de distancia. La muchacha entonces me dijo que su nombre era Lucy y el de su hermano era Jack.
El Dr. Martin examinó a Jack un rato y después de hacerle algunas preguntas a Lucy, creyó que Jack solamente no había comido lo suficiente por un buen tiempo. Entonces nos enteramos que su padre había fallecido el año pasado y su madre había estado deprimida y confinada a guardar reposo en cama desde entonces.
En este momento, el Sr. Spencer nos mostró su tarjeta de presentación y dijo, “En realidad trabajo cerca para un orfanato y le hablaré al personal administrativo y veré como ellos pueden ayudar a tu familia, Lucy.”
“¿Un orfanato en este vecindario? ¿Es nuevo?” preguntó el Dr. Martin con sorpresa.
El Sr. Spencer respondió, “¡Sí! Se llama Corazones Puros. De hecho, acabamos de empezar hace unos meses. La propietaria es la Sra. Thompson, quien enviudó recientemente y no tiene hijos propios. Ella fue muy generosa en donar una porción de la considerable herencia que su difunto esposo le dejó y empezar un orfanato. Aunque nuestro costo operativo es cada vez mayor, creo que la Sra. Thompson estará más que dispuesta a encontrar alguna manera para ayudar a Lucy y a Jack.”
El Dr. Martin fue tan amable como de costumbre y les dio a los chicos algo de comer antes que el Sr. Spencer los llevara de regreso a su casa. Desde ese momento, había estado reflexionando sobre mi vida. Aunque yo había pasado por algunas privaciones en el pasado como una huérfana creciendo en el Hogar de Pony, nunca había pasado hambre como Lucy y Jack.
En realidad, incluso podía escoger vivir una vida extravagante como la hija del Señor William, justo como la Tía Abuela Elroy me lo había pintado. Sin embargo, no me arrepentía por no mudarme a la mansión a pesar de mi añoranza por Albert. Desde que había dejado Londres, había querido ser autosuficiente. Mientras que hace algunos años, como una joven adolescente no había tenido opción alguna y en ese entonces, haberme mudado a la Mansión de Lakewood parecía muy natural.
De repente, extrañé mucho a la Señorita Pony y a la Hermana María y podía imaginar fácilmente, como una sonrisa resplandecería a través de los lentes de la Señorita Pony si sabía que iría a visitarles. De hecho, si no hubiera sido obligada a comprometerme con Neil, ya me habría regresado al Hogar de Pony.
Entonces un pensamiento sombrío atravesó por un instante mi mente, era tiempo que yo siguiera adelante y cuanto más pronto empezara mejor.
Honestamente, no podía continuar mi incómoda relación con Albert. Para la mayoría de las personas, él era mi padre legal, pero yo tenía problemas en mí corazón para aceptar esto y no sabía cuándo sería capaz de aceptarlo o si quería adaptarme. Incluso si Albert y yo pudiéramos ignorar ese aspecto en nuestra relación, habían otros obstáculos en nuestro camino y el más mayor de ellos tenía que ser la Tía Abuela Elroy. Yo estaba más que segura que ella haría todo lo que estuviera en su poder para separarnos. Además lo que más me desanimaba era que yo sinceramente no sabía lo que Albert pensaba acerca de mi o si él estaba en el proceso de adaptarse a la relación adoptiva.
Y quizás, al regresar y mantener mi distancia de Albert, yo podría ser capaz de olvidarlo con el tiempo…
Definitivamente necesitaba tiempo para pensarlo muy bien antes que hiciera algo precipitado. Entonces escuché un ruido aplastante. Miré hacia abajo y me di cuenta que accidentalmente había dejado caer un vaso mientras lo lavaba.
“¡Candy!” El Dr. Martin corrió a mi lado. Yo lamenté, “Siento estar distraída de nuevo…” Mi voz se interrumpió en cuanto sentí un dolor punzante en los dedos mientras recogía los pedazos rotos.
Rápidamente hice presión sobre la herida y el doctor atendió mi lesión de inmediato. Momentos después, el Dr. Martin me dio una mirada de preocupación y me instó, “Candy, sé que tu mente ha estado bastante preocupada últimamente, por lo que tú también podrías irte a casa por hoy. Yo me haré cargo de este desastre.”
Mientras que él cuidadosamente recogía los pedazos de vidrio roto del fregadero, otro sombrío pensamiento surgió en mi cabeza, las heridas con el tiempo sanarán y el dolor disminuirá… debo lidiar con las consecuencias y simplemente seguir adelante…
Camino a casa, seriamente consideré mis opciones y regresar al Hogar de Pony parecía ser la decisión correcta por el momento. ¿Debería mencionar el tema y discutirlo con Albert? O ¿Debería solamente hacerle saber mi decisión?
Más tarde, cuando pasé frente a una capilla cerca del Magnolia, resultó que vi un gran letrero justo al lado de esta, el cual no había notado antes. Las palabras capturaron mi corazón y se me pusieron los ojos llorosos como si Dios me había hablado para confirmar lo que estaba considerando:
‘Él librará al menesteroso que clame y al afligido que no tenga quien lo socorra.
Tendrá misericordia del débil y del menesteroso; salvará a los pobres de la muerte.
De engaño y de violencia redimirá sus almas, y ante sus ojos será preciosa la sangre de ellos.’ [1]
Ya que ser enfermera era mi vocación y como casi no había ni un médico o enfermera cerca del Hogar de Pony, podía darle un mejor uso a mi vocación allá. También recordé mis propias palabras ‘Me voy para encontrar mi propio camino…’ en la carta para el Tío Abuelo William antes que me fuera de Londres para regresar a América. Le había pedido perdón en ese entonces porque yo había querido seguir adelante por mi cuenta sin su apoyo económico.
Desde entonces, yo había sido capaz de sobrevivir sin depender de la provisión del Tío Abuelo William. Creía firmemente que podía continuar siendo independiente y ciertamente esperaba que pudiera vivir mi vida al máximo. Por lo tanto, mientras más meditaba sobre ello, más estaba convencida en regresar al Hogar de Pony. Como Albert me había dicho que él estaría en casa el fin de semana, decidí hacerle una visita mañana e informarle sobre mi decisión.
Al día siguiente, de camino a la principal residencia de los Ardlay, traté de formular las palabras en mi cerebro para que después pudiera articularle mis pensamientos a Albert. Al mismo tiempo, también me sentí nerviosa. ¿Y si Albert me pedía que no me fuera? ¿Lo escucharía?
Sin embargo, mi presentimiento era que él me dejaría ir. Él era una persona de mente abierta y me había dado libertad para escoger mi camino en aquel entonces y yo estaba segura que él no había cambiado mucho, incluso ahora.
Pero, ¿Y si él me pedía que me quedara en Chicago? ¿Estaría conforme con obedecer? Con sentimientos encontrados, llegué a la gran entrada de la mansión y pronto el mayordomo vino a saludarme.
“¡Buenos días, Señorita Candice! ¿Está aquí para ver al Señor William?”
Yo estaba un poco asombrada pero me las arreglé para responder, “¡Sí! ¿Cómo lo sabe?”
Entonces él me explicó que el Señor William le había dejado un mensaje que si sucedía que yo me dejara caer por ahí, que por favor me llevara con él.
¿Así que Albert estaba esperándome?
“Por aquí por favor, Señorita Candice.” Así que fui detrás del mayordomo hasta que llegamos a una habitación con impresionantes puertas dobles, las cuales estaban hechas de madera sólida de alta calidad. El golpeteo de mi corazón indicaba cuan entusiasmada estaba por poder ver a Albert de nuevo, pero me estresé al recordar cuál era la razón para verlo el día de hoy.
El mayordomo tocó la puerta un par de veces hasta que escuchó el consentimiento que podía pasar. Entonces abrió la puerta para anunciar mi presencia mientras que yo permanecí en mi sitio. Escuché la voz emocionada de Albert, “¿La Señorita Candice? Por favor hágala pasar.”
Toda esta formalidad me puso incómoda y una vez más reafirmé que Albert y yo pertenecíamos a mundos diferentes, lo que confirmaba mi decisión de regresar al Hogar de Pony.
El mayordomo educadamente me llamó con un gesto para que entrara. Cuando entré en el brillante y espacioso estudio, de techo alto y finos muebles, ya podía decir que esa habitación era más grande que mi apartamento. Las ventanas eran tan grandes que casi alcanzaban el techo y proveían al estudio no solo de luz natural sino también una hermosa vista de los arbustos y césped del jardín. Entonces el mayordomo cortésmente se excusó y cerró la puerta detrás de él.
“¡Candy! ¡Estoy tan contento de verte aquí hoy!” exclamó Albert con júbilo. Se miraba tan elegante en su fino traje negro, pero hoy no estaba usando corbata. Sosteniendo un pesado libro en su mano, se paró frente a una librera de madera tallada de forma muy elaborada con brillantes puertas de vidrio. Parecía como si él estaba a mitad del trabajo, incluso en una mañana de domingo.
Avancé hacia su escritorio, inhalé profundamente y me dirigí a él de manera formal, “Buenos días, Albert. Sé que estás ocupado así que voy a hacer esto rápidamente. He decidido regresar al Hogar de Pony.”
Su boca estuvo ligeramente separada por un momento pero no salían palabras de ella. El aspecto en su rostro me dijo que lo había tomado completamente por sorpresa y no estaba bastante seguro como responder. Yo simplemente esperé con paciencia, bajando la cabeza un poco para evitar su mirada.
“¿Quisieras regresar al Hogar de Pony?” Repitió mis palabras como si él no podía creer lo que había oído.
En consecuencia, con el rostro serio le hice saber sobre mi plan, que quería trabajar en un hospital cercano en aquella área rural. Mientras me estaba escuchando, parecía solemne; pero tan pronto terminé de hablar, una enorme sonrisa iluminó su rostro y pronunció en tono positivo, “Eso se parece tanto a ti, Candy. ¡Suena bien!”
Justo en ese instante, me di cuenta que yo realmente no deseaba separarme de Albert y no podía evitar sentirme decepcionada de mi misma por estar arrepentida ahora sobre mi decisión. Sin embargo, el hecho que él ni siquiera trató de disuadirme, me golpeó con fuerza y las palabras de la Tía Abuela Elroy sonaron irritantemente en mis oídos de nuevo, William ya ha superado su insensatez. Eso explicaba por qué él podía sin ningún problema dejarme escoger mi propio camino mientras yo lo considerara conveniente.
En medio de mi turbulencia emocional, escuché su sincera voz, “Candy, me gustaría ayudarte a empacar y a mudarte.”
Negué con la cabeza y sonreí levemente, esforzándome por no mostrar mí desánimo, “No tengo muchas pertenencias y voy a donar la mayor parte nuestras cosas, si no te importa.”
“Por favor, hazlo. ¿Cuándo planeas irte?”
“Les escribiré primero a la Señorita Pony y a la Hermana María para informarles y debería poder irme de Chicago a finales de la siguiente semana.”
“¿Tan pronto? ¿Les has dicho a Archie y a tus amigas?” preguntó con un toque de sorpresa en su voz. Rápidamente bajó el libro y avanzó hacia mí.
“Estoy por decírselos,” fue mi breve respuesta. Me estaba poniendo nerviosa de que él pudiera acercarse mucho a mí porque yo podría perder la calma, pero para mí alivio, se detuvo quedando fuera del alcance de sus brazos, manteniendo una distancia prudente de mí.
“Desafortunadamente, no creo que puedas encontrarlos por ahora. Me han dicho temprano esta mañana durante el desayuno, que querían ir de compras para el próximo baile que se llevará a cabo en pocos días,” comentó mientras se inclinaba en el borde del escritorio de ébano.
“¿Es eso cierto? Entonces está bien. ¿Podrías por favor decírselos de parte mía?” respondí sin mirarlo directamente. Tenía miedo que yo pudiera cambiar de parecer y echarme para atrás.
“No hay ningún problema, Candy. ¿También quieres que le diga a la Tía Elroy o prefieres escribirle una carta tú misma?” preguntó Albert, mirándome inquisitivamente.
“Cierto… ¿Cómo pude olvidarme de ella?” respondí y mirándolo con rapidez, pregunté dubitativamente, “¿Pero por qué necesito escribirle una carta?”
“Mi tía se ha ido a Florida con los Leagan y probablemente se quede allá por un tiempo. Los Leagan están por allá en el proceso de expansión de su negocio hotelero y mi tía desea obtener más detalles al respecto,” explicó con tono práctico.
“Oh… en ese caso, ¿Te importaría si también le notificas a ella por favor?” Yo procuré evitar contactar a la Tía Abuela yo misma. Creí que ella celebraría y estaría extremadamente aliviada que yo me iría de Chicago para siempre.
Albert me dio una sonrisa reconfortante y pronunció, “No te preocupes. También me haré cargo de ella por tí.”
En este punto, sucedió que vi mi pésimo dibujo sobre el escritorio de ébano y no pude evitar sonrojarme un poco. Albert se dio cuenta que lo vi, así que lo levantó y declaró, “Iba a pedirte si puedo presumirlo en mi oficina. Incluso George comentó que era una obra maestra invaluable.” Terminó con una sonrisa divertida en el rostro.
Me sonrojé aún más fuerte sin embargo, el comentario de George me hizo reír entre dientes. “Eres bienvenido para hacer cualquier cosa que desees con él, Albert. Ahora es tuyo.”
“Gracias, Candy. No sabes cuánto este dibujo me ayudó a liberarme del estrés y la fatiga,” respondió seriamente con un suave suspiro.
¿Está tratando de insinuarme algo?
Así que me armé de valor y pregunté, manteniendo un tono casual, “Albert, ¿Tienes algo que decirme antes de que me vaya?”
Su mirada encontró la mía y por un breve momento, creí ver una lucha en sus ojos azules, su mandíbula se apretó antes que se aclarara la garganta y abriera su boca, con voz serena y uniforme, “Candy, te deseo todo lo mejor y por favor mantente en contacto.”
No hace falta decir, yo estaba disgustada por su respuesta pero ahogué un sollozo y me las arreglé para hablar por encima de este, “Lo mismo para ti, Albert. Recuerda no trabajar muy duro y cuidarte.”
Mientras el asentía en silencio con un rostro sombrío, me excusé y me dirigí inmediatamente hacia la puerta doble. Tenía miedo que no pudiera controlar mis emociones si me quedaba por más tiempo. Pero él me detuvo colocando una mano sobre mi hombro y me rogó, “Candy, déjame que te lleve a casa.”
Respiré hondo para recobrar la compostura a fin de rechazar su ofrecimiento con tacto. Cuando me di la vuelta para verlo, él instantáneamente retiró su mano y prudentemente mantuvo sus brazos a su lado. “Albert, tu horario es apretado y tú sabes que me gusta mucho caminar así que por favor no te sientas obligado. Me gustaría también hoy ir y echar un vistazo por la ciudad.”
Él dejó salir un suspiro de resignación y dijo con un tono triste, “Es una pena que no tenga tiempo para acompañarte antes que regreses al Hogar de Pony.”
Le di una sonrisa silenciosa reconociendo lo mismo. Entonces él imploró sinceramente, sosteniéndome la mirada, “Por favor, hazme saber la fecha en que te irás para que pueda llevarte a la estación del tren.”
Negué con la cabeza obstinadamente y levanté la voz involuntariamente, “¡No! ¡Por favor no lo hagas!”
Instantáneamente preguntó dubitativo y conmocionado, “¿Por qué no?”
“Lo siento…” dije rápidamente, suavizando el tono de mi voz y evitando su mirada. Entonces añadí, “Quiero decir que iré a la estación de tren por mis propios medios. Sin embargo, definitivamente te voy a notificar la fecha.”
Estuvo callado por unos segundos antes de tragar saliva y recordarme, con una voz dulce y reconfortante, “No te olvides que siempre eres bienvenida para volver aquí. Tu habitación siempre estará reservada para ti.”
Asintiéndole con la cabeza, me excusé de nuevo y me fui del estudio con prisa, luchando por contener las lágrimas. No voy a dejar que nadie me vea llorar…
Caminé fatigosamente a través del vestíbulo, sintiéndome entristecida y agotada. En un minuto más o menos, encontré una salida que aparentemente conducía a un jardín, así que salí por la puerta porque quería respirar un poco de aire fresco. En realidad, sentí que estaba siendo observada y cuando levanté la cabeza, jadeé en asombro cuando vi a Albert a través del gran ventanal de su estudio. Se quedó allí, sonriéndome y diciéndome adiós con la mano. Rápidamente fingí una sonrisa alegre en mi rostro y le devolví el saludo.
Sí, es doloroso dejar a Albert pero, ¡es tiempo de un nuevo comienzo! Sé que mis madres indudablemente me recibirán en el hogar.
En realidad no fui por la ciudad después de irme de la mansión pero pasé muchísimo tiempo en el Parque Natural de Chicago por el lago, donde hace más de año había dado con el paradero de Albert después que él se había escapado del hospital. Había estado sentada ahí, abrazando mis rodillas contra el pecho, hasta que el sol comenzó a ponerse, evocando mi tiempo con él desde que empezamos a vivir juntos. Al principio, yo lo había considerado como mi querido hermano mayor pero no lo hice más conforme el tiempo había pasado.
Sin duda mi plan sorprendió al Dr. Martin. Cuando al día siguiente le di la noticia en la Clínica Feliz, me miró en silencio con el rostro serio hasta que exhaló un profundo suspiro y murmuró con una triste sonrisa bailando en sus labios, “Hmmm… Incluso Albert te dio su autorización… en ese caso, no puedo decirte que no entonces.”
Él después me dejó saber que el Señor William Ardlay había expresado su gratitud al médico al darle el suministro de whiskey por un año pero estos fueron diluidos con agua. Por alguna razón, mi intuición me dijo que el Dr. Martin había conocido ya la verdadera identidad de Albert por un tiempo. De todos modos, yo estaba feliz por saber que Albert cuidaría del Dr. Martin.
Luego, el médico me despidió con palabras amables y alentadoras. Él estuvo de acuerdo que una enfermera era más necesaria en el área rural que en Chicago.
“Cuídate, Candy.”
“Usted también cuídese, Dr. Martin.”
Tan pronto como envié la carta al Hogar de Pony diciéndoles a mis madres sobre mi plan, compré un boleto solo de ida en la estación del tren y envié una carta a Albert para informarle que día me estaría yendo y que iría a hacerles una visita para decirles adiós antes de mi viaje.
En los días siguientes, estuve muy ocupada limpiando el apartamento y donando la mayoría de nuestras pertenencias a organizaciones benéficas. De hecho, doné todos los artículos de Albert a excepción de las pijamas y la taza con su inicial que yo había comprado para él. Yo también tenía las piezas que les hacían juego y las guardaría todas juntas con mis otros recuerdos, incluyendo el retrato que el Dr. Martin había dibujado para mí. El tiempo que habíamos vivido juntos como hermanos en este apartamento permanecería por siempre en mi corazón y tenía muy buenos recuerdos de aquellos tiempos, incluso ahora.
Además, hice una visita al orfanato, Corazones Puros, donde el Sr. Spencer trabajaba. Él me presentó con la amable y anciana dama, la Sra. Thompson, quien me recordaba a la Señorita Pony aunque ella era mucho mayor. También me encontré a Lucy y a Jack de nuevo, quienes ya se veían en mucha mejor forma. Ellos obtuvieron el consentimiento de su madre para ayudar al personal del orfanato haciéndose cargo de los niños más pequeños y tenían que comer con ellos también.
Antes que me retirara de Corazones Puros, le pasé un sobre al Sr. Spencer en el cual yo había puesto la mitad del dinero que Albert me había dejado aquella noche de invierno hace algunos meses como agradecimiento por mi ayuda en el pasado. La otra mitad había planeado darla al Hogar de Pony. Una vez el Sr. Spencer abrió el sobre, notó la generosa cantidad y no encontraba palabras con qué expresarse. Le dije que el dinero no era mío y que si él quisiera agradecerle a alguien, debería escribirle al Señor William Ardlay.
Él estaba atónito que yo conociera al Señor Ardlay, una de las figuras más poderosas de Chicago pero que nunca se mostraba en público. Sonreí y de manera casual comenté, “Cuando le escriba, por favor siéntase en la libertad de decirle que usted conoce a Candice White.”
Cuando todo estaba arreglado, recibí la respuesta de mis madres y ellas expresaron cuán impacientes estaban esperando que yo llegara a casa. Esta no era la primera vez que había regresado al Hogar de Pony cuando había necesitado sanar mis heridas y encontrar mi camino. Había hecho esto dos veces si recordaba correctamente, primero después de la trágica muerte de Anthony y luego después que Terry partiera súbitamente de Londres. Esta vez, sabía que iba a extrañar mucho a Albert pero era mejor para mí mantenerme alejada de él para tratar de aclarar mis pensamientos y poner en orden mis sentimientos por él.
El gran día finalmente llegó y todo lo que llevaba eran dos pequeñas maletas. Tenía sentimientos encontrados mientras me dirigía hacia la mansión de los Ardlay. Sabía que definitivamente extrañaría a todos mis amigos de aquí y estaba un poco asustada por lo que el futuro me depararía pero definitivamente estaba deseando una nueva aventura en la vida.
Sin embargo, estaba más que estupefacta cuando me dijo el mayordomo que ninguno de mis amigos, incluido el Señor William, se encontraba debido a una emergencia.
No podía creer que esto estuviera sucediendo porque ellos deberían saber que yo iba a venir hoy para decirles adiós, así que yo estaba tremendamente preocupada por ellos. Educadamente inquirí, “¿Puedo saber que sucedió?”
El mayordomo respondió con tono práctico, haciendo una leve reverencia, “Lo siento pero no lo sé, Señorita Candice.”
Mi corazón se llenó de consternación por lo que les había pasado pero yo tenía un tren que tomar así que, cordialmente agradecí al mayordomo y fui directamente a la tumba de Stear para decirle adiós.
Yo no sabía si regresaría a Chicago a corto plazo pero definitivamente le escribiría a Albert, en especial porque estaba ansiosa por saber de él y de los demás. Era lamentable que no tuve la oportunidad de verlos antes de que me fuera, pero en cierto sentido, eso me salvó de la necesidad de poner un rostro sonriente.
Albert… te deseo lo mejor… nunca te olvidaré ni tampoco los preciosos momentos junto a tí a pesar que no pudimos resolverlos y, por favor deséame suerte para este nuevo comienzo en mi vida…
En cuestión de segundos, se me hizo un nudo en la garganta y una lágrima se me escapó por el rabillo del ojo pero rápidamente la limpié. Después, me dije a mi misma que debía dormir un poco porque sabía que el viaje sería agotador y todavía necesitaba rentar un carruaje para llegar a mi destino. En poco tiempo, los sonidos creados por el tren y las vías, tan rítmicos y poderosos, finalmente me habían puesto en un sueño profundo.
Por fin, el carruaje me llevó de vuelta a los conocidos alrededores. Era tan bueno estar en casa y estaba emocionada y encantada cuando vi de lejos el Hogar de Pony. Mina, la amada mascota del Sr. McGregor, fue quien me saludó primero. Entonces vi a Jimmy, a la Señorita Pony y a la Hermana María. Rompimos en llanto, abrazándonos uno al otro con amor.
Un rato más tarde, mis madres dijeron que algunos apuestos invitados me habían estado esperando aquí. Sintiéndome perpleja, ¡estaba entusiasmada por ver a Archie, a Annie y a Patty! ¿Pero dónde está Albert?
Entonces ellos revelaron su plan secreto de venir con antelación para darme una agradable sorpresa cuando yo llegara. Corrí para abrazar a Patty y me quejé que ellos habían hecho que me preocupara. “¡Ni siquiera Albert estaba en casa!”
Archie me guiñó el ojo y dijo, “¡Albert también ha venido!”
Oculté mi alivio y fingí estar molesta. “Fui engañada por todos ustedes…”
Después de eso, la Señorita Pony me mostró el banquete que Albert había preparado para darme la bienvenida, así que parecía que él hubiera planeado bien esto con anticipación. Yo estaba profundamente conmovida porque sabía cuán ocupado él estaba con el trabajo.
“¡Apuesto que Albert fue quien los ha invitado a todos a venir!” Pregunté a pesar de saber ya la respuesta.
“¡Sí!” respondió Archie sonrientemente.
“Pero yo también quería venir por mi cuenta,” respondió Annie de todo corazón.
Cuando vi a mis amigos reunidos aquí en el Hogar de Pony, difícilmente podía contener mi felicidad. Con los ojos llenos de lágrimas de alegría, estaba más que feliz de ver el reencuentro de Annie y mis madres adoptivas porque sabía que Annie había negado antes su origen. Tanto Archie como Patty estaban encantados con este lugar.
¿Pero por qué no está Albert aquí con nosotros? ¿Estará deambulando afuera en algún lugar?
Limpiándome las lágrimas del rostro, murmuré, “Iré afuera a buscar a Albert.”
Tan pronto como estuve afuera, miré alrededor del perímetro, buscándolo. Pero sorprendentemente él no estaba por ningún lugar para ser encontrado. ¿Dónde podría haber ido? Tal vez si me parara en la cima de la Colina de Pony, sería capaz de localizarlo.
Corriendo a mi máxima velocidad, llegué a la cima de la colina en cuestión de segundos, mirando desde arriba el Hogar de Pony. El pasto estaba tan verde y ahí habían numerosas flores de colores de varios tamaños y formas, dispersas por todos lados. De los árboles que me rodeaban provenía el canto de las aves e incluso vi algunas mariposas revoloteando por doquier.
Mientras miraba el hermoso paisaje, tantos recuerdos de mi infancia empezaron a llegar y recordé a Anthony, quien nunca llegó a este lugar, y a Terry quien una vez estuvo aquí solo, en un día nevado.
Mientras las lágrimas corrían por mi rostro, escuché una voz conocida, “Pequeña, eres mucho más linda cuando sonríes.”
Eso sonó como… ¿Albert?
Me puse rígida, absolutamente muda por el asombro de escuchar a alguien repetir aquella declaración que durante mucho tiempo estuvo enterrada en mi mente. Mi pulso se aceleró mientras que con cautela me daba la vuelta hacia la fuente de aquella voz. ¡Tenía razón! A través de mis lágrimas podía ver a Albert de pie, con su mano sobre un árbol que estaba a cierta distancia. Estaba vestido con su habitual ropa casual, fijando su mirada cariñosa hacia mí.
Mientras él permanecía en silencio e inmóvil, dejando que sus palabras fueran asimiladas, ¡La cabeza me estaba dando vueltas! Mirando fijamente su rostro sonriente por unos segundos más, de repente pude visualizar en mi mente como su rostro se transformaba ¡En el apuesto rostro del Príncipe de la Colina! Todo tenía perfecto sentido ahora. Albert era un Ardlay y su dulce voz, su brillante cabello rubio y sus hermosos ojos azules, ¡Todo coincidía con los de mi príncipe!
¡Oh Dios! ¡Oh mi Dios! ¡¡¡Albert era el Príncipe de la Colina!!!
La Brisa refrescante de la Colina estaba acariciando mis mejillas manchadas por las lágrimas. Bajo el precioso cielo azul, el Príncipe de la Colina estaba aquí una vez más, sonriéndome. Una sonrisa extática pronto encontró su camino hacia mi rostro.
Albert… Tío Abuelo William… ¡Príncipe de la Colina!
Después de dar un par de pasos con timidez, finalmente corrí a toda velocidad hacia mi príncipe. Al instante, él entendió mi intención y su rostro se iluminó enseguida. Sus fuertes brazos amorosos fueron entonces extendidos, listos para darme la bienvenida en su cálido abrazo, lo que hizo que mi corazón saltara.
Nunca me había olvidado del Príncipe de la Colina y ¿Cómo no podía amar aquella dulce sonrisa en su rostro? El resplandor de su sonrisa era tan cálido como los rayos del sol y tan atrayente que yo me había abalanzado sobre él, envolviendo mis brazos alrededor de su torso y apretando mi cabeza en su pecho.
Mi voz se quebró en un alegre sollozo. “¡Albert, oh Albert! Yo no sabía…”
“Candy…” Su voz era ronca también por la emoción.
Cuando sentí a Albert abrazándome con mucha fuerza, como si él no quisiera dejarme ir, mi cuerpo se estremeció con euforia y mi corazón latió furiosamente dentro de mi caja torácica. Me sentí tan feliz por estar una vez más en el círculo protector de sus brazos, como había extrañado terriblemente su amoroso abrazo, en especial después de todos estos meses de anhelar estar cerca de él otra vez. Su cuerpo tibio, el fuerte latir de su corazón y su aroma familiar me dijeron que esto era real.
La siguiente cosa que supe, fue que Albert me levantó del suelo y dio vueltas conmigo, riendo de júbilo. Me uní a su risa casi de inmediato. Me sentí tan feliz por primera vez en mucho tiempo. Mis previas dudas acerca de sus sentimientos por mí se desvanecieron y la tristeza por separarme de él se convirtió en regocijo al reencontrarme con mi príncipe.
En realidad, cuando habíamos vivido juntos en el apartamento, le había mostrado a Albert el medallón que atesoraba y le había contado muchas veces sobre el Príncipe de la Colina así que sin decirme nada, él había sabido por algún tiempo que él era mi primer amor. Ahora que había confesado, debo preguntarle más tarde por qué deliberadamente me había ocultado este gran secreto durante mucho tiempo. Sin embargo, algo extraño sucedió en este momento porque sentí que alguien enjugaba mis lágrimas. Entonces escuché a una dulce voz decir mi nombre, “Candy…”
Después de forcejear un poco, me desperté, obligando a mis ojos a abrirse somnolientamente. ¿En dónde estoy? Todavía sintiéndome un poco mareada, vi el rostro sonriente de Albert frente al mío, las suaves yemas de sus dedos persistiendo en mis mejillas.
Capítulo IV: “Promesas”
=o=o=o=
Nota de la autora:
Quisiera agradecer a todos aquellos que continúan apoyándome y alentándome. ¡Los comentarios como siempre son bienvenidos!
Con excepción del manga y Candy Candy Final Story, parte de este capítulo también se basó en la antigua novela de Candy Candy, que fue la novelización de la versión del manga original más la correspondencia entre Albert y Candy después que ella regresó al Hogar de Pony.
Para aquellos que están familiarizados con el manga, saben que bastante de este capítulo fue mi imaginación y/o interpretación de la historia. La primera vez que leí el manga, no entendí por qué Candy decidió regresar al Hogar de Pony después de reencontrarse con Albert, el hombre por el que ella había languidecido por meses. Además, era evidente que sentían algo el uno para el otro, así que me partí la cabeza tratando de leer entre líneas, por qué Albert la dejó ir y por qué Candy se fue de Chicago a sabiendas que lo extrañaría.
Como he mencionado antes, fui inspirada a escribir esta historia después de tener algunas discusiones con algunas admiradoras de Albert. Nosotras creímos que había más en la historia original que en la versión manga. En particular, yo estaba decepcionada que no llegamos a ver a Albert y a Candy abrazarse en el final (a pesar que es obvio que eso va a pasar), así que simplemente tenía que imaginármelo. Espero que les guste mi descripción aunque posiblemente no coincida con la de ustedes. Por favor siéntanse en la libertad de compartirme como se lo imaginaron escribiéndome.
De acuerdo a la antigua novela de Candy Candy, después de la confesión de Albert, George llegó a recogerlo debido a unos problemas urgentes de la empresa, así que él tuvo que irse de prisa con George. Entonces Candy escribió esa noche su primer carta para su príncipe diciéndole que “Siento que todavía mi cuerpo tiembla de la emoción” y “he estado mirando a las estrellas hasta ahora. Me siento muy feliz por primera vez en mucho tiempo.” Ella se oía como una típica chica enamorada, ¿No les parece?
Nota de pie de página:
[1] Estos versículos están extraídos del Salmos 72:12-14 en la Santa Biblia.
Sorry I have to write in Spanish.
Es que si no se me va la idea, y estoy muy emocionada. Aunque ya sabía como sería el encuentro de Candy con el Príncipe de la Colina, tu narración me ha llenado de emoción.
Esa despedida de Candy dando gracias a Albert es muy conmovedora.
Beutiful!
Hola mi querida amiga! 💋 No need to say sorry. Once again, thank you so much for reading this story, Martha. I love all my stories, but this one has a special spot in my heart. 😍😘💖💗💞 Because of this chapter 3, Albert’s confession to be Prince on the Hill😍
I thought Albert was taller? In the manga, Candy was supposed to be up to Albert’s shoulder only. 🙁
Thanks for asking. If you check my other drawings you will see that I did know that Candy was only up to Albert’s shoulders. But in my imagination, they were running towards each other. Candy threw herself onto Albert by jumping, and with Albert leaning down and taking strides, their height difference was shortened. I hope this makes sense to you. 😛
es muy bonito este capitulo
Muchas gracias! Gracias por leer!! 😀
Beautiful!
Thank you! 🙂
Estoy completamente de acuerdo contigo y asi lo e imaginado siempre. Tu historia esta genial!!!
¡Gracias por leer! ¡Estoy tan feliz! 😀
SPOILER ALERT:
One of your fanfics is being added for Christmas video.
Huh??! Did you mean fanart?
Someone else’s fanart, yes. In fact, they’re working on it right now. She said she adored your story so much.
Really? My honor indeed. Which story? 😉
A story which you didn’t use their original ‘surnames’ 😉
This is just so attractive, good job!
Thank you CandyFan! 🙂
So cute Ms Puddle! I love it! Candy looks so pretty 🙂
Awww… Thank you so much, Alexandrite!! <3
Is this really Albert? He looks like Anthony’s size?
Yes the story is about Albert and Candy. His nephew Anthony was no longer alive unfortunately. 🙁